La Iglesia, como ya lo
ha dicho con claridad el Nuncio Apostólico,Mons Aldo Giordano, está siempre
dispuesta a ayudar a solucionar los problemas graves de los pueblos. Me
encantaría que se diera una verdadera y auténtica negociación para solucionar
esta dolorosa grave crisis global que sufrimos hoy los venezolanos. La Iglesia
podría ayudar, sin duda. Habría que ver cual sería su función, su papel en ese
nuevo proceso.
Ahora bien: para que se
de algo realmente serio,creíble, es preciso que el Gobierno primero cumpla las
condiciones o exigencias a las que se había comprometido a fines de octubre del
año 2016.
Es bueno recordarlas:
reconocimiento de la Asamblea Nacional y respeto de sus facultades
constitucionales; solucionar la crisis social por escasez y carestía de los
alimentos y las medicinas; libertad de los presos políticos, y promover
elecciones en condiciones de transparencia y equidad política.
Esas condiciones no se
han cumplido. Más aún , la situación ha empeorado, pues el costo de la vida es
cada vez más alto,y la situación social es cada vez más grave y dolorosa para
el pueblo, especialmente para los más pobres.
La Asamblea Nacional sigue
estando bloqueada; sigue habiendo presos políticos y, peor aún: no se ha
aclarado la extraña,trágica e inesperada muerte del Concejal Fernando Albán
detenido sin el debido proceso, ocurrida en circunstancias muy oscuras y que
suscitan mucha suspicacia. Por último, en cuanto a elecciones, han inhabilitado
de varias formas e ilegalmente a los principales partidos políticos de la
oposición.
En esta situación: ¿qué
credibilidad puede tener el llamado del Gobierno a un diálogo político? Así no
se puede dar una negociación seria o creíble.Que primero cumplan sus deberes
constitucionales de respetar a los otros poderes, y de garantizar la salud y la
alimentación del pueblo, y que respeten los derechos humanos , civiles,
sociales y políticos de los venezolanos.
Cardenal Jorge Urosa Savino
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