Esta dictadura de
pacotilla, con su capricho de igualitarismo retrógrado, ha arrastrado a 85% de
la población a niveles de pobreza nunca vistos y provocado una distorsión socio
económica jamás soñada. Cualquier análisis social que se haga en este momento
artificial y pasajero, no refleja la verdadera realidad social de nuestro
pueblo. De modo, que hay que hacer abstracción de este funesto período para
hacer cualquier exposición.
Hay en nuestra población
marginal una sensación de pobreza natural que se lleva por dentro como herencia
de las costumbres ancestrales. Existe una aceptación fatalista de lo
irremediable. El conformismo, la apatía, las pocas ansias de superación, la
falta de hábitos del ahorro, previsión, inversión o producción de excedentes no
tiene acogida. Vivir al día es la máxima aspiración.
Para el necesitado, el
barrio es su refugio, allí deja de ser nadie, no hay muchas exigencias porque
como está, está bien a pesar de las penurias cotidianas. No se estudia, se
trabaja a destajo, el destino de las niñas es la preñez precoz y no
planificada, que trunca su futuro anticipadamente. El de los niños está signado
por la procreación irresponsable y la falta de preparación. Los obreros son
indios disfrazados de trabajadores quienes no han pasado por el proceso
civilizador.
Estas verdades dolorosas
que son consideradas ofensivas por los socialistas, son la verdadera causa de
nuestro subdesarrollo, que además de una cantidad de datos estadísticos,
constituye un estado mental. Cuando la querencia es el arrabal, la ranchofilia
se lleva en la cabeza y no en el bolsillo. No es asunto de simoncitos, misiones
o Claps, es enseñarles a salir de abajo, porque pobreza de cosas pronto se cura
pero pobreza de voluntad imposible sanarla.
Pero el intergaláctico
consiguió el caldo de cultivo ideal para sembrar el populismo y así jugó
peligrosamente con los complejos, frustraciones y resentimientos del pueblo con
fines electoreros haciéndoles creer que sus penurias eran culpa de la clase
media.
La pobreza se combate
creando familias, cambiando el rancho por la casa, el barrio por la
urbanización, la ociosidad por el trabajo, engrandeciendo la clase media. Pero
los pobres siguen creyendo, que el futuro radica en el caudillo de turno. Que
oiga quien tiene oídos
Ernesto Garcia Mac
Gregor
garciamacgregor@gmail.com
@garciamacgregor
Zulia - Venezuela
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