La cándida familia de
espías que contribuyó al desastre
En este día, 8 de
diciembre de 1941, el Presidente Franklin D. Roosvelt, con la aprobación del
Congreso de Estados Unidos, declaró la guerra al Japón, en la 2ª guerra
mundial, tras el inesperado y cruento ataque de 350 aviones japoneses,
comandado por el V.A. Chuichi Nagum, jefe de operaciones, bajo la subordinación
del Almirante Isoruko Yamamoto, ideólogo del ataque, contra la base naval de
Pearl Harbor perpetrado, sin previa declaración de guerra, en la mañana del día
anterior. La base naval de Pearl Harbor, bajo el comando del Almirante –4
estrellas-- Husband E. Kimmel, estaba desprevenida por lo que en menos de 2 horas,
fueron hundidos 4 acorazados y otros navíos gravemente afectados, más 188
aviones, que ante la sorpresa del ataque no pudieron despegar, con el trágico
saldo de 2.400 muertos y miles de heridos. Las bajas niponas fueron
insignificantes.
Simultaneamente
diplomáticos japoneses adelantaban conversaciones “de paz” en Washington. Las
investigaciones, hacían sospechar que Japón estaría haciendo preparativos
bélicos, según confidencias del embajador norteamericano en Tokio, pero el
gobierno prefirió esperar para tener motivos que justificaran la declaración de
guerra, tal como ocurrió. El precio fue costoso.
El hecho más
significativo y escasamente conocido, fue la participación de una familia de
espías, alemana, que había sido recomendada a petición de Japón, por el temible
Heinrich Himler, quien al frente de las fuerzas nazis de Seguridad SS, las
había transformado en un poderoso ejército de 1 millón de efectivos y además
había colaborado en el desarrollo de la Gestapo y de los fatídicos campos de
concentración. Esta “pacífica” y aparentemente inocente familia, estaba
integrada por el padre Otto Julius Kühn, amigo de Himler, su esposa Elfriede,
quien había seguido cursos de espionaje, su agraciada hija Ruth, de 17 años,
vinculada sentimentalmente, al parecer, con el Ministro nazi de Propaganda,
Goebels y su hijo menor de 6 años, Hans Joachim.
Aceptada y financiada
por los japoneses, la familia Kühn se trasladó a Honolulu el 15 de agosto de
1935, en calidad de “espías pasivos”, dedicándose a conocer detalladamente los
aspectos estratégicos de la isla de Ohau, una de las 7 islas de Hawai, donde se
hallaba la base naval de Pearl Harbour y a hacer contactos personales para
buscar información. Su hija Ruth, estableció un salón de belleza, donde se
congregaban las esposas y novias del personal militar de la base naval, lo que
se convirtió en un valioso centro de información que era trasmitida a Japón. Hasta
el pequeño adolescente Hans, ya de 11 años, trabó amistad con oficiales y
efectivos de la base, quienes lo llevaban a conocer los barcos y le
suministraban datos e información que Hans trasmitía a su padre.
En la mañana del 7 de
diciembre, nada hacía presentir el desastre ocurrido entre las 7.50 y 9.30 am.
El Almirante Kimmel, disfrutaba de una amigable partida de golf, cuando de
pronto escuchó el tronar de la aviación japonesa y el desastre del inclemente
bombardeo. Posteriormente fue severamente criticado por su falta de previsión y
degradado a la condición de contra-almirante de solo 2 estrellas. Después optó
por retirarse de la Armada, mientras la familia Kuhn fue arrestada. El padre
Otto Julius Kuhn fue condenado a 50 años de presidio. La guerra en el Pacífico
se prolongó por 4 años en medio de las hostiles condiciones selváticas del
sudeste asiático, hasta que el 6
de agosto de 1945, el
bombardeo atómico de Hiroshima y Nagashaki, puso punto final al conflicto
bélico y la rendición incondicional de Japón que aceptó la Declaración de
Postdam suscrita por Estados Unidos, Gran Bretaña, China y Rusia suscrita el 2
de setiembre, a bordo del Acorazado Missouri. Por Japón firmó Mamoru Shigemits,
Ministro de Relaciones Exteriores y por USA, el General Douglas Mac Arthur,
Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas en el Pacífico. Fue el punto final de
la 2ª. guerra mundial, que dejó un trágico saldo de 75 millones de muertes.
Confiemos en que será la última.
Despues del bombardeo a
la base naval de Pearl Harbor, el Almirante Yamamoto comentó: “Me temo que
hemos despertado a un gigante dormido”
Raul Sanz Machado
@rsanzmachado
No hay comentarios:
Publicar un comentario