domingo, 9 de diciembre de 2018

RAÚL SANZ MACHADO, A 77 AÑOS DEL BOMBARDEO DE PEARL HARBOR Y LA GUERRA USA – JAPÓN


La cándida familia de espías que contribuyó al desastre

En este día, 8 de diciembre de 1941, el Presidente Franklin D. Roosvelt, con la aprobación del Congreso de Estados Unidos, declaró la guerra al Japón, en la 2ª guerra mundial, tras el inesperado y cruento ataque de 350 aviones japoneses, comandado por el V.A. Chuichi Nagum, jefe de operaciones, bajo la subordinación del Almirante Isoruko Yamamoto, ideólogo del ataque, contra la base naval de Pearl Harbor perpetrado, sin previa declaración de guerra, en la mañana del día anterior. La base naval de Pearl Harbor, bajo el comando del Almirante –4 estrellas-- Husband E. Kimmel, estaba desprevenida por lo que en menos de 2 horas, fueron hundidos 4 acorazados y otros navíos gravemente afectados, más 188 aviones, que ante la sorpresa del ataque no pudieron despegar, con el trágico saldo de 2.400 muertos y miles de heridos. Las bajas niponas fueron insignificantes.

Simultaneamente diplomáticos japoneses adelantaban conversaciones “de paz” en Washington. Las investigaciones, hacían sospechar que Japón estaría haciendo preparativos bélicos, según confidencias del embajador norteamericano en Tokio, pero el gobierno prefirió esperar para tener motivos que justificaran la declaración de guerra, tal como ocurrió. El precio fue costoso.

El hecho más significativo y escasamente conocido, fue la participación de una familia de espías, alemana, que había sido recomendada a petición de Japón, por el temible Heinrich Himler, quien al frente de las fuerzas nazis de Seguridad SS, las había transformado en un poderoso ejército de 1 millón de efectivos y además había colaborado en el desarrollo de la Gestapo y de los fatídicos campos de concentración. Esta “pacífica” y aparentemente inocente familia, estaba integrada por el padre Otto Julius Kühn, amigo de Himler, su esposa Elfriede, quien había seguido cursos de espionaje, su agraciada hija Ruth, de 17 años, vinculada sentimentalmente, al parecer, con el Ministro nazi de Propaganda, Goebels y su hijo menor de 6 años, Hans Joachim.
Aceptada y financiada por los japoneses, la familia Kühn se trasladó a Honolulu el 15 de agosto de 1935, en calidad de “espías pasivos”, dedicándose a conocer detalladamente los aspectos estratégicos de la isla de Ohau, una de las 7 islas de Hawai, donde se hallaba la base naval de Pearl Harbour y a hacer contactos personales para buscar información. Su hija Ruth, estableció un salón de belleza, donde se congregaban las esposas y novias del personal militar de la base naval, lo que se convirtió en un valioso centro de información que era trasmitida a Japón. Hasta el pequeño adolescente Hans, ya de 11 años, trabó amistad con oficiales y efectivos de la base, quienes lo llevaban a conocer los barcos y le suministraban datos e información que Hans trasmitía a su padre.

En la mañana del 7 de diciembre, nada hacía presentir el desastre ocurrido entre las 7.50 y 9.30 am. El Almirante Kimmel, disfrutaba de una amigable partida de golf, cuando de pronto escuchó el tronar de la aviación japonesa y el desastre del inclemente bombardeo. Posteriormente fue severamente criticado por su falta de previsión y degradado a la condición de contra-almirante de solo 2 estrellas. Después optó por retirarse de la Armada, mientras la familia Kuhn fue arrestada. El padre Otto Julius Kuhn fue condenado a 50 años de presidio. La guerra en el Pacífico se prolongó por 4 años en medio de las hostiles condiciones selváticas del sudeste asiático, hasta que el 6

de agosto de 1945, el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagashaki, puso punto final al conflicto bélico y la rendición incondicional de Japón que aceptó la Declaración de Postdam suscrita por Estados Unidos, Gran Bretaña, China y Rusia suscrita el 2 de setiembre, a bordo del Acorazado Missouri. Por Japón firmó Mamoru Shigemits, Ministro de Relaciones Exteriores y por USA, el General Douglas Mac Arthur, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas en el Pacífico. Fue el punto final de la 2ª. guerra mundial, que dejó un trágico saldo de 75 millones de muertes. Confiemos en que será la última.

Despues del bombardeo a la base naval de Pearl Harbor, el Almirante Yamamoto comentó: “Me temo que hemos despertado a un gigante dormido”

Raul Sanz Machado
@rsanzmachado

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