En este momento cuando
los acontecimientos diarios del país mantienen a los ciudadanos en una espiral
de acciones fuera de lo normal, debido a la generalización de mercados
paralelos y la desaparición de instituciones formales que animan al
contrabando, el bachaquerismo, la burocracia, la corrupción, el clientelismo,
el amiguismo y el nepotismo; se deja ver y sentir un clima de desesperanza
entre los venezolanos que tienen claro que la salida a los problemas de
Venezuela pasa por exigir el cambio de las actuales políticas económicas o la
llegada de un nuevo gobierno. Por ello, es fundamental aprovechar este inicio
de año para recordar uno de los valores humanos más importante: la esperanza.
Reconociendo que la
economía de la nación acumula períodos consecutivos en recesión, y las
perspectivas de corto y mediano plazo dan cuenta de un panorama que puede
empeorar, debemos tener fe en que las cosas mejorarán, no importa que tan
fuerte nos griten “no hay tiempo”, “esto seguirá así”, “no hay posibilidad de
cambio”, “esto va seguir igual”, “lo único seguro es lo que tenemos”, o “esto
es lo mejor que podemos tener”. Ya sabemos que el gobierno se ha olvidado que
su fin último es promover el bien común mediante la maximización del bienestar
social de la población permitiendo la participación de los actores públicos y
privados de la sociedad, y continúa en su esfuerzo de preservar los privilegios
de algunos en un entorno de crisis, por ende, debemos estar seguros que los
cambios que vendrán serán resultado del trabajo propio y el entusiasmo
individual por defender la vida, poniéndole ganas y esfuerzo a nuestras
responsabilidades, entendiendo que nuestro compromiso como personas de bien
está por encima de la historia fatal que otros pretenden construirnos.
De esta manera, es
necesario que cada venezolano se libere de toda limitación, temor y miedo que
impida ir detrás de sus metas, imaginar el futuro para tener la fuerza
impulsora que permita actuar hoy y cumplir uno a uno los objetivos planteados,
y nunca perder el entusiasmo para realizar acciones diarias que faciliten
alcanzar un mundo mejor. Ello implica mantener una actitud llena de entusiasmo,
alegría y amor, a pesar de las circunstancias; mantener en mente el éxito,
reconociendo las dificultades a enfrentar y alejando cualquier idea de fracaso;
además de cultivar la paciencia, sin permitir que aparezca el conformismo, para
que las actividades se desarrollen de forma más placentera y con pasos firmes
hacia las metas planteadas. Así, se podrá tener una vida con propósitos claros
y firmes, se dará ejemplo a las personas que por la rutina se encuentran
desanimados y cansados para continuar tras sus sueños, y se elevará la
importancia de la acción individual para la solución de nuestros problemas más
apremiantes.
Ante la campaña de
desesperanza y desmoralización, hay que evitar creer que las actuales
estructuras de poder son definitivas y permanentes, abandonar la idea de que
los problemas de cada venezolano los van a resolver otros, dejar de pensar que
el país lo salvará una persona, no permanecer inmóviles esperando que se
repitan los acontecimientos sociales (levantamientos militares, revueltas
populares, entre otros), y evitar quedar aislados en una posición sin entender
que el bienestar individual impulsa la prosperidad colectiva. A pesar de la
situación que estamos viviendo, es fundamental aprender a ver lo mejor de toda
esta experiencia negativa, sin conformarnos con las circunstancias, para hallar
nuevas posibilidades y oportunidades de mejorar nuestro comportamiento
individual y recuperar la calidad de vida en el país.
Alberto Jose Hurtado B.
@ajhurtadob
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