Es la etapa póstuma de un chavismo en injusto e ilegal
extraining. La Asamblea Nacional está llamada ser quien guíe los pasos
políticos que requiere la república con carácter de impostergable urgencia. El
destino quiso fuera 2019 el año en que los más de 14 millones de venezolanos
que eligieron en 2015 el nuevo parlamento vean los frutos de semejante clamor
de cambio.
Debemos aclarar algo, lo que ocurra a partir del 10 de
enero en el país no es misión exclusiva del parlamento de la república, es una
misión de todos los sectores, gremios y del pueblo en general, pero sin lugar a
dudas, la Asamblea Nacional juega un papel de superlativa importancia en el
rescate de Venezuela, arrancársela al cáncer regional denominado castrismo.
Expertos juristas nacionales e internacionales
coinciden en el hecho jurídico de declarar el 10 de enero la falta absoluta del
cargo de presidente de la nación, en cuanto los últimos 6 procesos electorales,
incluyendo las presidenciales, fueron procesos viciados, nulos, atentatorios
contra la constitución y todos los preceptos democráticos. Todos quienes
resultaron electos tras estos eventos espurios son considerados usurpadores,
algo extremadamente grave, más aún cuando la república ha suscrito convenios
internacionales de protección democrática para el pueblo.
Según estos jurisconsultos, lo procedente a partir de
esa fecha es que el Presidente de la Asamblea Nacional asuma el cargo vacante
hasta que se realicen nuevas elecciones, de este modo, el Diputado Juan Guaidó,
quién asumirá la conducción del parlamento, está llamado ser quien ocupe
temporalmente la presidencia de la nación. Sí ello no ocurriese (por los
motivos que fuere) correspondería al TSJ legítimo (en el exilio) asumir la
contingencia y solventar la falta absoluta, repetimos, todo ello según criterio
cientista de laureados juristas, entre ellos la ex presidenta de la antigua
Corte Suprema de Justicia, Dra. Blanca Rosa Mármol de León, quien durante todo
este tiempo ha mantenido la academia por encima de cualquier otro criterio.
Así, tenemos una coyuntura tan única como
trascendental, sin temor a equivocarnos, es el compromiso institucional
venezolano más importante en los últimos 200 años, hablamos de rescatar a
Venezuela, de re-independizarla, de salvarla las feroces fauces de quienes la
conducen apátridamente, sacrificando a un pueblo amante de la paz, excesivamente
noble, al que han empujado a una sobrevivencia villanesca, desnaturalizada.
Quien asuma la presidencia del parlamento nacional
debe empuñar el coraje que muchos creen no ha sido de la oposición en horas
decisivas a lo largo de estos 20 años de oscurantismo, debe enfrentarse a las
retaliaciones más inesperadas de un régimen insensible, agónico, que será
proclamado forajido conforme a las normas internacionales. Misma entereza y
denuedo serán exigidos a los demás diputados de ese vital cuerpo colegiado. Les
llegó el momento de lucirse en la historia o quedar plasmados en las páginas
más vergonzosas de ella. Pero ¡Ojo! No olvidemos, no es una labor exclusiva del
parlamento, es una misión a la que debe avocarse todo el país, la Asamblea
Nacional no podrá hacer nada sin el apoyo del pueblo, ni el pueblo podrá hacer
nada sin el apoyo de sus parlamentarios.
Caen sobre los hombros del Diputado Juan Guaidó la
extrapesada misión de guiar los pasos para rescatar la república,
responsabilidad recubierta de todo tipo de riesgos y desafíos, esperemos sepa
guiarse por la sabiduría desprendida del clamor de la inmensa mayoría de los
habitantes de este martirizado país. Su misión está en los límites del
heroísmo, así que permítannos exagerar sin ánimos de molestar ni ofender a
nadie; la magnitud de su encomienda fácilmente lo pudiera catapultar como “San
Guaidó”… el santo de los demócratas desesperanzados.
Leandro Rodríguez
@leandrotango
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