Estados Unidos y Rusia han asumido posición sobre la
crisis de legitimidad que enfrentamos los venezolanos y no solo divergen en sus
posturas sino que se enfrentan frontalmente. Pero solo hasta un punto.
Moscú puso a rodar un comunicado de Ministerio de
Asuntos Exteriores en el que considera que los Estados Unidos atentan
abiertamente contra la soberanía venezolana al promover la creación de “
estructuras gubernamentales alternativas» en nuestro país. Se pronunció el gobierno soviético en contra
de la división de la sociedad para lo cual “hay que promover la unión de los
esfuerzos del gobierno y la oposición”. Por último declaró el gobierno que
colaborará con el régimen de Maduro para que salga de la compleja situación
económica en la que se encuentra, la que le atribuyen a la acción interventora
de los Estados Unidos.
Por su lado la máxima autoridad en política exterior
del gobierno de Donald Trump, Mike Pompeo, también dio a conocer la posición
formal de su país calificando de “ilegítimo” al gobierno de Nicolás Maduro y
comprometiendo a la primera potencia mundial a hacer lo necesario para el
retorno a una “verdadera democracia”.
Fue más lejos el Canciller americano cuando, también
el domingo 12, denunció la arbitraria detención del Presidente de la Asamblea
Nacional, Juan Guaidó por parte del jefe de la inteligencia venezolana. Le
faltó poco para sugerir que la aprehensión de Guaidó constituyó un Golpe de
Estado, pero solo hay que leer entre líneas para percatarse de que si un ente
“ilegítimo” captura y priva de libertad a quien funge constitucionalmente como
la suprema autoridad del país, lo que está perpetrando no se llama de otra
manera.
La recapitulación del gobierno o de las autoridades
del SEBIN, la marcha atrás de los líderes izquierdistas auto erigidas en
gobierno, nos deja pensando en cual habría sido la reacción inmediata del
gobierno norteamericano, si Guaidó hubiera sido retenido por la fuerza de una
manera permanente.
Por el lado de Rusia, no puede pedírsele al Kremlin
sino una posición principista sobre el tema de la democracia venezolana. Hasta
allí va a llegar su cooperación y su sostén al equipo de Maduro. Si algún país
ha encontrado vías alternas para sortear la obligación de legitimidad en el
poder es el gobierno de Vladimir Putin. Pero a los rusos les toca igualmente
mirar desde la barrera las tropelías del madurismo y deben haber quedado
perplejos, este domingo, ante el estúpido movimiento de detener al Presidente
de la única Asamblea electa por la población.
Al fin, lo que viene quedando claro de la rápida
reacción del Ministerio de Exteriores norteamericano es que ese país está
dispuesto a ponerle acción a sus palabras y que lo está haciendo con celeridad,
sin dejar pasar una. La reacción de Pompeo no se hizo esperar cuando tocaron la
libertar de Guaidó. Para este fin de restaurar la legalidad no tuvo que señalar
que cuenta con otros 16 países de la OEA y el Canadá que hace pocos días
asumieron posición diáfana en torno a la legitimidad de la Asamblea Parlamentaria
y a las acciones que esta tome en defensa de la Democracia. Detrás de los
Estados Unidos de Trump se alinearán uno a uno las naciones de la región
comenzando por Colombia. Y no harán falta ni tanques ni aviones ni misiles sino
la voluntad de los propios venezolanos, quienes comienzan ya a hacer filas
detrás del nuevo líder Guaidó.
Asi pues, a los líderes revolucionarios venezolanos a
la raíz de la ilegal toma de poder de Nicolás Maduro las cosas se le han puesto
estrechas. Sus grandes aliados Rusia y China, que son los que realmente cuentan
en la comunidad internacional, no van a quebrar lanzas a favor de Maduro ni de
sus ejecutorias más allá de observar desde su balcón como otros países
democráticos si hacen causa común a favor de las libertades y el respeto a los
derechos.
Beatriz de Majo
@beatrizdemajo1
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