Hay quienes piensan que con el apoyo de China y Rusia
es imposible una caída de Maduro. Rafael Nieto Navia sostiene que “tenemos
Maduro para rato”. Esto no lo dice la extrema izquierda, sino un objetivo
analista de la realidad continental como es él. Nos recuerda que en Cuba, en
Nicaragua y en Bolivia, las dictaduras de estirpe marxista se mantienen en el
poder. Pero la historia nos demuestra que en Venezuela puede ocurrir otro 23 de
enero.
Es, por cierto, una fecha que los venezolanos nunca
olvidan. También yo la viví como periodista radicado en Caracas. Recuerdo el
solitario avión que pasó sobrevolando los techos de la ciudad en la madrugada,
al tiempo que se abrían ventanas y balcones y estallaban gritos de júbilo. El
omnipotente dictador Pérez Jiménez había caído, gracias a un inesperado golpe
militar, y acababa de emprender la fuga hacia Santo Domingo.
Semanas antes, el derrocado dictador parecía
inamovible. Nadie se atrevía a levantar un dedo en su contra. Los jefes de la
oposición habían tomado el camino del exilio. No había, pues, ninguna esperanza
de cambio cuando se produjo un inesperado levantamiento militar en la base
aérea de Maracay que, aunque no prosperó, dejó ver el descontento que florecía
entre los mandos militares. Finalmente, el 23 de enero de 1958 se produjeron la
caída del dictador y el restablecimiento de la democracia.
Algo parecido puede ocurrir en la Venezuela de hoy. Es
cierto que Maduro ha ofrecido a la cúpula militar toda suerte de gabelas para
asegurarse el apoyo del ejército. Basta recordar la desmesurada fortuna que ha
logrado Diosdado Cabello, segundo hombre del régimen, gracias a sus vínculos
con el narcotráfico. Estos favores no ocultan la catástrofe de la economía
venezolana, el descontento popular ni la condena internacional, encabezada por
trece países latinoamericanos.
Sí, la situación económica es verdaderamente caótica.
La inflación, según el célebre economista venezolano Pedro Palma, puede
alcanzar este año la escalofriante cifra de 12 millones por ciento. Nueve de
cada diez venezolanos están hundidos en la pobreza. Hay una dramática
disminución de alimentos y medicinas. El salario mínimo es equivalente a 2,40
dólares mensuales, que solo alcanzan para pagar un kilo de carne. El petróleo,
que en el siglo pasado hacía de Venezuela el país más rico del continente, ha
bajado hoy su producción de manera alarmante. Ante una situación tan agobiante,
millones de venezolanos, agrupados en tristes caravanas, emigran hacia toda
Latinoamérica y principalmente hacia Colombia.
El joven y valeroso presidente de la Asamblea Nacional
venezolana, Juan Guaidó, declaró ilegítimo el segundo periodo de Maduro y
asumió las competencias para la confirmación de un gobierno de transición. Al
mismo tiempo convoca para el 23 de enero, justamente el 23 de enero, una
multitudinaria marcha en rechazo al gobierno de Maduro. ¿Qué ocurrirá? Es un
desafío inesperado y valioso. No sería extraño que los mandos medios del
ejército se vean obligados a actuar por fin en favor del bravo pueblo.
Al paso que Maduro cubre su pésima gestión con el
rótulo y la bandera de una "revolución bolivariana", en Colombia
avanza un valioso y desapercibido programa que puede cambiar el futuro del
país. El presidente Duque realiza sus talleres Construyendo País. Cada semana
visita un pueblo para informarse de sus problemas y ofrecerle soluciones
concretas de primera mano, evitando así la intervención de manzanillos y
caciques que no buscan otra cosa que sus retorcidos intereses políticos.
Karen Abudinen, consejera presidencial para las
Regiones, es la encargada de organizar y realizar estos talleres (18 hasta el
momento) y verificar el cumplimiento de los compromisos adquiridos por el
Presidente. Hasta el momento son 560, de los cuales ya se han cumplido 193.
Construir o destruir. El primero pertenece al empeño
de Duque. El segundo, a la funesta "revolución bolivariana". ¡Pobre
Venezuela!
Nota: Sí, lo de este jueves 17 en Bogotá fue sin duda
un ataque miserable. Es hora de que la izquierda dé muestras de su divorcio con
el terrorismo.
Plinio Apuleyo Mendoza
@PlinioApuleyoM
No hay comentarios:
Publicar un comentario