Nada puede
ser más cruel; más ruin y miserable, que negarle al país la llegada de la ayuda
humanitaria que tanta falta hace, precisamente porque quienes la niegan desde
¨su altar¨ de corrupción e insensibilidad, son los responsables de la quiebra
del país.
Con su
actitud de bloqueo insensato para impedir la llegada de medicinas, y alimentos
para los más vulnerables, están demostrando su odio profundo por nuestros
ciudadanos, y un desprecio jamás visto por la reconstrucción de la sociedad que
ellos destruyeron.
Lo bueno, es
que el mundo civilizado en conjunto con las fuerzas democráticas de nuestro
país, en perfecta armonía con la constitución; y la realidad política por el
acompañamiento masivo del pueblo venezolano, decidieron decir basta a 20 años
de crisis, y decadencia.
La decisión
mayoritaria del pueblo venezolano, del liderazgo democrático de nuestro país,
es la de poder expresarse en las urnas mediante elecciones libres, bajo
supervisión internacional y con un organismo electoral profesional, imparcial,
y no como hasta ahora con unas funcionarias obedientes a los mandatos del
ejecutivo, sistematizando la violación de los derechos humanos, y comprometidas
con la corrupción.
El mayor
deseo de nuestra gente es la conquista de la paz social y la reconstrucción de
nuestro país para –entre todos- impulsarlo hacia el desarrollo, aprovechando el
talento de nuestros ciudadanos; la inversión de empresarios, y emprendedores
nacionales e internacionales; la inteligencia y comprensión de los
trabajadores, y el acompañamiento decidido de la sociedad democrática
universal.
Venezuela
tiene mucho que ofrecer al mundo para garantizar los equilibrios, pero necesita
recuperar su democracia y sus instituciones para que nunca más sean
vulnerables, ni objeto del secuestro por parte de demagogos irresponsables, y
aventureros.
Nunca más
los populistas aspirantes a caudillos decimonónicos utilizando las armas de la
República; no más megalómanos y aprendices de brujo; no más ladrones y
estafadores de las riquezas de la nación, y la fe pública.
Todavía
falta mucho para reconquistar la democracia, pero nadie puede negar que en esta
oportunidad parecen haberse juntado las condiciones sugeridas por los
demócratas y el sentido común para restablecer la armonía, y la paz.
Contamos con
la participación masiva de la población; contamos con la comprensión y la
solidaridad de la comunidad internacional, y ahora solo falta que las Fuerzas
Armadas cumplan su papel constitucional, y se pongan al servicio del estado de
derecho, y no de una parcialidad política. Es cuestión de tiempo para que
también se expresen.
Mientras
tanto, los usurpadores que siguen intentando apropiarse del país, deben ceder y
dar paso a un nuevo escenario –sin violencia- para que podamos comenzar la
transición política, según las premisas marcadas por la unidad democrática y el
presidente de la AN, y presidente constitucional interino de la República, Juan
Guaidó, esto es: Cese de la usurpación; transición democrática y elecciones
libres.
Todavía
tienen tiempo de negociar su salida e irse del país, se los garantiza la ley de
amnistía aprobada recientemente por la AN, siempre y cuando no estén incursos
en delitos de lesa humanidad.
El interés
de los venezolanos tiene que estar centrado en el rescate del sistema
democrático, y sus instituciones; rechazar la venganza y el odio, y profundizar
la paz como garantía de la reconstrucción
y estabilidad.
El bienestar
de los venezolanos depende de que actuemos con inteligencia y sentemos las
bases para el desarrollo armónico de las generaciones futuras; el país tiene la
mayor potencialidad, y también el talento humano para garantizar el
renacimiento.
Quiera Dios
que a partir de que comience la transición, hagamos lo correcto. Pero, y la
ayuda humanitaria pa´ cuándo?
Román Ibarra
@romanibarra
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