No son solo las grandes luminarias del cine mundial o
importantes celebridades quienes acuden al subterfugio de pagar enormes sumas
de dinero para asegurarse el ingreso de sus hijos a los grandes colegios y
universidades del mundo, como hemos visto en las recientes semanas. Esta odiosa
práctica, tan criticada en la prensa mundial cuando se trata de estrellas de
Hollywood, es usada con mucha frecuencia por ciudadanos chinos con holgados
recursos económicos que desean, igualmente, garantizarle un mejor futuro a sus
hijos “comprándoles” un pupitre en las mejores escuelas del país asiático.
Este género de “donaciones” a colegios y universidades
de postín son igualmente combatidas por las autoridades quienes no pueden sino
reconocer que la competencia despiadada por acceder a la mejor educación es una
secuela de la vieja política de “un solo hijo” que imperó en China hasta 2016.
En efecto, dos parejas de abuelos y una de padres deben ingeniarse para que los
nietos o los hijos accedan a la mejor educación básica, media y, sobre todo,
universitaria para que se aseguren que ese infante estará en capacidad de
generar los recursos necesarios para mantener a las dos generaciones que lo
precedieron cuando sus edades no les permitan trabajar más.
La educación básica y media está garantizada por el
Estado en China a cada ciudadano durante nueve años, lo que permite finalizar
la educación media o técnica. Pero no así la educación superior, que es la que
permite acceder a un nivel alto de especialización profesional y a ingresos
significativos para su núcleo familiar. Desde 1985 el gobierno eliminó el
sistema de educación superior financiado con los ingresos fiscales, lo que hace
que los estudiantes deban demostrar una habilidad académica destacada para
acceder a las universidades tanto públicas como privadas.
Lo anterior ha traído como consecuencia que cada padre
de un hijo en edad escolar deba exigirle al menor un desempeño por encima de la
media y deba, por igual, invertir recursos en prepararlos extracurricularmente,
para poder acceder al sistema de becas basadas en el desempeño, lo que es un
perfecto y cruel embudo para seleccionar solo a los mas destacados. Y deben,
sobre todo, ejercer una presión incisiva sobre los más jóvenes para que sus
resultados escolares sean los mejores.
No es para menos. Sobre la geografía del gigante de
Asia hay solo 1600 entidades educativas superiores en esta hora para recibir
cerca de 29 millones de aspirantes a estudios universitarios. Pero hay menos de
500 universidades calificadas de internacionales que imparten estudios en
inglés. Las cifras son lapidarias. Es así como el rigor del ingreso a través de
complejos y exigentes test de capacitación, de evaluación de personalidad y de
destrezas personales es realmente extremo, particularmente por parte de las
casas de estudios. Ni hablar de lo empinado que puede ser el ingreso en las
Universidades de Shanghai o Beijing. ASi pues, la necesidad de un “performarce”
colindante con la genialidad es una obsesión en cada hogar con hijos en el
proceso de aprendizaje escolar.
Esta es una sola de las razones del fracaso de la
política emprendida por el gobierno de Xi para repoblar al país a través del
estímulo de la natalidad, lo que se ha convertido en una necesidad al fracasar
la política de un solo hijo.
Lo que está en juego es que la crisis demográfica que
ya se hace inminente en China, va a llevarse por delante a la política de
crecimiento económico que es imperativa, indispensable, para la administración
actual y para el propio Partido Comunista.
Beatriz de Majo
@beatrizdemajo
No hay comentarios:
Publicar un comentario