jueves, 21 de marzo de 2019

YOANI SÁNCHEZ, ¿POR QUÉ LA HUELGA ESTUDIANTIL POR EL CAMBIO CLIMÁTICO NO HA LLEGADO A CUBA?


Greta Thunberg tiene 16 años, es callada y tímida. La adolescente sueca se parece a cualquier cubana de esa edad que ha comprendido que el mundo no es el lugar cuidado y limpio que describen los cuentos infantiles. Su preocupación por el cambio climático la llevó a faltar cada viernes a la escuela para reclamar a los políticos acciones efectivas que protejan el medioambiente, una actitud que se ha extendido a los escolares de varias ciudades europeas y ha cruzado el Atlántico hasta contagiar a miles de latinoamericanos. Sin embargo, hasta ahora en Cuba ningún alumno de primaria, secundaria, preuniversitario o universidad se ha sumado a la iniciativa.

Que el pasado viernes las calles habaneras o de otras ciudades de la Isla no se llenaran de rostros juveniles exigiendo recortar las emisiones de dióxido de carbono o implementar políticas urgentes para cuidar el planeta, no significa -para nada- que los niños y adolescentes cubanos no reflexionen sobre estos temas. Lo que denota es la falta de autonomía y de derechos que padecen para manifestar su inconformidad. Ni la mayoría son apáticos e insensibles ante las cuestiones medioambientales, como muchas veces los adultos quieren hacer creer con esa nefasta frase de que "la juventud está perdida", ni Suecia queda ya tan lejos como para no saber el terremoto de activismo que está causando Thunberg.

A través de las redes sociales, del acceso a internet en los móviles y de las conversaciones entre amigos, es fácil hallar la historia de la joven que se plantó por semanas sola en una plaza de Estocolmo hasta lograr inspirar a miles de personas en todo el mundo. De manera que, al menos en este caso, no vale la justificación de la desinformación o el desconocimiento. Tampoco sirve el argumento de que en Cuba no tenemos los graves problemas medioambientales "del mundo desarrollado", como le gusta repetir a la prensa oficial. Basta ver la larga columna de humo que se levanta cada mañana desde la Refinería Ñico López en La Habana, para percatarse de la gravedad de la situación.

Más allá de las excesivas emisiones locales o la contaminación puntual de una zona, las protestas iniciadas por Thunberg intentan llamar la atención sobre el hecho de que se trata de un problema global que nos compete a todos. ¿Por qué, entonces, los jóvenes cubanos no han seguido el camino de los ecuatorianos, los brasileños, los mexicanos, los chilenos y los argentinos que se han sumado al reclamo iniciado por ella? La respuesta no es la indiferencia, sino el miedo.

Ninguna de las estructuras que engloban a los estudiantes y jóvenes en esta Isla está diseñada para actuar con voz propia. La Organización de Pioneros José Martí, la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y La Federación Estudiantil Universitaria son poleas de transmisión desde el poder hacia las nuevas generaciones y no plataformas para la representación, el reclamo y la presión ante las autoridades. Si la Plaza de la Revolución no les ordena que salgan a la calle no lo hacen y, tristemente, esa "orientación" solo llega por objetivos de corte ideológico, como protestar contra la Casa Blanca, reclamar la liberación de algún espía o participar en un acto de repudio contra disidentes.

Son entidades pensadas para amordazar la voz de los jóvenes en lugar de amplificarla. Eso explica por qué el ejemplo de Greta Thunberg se ha topado en Cuba con el silencio.

Yoani Sánchez
@yoanisanchez

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