He
leído, como muchos de ustedes, la columna de Almudena Grandes en El País. Almudena
Grandes lleva más de cuatro décadas publicando en uno de los periódicos más
leídos de España. Si mal no recuerdo lo viene haciendo desde que ganó un
concurso literario con su novela Las edades de Lulú.
He
leído la columna, reitero, porque un amigo venezolano me sugirió que lo
hiciera, de lo contrario no lo habría hecho. Jamás leo las columnas de Almudena
Grandes y hace mucho que dejé de leer sus libros sobre el tema de siempre, ya
adivinarán cuál, no hace falta que yo haga hincapié. Pero por encima de ese
insoportable amodorramiento individual, dejé de leer a Almudena Grandes porque
la he visto comportarse frente a la tiranía que hace más de 60 años destroza mi
país y las vidas de los cubanos de manera baja y egoísta. Su posición,
invariablemente, ha sido desagradable unas veces, silenciosa otras, o sea, en
una palabra: colaboradora.
Por
supuesto que Almudena Grandes está en su derecho de colaborar con los asesinos
de su gusto y elección, como mismo hizo Federica Mogherini, esa italiana
comunista (comunismo = +1 00 millones de víctimas) de la Unión Europea, cuando
declaró que Cuba era un ejemplo de democracia de Partido único, y se quedó tan
pancha ella.
Es
lo que tienen las democracias occidentales, que se van como achantando, como
olvidando, como tirando a un solo lado, del carro arrollador de la supremacía
ideológica de la izquiermierda, hasta que las bestias, que son las que tiran,
las que hacen el trabajo, las que pagan con su esfuerzo, rompen a cabalgar
hacia el lado ultra contrario. Es entonces cuando las y los Almudenas Grandes
de extrema izquierda de Europa se asombran y hasta se enrabietan, cuando la
extrema derecha se les va por encima con carromato y todo, y los aplasta con
sus cascos trepidantes dejándolos como un plátano chatino.
Si
Almudena Grandes desconoce lo que sucede en Venezuela es porque le da la gana,
y digámoslo ya, porque no le interesa
Lo
vergonzoso de que Almudena Grandes haya escrito y publicado este artículo en El
País y que el periódico lo haya dado a conocer sin modificar una coma -o quién
sabe si lo hicieron, precisamente modificándola, lo que sería mucho peor-, no
es solamente que esta escritora se haga la graciosa o la irónica (le falta
mucho) fingiendo ignorancia en relación con los sucesos que se vienen repitiendo
desde hace 20 años en Venezuela, sino que le falte el respeto a sus lectores y
a la profesión del periodismo al confesar sin que se le estruje una pestaña y
sin investigar como debió de haber hecho (vamos, para darle un chance) que ella
desconoce la situación real que en la actualidad impera en Venezuela, y además,
que desconfía, que ahí está el centro de su propuesta, de lo que otros
periodistas, políticos, de distintos bandos ideológicos, vienen demostrando: el
horror, el espanto inhumano exportado desde Cuba, y que se ha implantado en
Venezuela con ayuda de nombres relevantes de la represión castrista, como los
mismos Castro I y II, Ramiro Valdés, Miguel Díaz-Canel, entre otros esbirros
criminales de aquella tiranía.
Es
curioso cómo Almudena Grandes desconfía, ignora… Y, sin embargo, se muestra
sumamente confiada cuando la invitan a Cuba, mi país, a donde muchos escritores
y artistas cubanos se nos impide regresar, vivir y trabajar, y ella va allí con
todos los gastos pagos y las comodidades que ya conocemos, en compañía de su
marido, Luis García Montero. Es curioso la maña que tiene este tipo de gente,
que desde el poder que les confiere ser un sello relevante de un periódico
importante se atrevan y hasta se den el lujo de confiar en tiranías y, por otra
parte, desconfíen de los demócratas que denuncian esas tiranías.
Si
Almudena Grandes desconoce lo que realmente sucede en Venezuela, lo que no
podrá decir jamás acerca de lo que sucede en Cuba, porque muchos de nosotros
nos hemos encargado de comunicárselo y de refrescárselo, es porque le da la
gana, y digámoslo ya, porque no sólo no le interesa lo que está ocurriendo en
ese maltratado país, además porque ha decidido ponerse de parte de su dictador
de turno, y de los tiranos castristas que reprimen, a la manera castrista,
subrayo, a ese gran país rico que fue Venezuela y que los amigos de Almudena
Grandes en Cuba han conseguido transformar en una provincia pobre y desdichada
de la isla maldecida.
Después
de haber leído la columna, por cierto cada vez más breve de Grandes, en El
País, iba a optar por callarme una vez más, respetando a la escritora. Pero
esta señora ya no merece el respeto de nadie. No. Entonces me acordé, que en
una ocasión, en la que me invitaron al Hay Festival en Colombia me tocó ser presentada
junto a Almudena Grandes por el escritor y periodista, también de El País, Juan
Cruz.
Los
amigos de Almudena Grandes en Cuba han conseguido transformar Venezuela en una
provincia pobre de la isla
Antes
de entrevistarme a mí, públicamente, Cruz se dirigió a Grandes, ella no cesó de
hacerse autopropaganda y de hablar de la Guerra Civil española y del
franquismo. Cuando me tocó hablar a mí, las preguntas políticas fueron
evitadas, o eso me pareció, y aunque Cruz es de los que deja hablar (era la segunda
vez que me presentaba, de la primera hacía muchos años en la Librería Crisol de
Madrid), se notaba la tensión cuando yo respondía acerca de la situación que
los cubanos viven desde hace seis décadas. O sea, como si lo que estaba
ocurriendo en la actualidad en aquel momento, todos esos horrores, no tuvieran
por qué tener el mismo nivel de atención de lo que según Grandes había ocurrido
en España en el pasado, un pasado superado por la democracia y las libertades
pos franquistas.
Hoy,
varios amigos venezolanos me han preguntado qué pienso de ese artículo. Tengo
que decirlo tal cual. Me da un profundo asco, no puedo responder de otro modo.
Me da la misma repulsión que le he notado en la mirada a Grandes cuando nos
hemos cruzado, aunque ella se empeñe en ser amable y no se vea más que
deslucidamente hipócrita.
No,
perdón, yo siento todavía mayor repulsión, y me siento en el deber de hacerlo
notar. De indicar que por culpa del vedettismo de estos personajes de la gauche
caviar como Almudena Grandes, que creen que desde el pedestal confortable de El
País pueden opinar semejantes barbaridades y escudarse inclusive detrás de la
ignorancia y de la duda, cual rancia señorona detrás de una cortina de pesado
tejido voluntarista y totalitario, es que nos han hundido a los cubanos en el
olvido, nos han pisoteado y humillado, y es lo que esta gente quiere que suceda
también con los venezolanos. Subrayo: siento un desprecio profundo por Grandes
y su pequeñez.
Zoé
Valdés
@zoevaldes
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