Con buena fortuna, Guaidó acuñó su programa: “cese de la usurpación”, seguido del gobierno de transición que conduciría a elecciones libres, lo que equivalía a la salida del régimen. De allí los llamados a los militares a alzarse y la entrada (“sí o sí”) de la ayuda humanitaria, que sería recibida por una inmensa manifestación popular. Los gobiernos, impacientes, anunciaban la caída de Maduro como efecto de toda la presión doméstica e internacional. Guaidó era el presidente destinado a liderar la salida del régimen e instaurar un gobierno que condujese a elecciones libres; hasta había un programa para ese breve mandato con nombre impositivo y total: Plan País.
Con la aventura del 30 de abril “el cese de la usurpación” varió de naturaleza. No se saben las maniobras y embelecos detrás de esa insólita correría, pero quedó claro que el objetivo era sacar a Maduro pero dejar al Maikel, y a los generales Padrino López, Hernández Dala y Figuera, nada más y nada menos que los criminales jefes de la represión. Es decir, “el cese de la usurpación” ya no era salir del régimen sino cambiar a Maduro por Guaidó.
En medio del apagón informativo respecto al diálogo de Barbados, parece ser que la propuesta de Guaidó es la de elecciones con condiciones, cambio del CNE, libertad de presos políticos (¿todos? ¿los militares también?), cese de las inhabilitaciones y cambio de Maduro por uno potable para “ambos lados” para que compitan en las elecciones, uno del lado rojo y del otro, Guaidó.
Aunque no es un cambio radical, se podría decir que la sustitución de Maduro es un peor-es-nada ante el fracaso de sustituir al régimen en su conjunto. Veamos su viabilidad sin olvidar que mucho se dijo que no podría sobrevivir a la muerte de Chávez y ya vemos que sí, con menos apoyo popular y más torturas y crímenes.
Un régimen que ha sido capaz de matar y torturar, no va a ceder si no hay una amenaza creíble. Se podría contraargumentar diciendo que el cerco internacional sin precedentes es precisamente eso, lo que haría a Maduro insostenible; sin embargo, no se ve viable que cedan en esa “usurpación” sin amenazas (o acciones) de fuerza, internas/externas.
Pero, supongamos que sí ceden en lo de Maduro, pero dejan a todo su aparato intacto con Padrino y el Maikel, y los demás. En ese caso, el pueblo volcado a la calle arrasaría con los restos de ese régimen, entre otras razones porque un gobierno presidido por alguien “potable” no querrá convertirse en reo de La Haya y no podría reprimir, si quiere conservar apoyo interno e internacional. Las calles serán de los ciudadanos y no hay Padrino que aguante al pueblo insurrecto. Lo saben los próceres rojos y eso esquivan.
Por tal razón, el objetivo de cambio de régimen no tiene sustituto ni que se quiera. El TIAR abre un camino contrario al de Barbados.
Carlos Blanco
@carlosblancog
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