Sostengo que es el mejor de todos los tiempos en Venezuela. Y eso que hay buenos. Y finos. Como Laureano.
Nos ha hecho reír por décadas. Su versatilidad es de marca mayor. Cubre un insólito espectro de personajes.
Pero a Emilio Lovera le tocó la lotería. Le diagnosticaron un cáncer.
Sin embargo, el médico, según se cuenta, le dijo: “De ésta no te vas a morir”. Y él se convenció.
Y lo venció.
Ya repuesto, quiso de nuevo regresar a los escenarios. A hacer reír a los venezolanos.
Pero nada, los amargados que están de salida le cortaron la posibilidad. Alegaron falta de pago de impuestos.
¡Tamaña paradoja por parte de quienes se han cansado de robar los impuestos de todos nosotros!
Para los países, el humor es parte del sentir de los ciudadanos. Eso que llaman el sentimiento nacional. En las democracias se permite. Y, más aún, se fomenta.
El poder siempre ha sido, es y será un objetivo del humor. Y obviamente, quienes lo ejercen.
Pero a los regímenes autoritarios no les gusta el humor. Les molesta. Su rigidez no admite que la toquen. Porque se astilla. O se quiebra.
Los totalitarismos, como el venezolano, suelen ser malos chistes de la historia.
Ya lo decía el General Soublette: “La república no se perderá porque el pueblo se ría de su gobernante. La república podrá perderse cuando el gobernante se ría de su pueblo”.
Y esto es lo que hacen todos los días estos desalmados: reírse del pueblo venezolano.
No importa. Esto es solamente un tropezón.
El fin de este régimen depredador está cerca. Y Emilio Lovera lo verá.
Bernard Horande
@BHorande
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