Tal como hemos venido sosteniendo en los últimos años y meses, la opción que más favorece el pueblo venezolano, es la electoral, y pacífica.
Según la encuesta publicada recientemente por un diario de amplia circulación, sobre la base de un estudio estadístico del experto César Fleitas, más del 66% de la población valora la negociación como la vía más expedita para encontrar una solución política a la crisis venezolana.
Esto significa que las dos terceras partes de la ciudadanía en nuestro país prefiere un desenlace electoral y en paz bajo los mecanismos de la Constitución, a diferencia de la minoría (extremista) que auspicia una coalición de fuerzas militares internacionales para resolver la crisis, cosa que buena parte de la propia comunidad internacional rechaza.
Quiere decir que no deberíamos perder tiempo en discutir una salida, cuya realización es de muy baja probabilidad, o casi inviable.
No obstante, el extremismo antipolítico (en Venezuela, y parte del exterior) sigue en sus quehaceres deletéreos invocando escenarios violentos que solo conducen a la disolución, y –voluntaria o involuntariamente- le hacen el juego a quienes quieren permanecer en el poder, aunque sea al precio de la destrucción total de la vida de los venezolanos.
En ese cuadro de insensateces solo ganan Chinos, Rusos, Iraníes, Sirios y Cubanos, es decir, los padrinos de la locura, pero perdemos los venezolanos porque el deterioro social y económico marcha a un ritmo de vértigo que afecta a la gente común; la que está en Venezuela intentando sobrevivir sin ninguna posibilidad. La gente que día a día ve morir sus posibilidades de encontrar el progreso familiar y personal.
Quienes de manera terca e insensata continúan promoviendo el camino de la violencia y la guerra, parecen no recordar las guerras civiles ocurridas en distintos lugares del mundo, con su saldo trágico en la pérdida de vidas, y las secuelas del odio y la venganza.
Vale la pena insistir en la necesidad del diálogo, en el entendido de que toda negociación comporta mutuas y recíprocas concesiones para alcanzar acuerdos, en lugar de continuar en la idea de aniquilar por completo al adversario, cosa que ha sido imposible en estas dos largas décadas de conflicto.
Es harto elocuente que ellos (el oficialismo) con su fuerza militar, el secuestro institucional, el dinero de la corrupción, y los apoyos internacionales del comunismo, no hayan podido destruir a la oposición que se mantiene luchando siempre a pesar de las dificultades, ni la oposición con su creciente apoyo popular y alianzas democráticas internacionales, haya encontrado el camino para derrotar al comunismo militarista imperante.
Eso debería ser argumento suficiente para aferrarse a los mecanismos de negociación, habida cuenta de que el deterioro social y económico de nuestro país, y nuestra gente, apuntan irreversiblemente hacia la disolución total, hacia el Estado fallido, pero parece que esas consecuencias a nadie le importan.
Por ese camino, la gente seguirá intentando sobrevivir en medio del caos con el agravamiento de la crisis de los servicios; el crecimiento exponencial de la violencia y la inseguridad; la prostitución; el paramilitarismo; el tráfico de drogas; la desnutrición; el hambre, la desesperanza, la tristeza, y la muerte.
Los esfuerzos del gobierno de Noruega, apoyados por una gran cantidad de países para lograr un entendimiento y salidas políticas a la crisis venezolana, deben ser apoyados con responsabilidad y de manera decidida.
Estamos a tiempo de producir los acuerdos necesarios que eviten la disolución; seamos sensibles con el sufrimiento de la mayoría de la población y atendamos de manera prioritaria a las soluciones.
Por el amor de Dios, no cometamos más errores. La gente quiere contar votos, y no muertos!!
Román Ibarra
@romanibarra
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