domingo, 29 de septiembre de 2019

MARIANELA PALACIOS: VENEZUELA, ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ

El discurso belicista, es decir, aquel favorable a la guerra como medio para resolver conflictos, ha estado presente en la revolución socialista del siglo 21 desde hace décadas.

Y se ha expresado de múltiples formas. Desde aquellas amenazas iniciales de freír adecos y el uso de calificativos para deshumanizar y restar valor en la dinámica social a aquellos que se les oponen (“escuálidos”, “tumores”, “gusanos”, “basura”, “plagas”,“malditos”…), hasta el chiste de un ex canciller en el programa Zurda Konducta sobre cómo pasa una bala de un francotirador por el cerebro de un opositor, las consignas más coreadas (“Patria, socialismo o muerte”) y los símbolos que usan para proyectar su poder (el puño que golpea la palma de la mano) e identificar a sus cuerpos de seguridad (calavera de las Fuerzas de Acciones Especiales-FAES- de la Policía Nacional Bolivariana) y sus canales con mayor audiencia (hojilla, mazo), son testimonios de ello.

El afán de polarizar al país y exacerbar emociones etiquetando al adversario político como enemigo, banalizando la muerte o criminalizando la disidencia, no es algo nuevo en Venezuela. Lleva décadas añejándose en el discurso público, y no solo el de voceros del oficialismo sino también de la oposición.

Y las palabras construyen realidades. Más aún cuando las personas que las pronuncian son los líderes de una Nación y con sus dichos y hechos modelan la formación de las nuevas generaciones.

Por experiencia propia, sé que después de muchos discursos de Hugo Chávez durante las cadenas presidenciales, cuando cuestionaba a un periodista o un medio críticos, grupos violentos solían visitar horas o días después las sedes de nuestros lugares de trabajo y no solo para gritar consignas de protesta, sino también para lanzar bombas molotov, piedras, vidrios y hasta balas.

“Este tipo de acciones y discursos presidenciales confirman el deterioro del Estado de derecho en Venezuela”, advirtió en su momento la Comisión Internacional de Juristas (CIJ) tras la detención de la jueza venezolana María Lourdes Afiuni y los ataques públicos realizados por el mandatario directamente contra ella.

http://w2.ucab.edu.ve/tl_files/CDH/Maria%20Lourdes%20Afiuni/INFORME-CONCLUIDO-JUEZA-M.%20AFIUNI-2010.pdf

Los niveles de violencia verbal y física en el escenario político han aumentado en los últimos años, al igual que la censura y autocensura en el sistema informativo nacional y la migración de periodistas, políticos y activistas de derechos humanos

https://ipysvenezuela.org/2019/03/30/periodismo-migrante-indice-de-libertades-informativas-ipysve-2018/.

También ha aumentado el número de abusos policiales y militares contra opositores al gobierno. Por ejemplo, la cifra oficial de casos de muertes “por resistencia a la autoridad” reportadas por el propio gobierno a la Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, es “inusualmente alta”. Y debido a ello advirtió en Ginebra sobre ejecuciones extrajudiciales y recomendó el desmontaje de las FAES.

Pero eso no fue aceptado por el gobernante Nicolás Maduro, quien en lugar de tomar medidas para frenar este tipo de conductas en ese cuerpo de seguridad, públicamente les dio un espaldarazo y aplaudió el trabajo que vienen desarrollando.

https://observatoriodeviolencia.org.ve/cinco-mil-287-muertos-con-maduro-en-un-ano-por-resistencia-a-la-autoridad-onu/

También la organización Human Rights Watch, en su más reciente informe sobre Venezuela, habló de 18.000 muertes causadas por cuerpos de seguridad del Estado venezolano “por resistencia a la autoridad” desde 2016 a la actualidad, casos documentados de ejecuciones extrajudiciales y un patrón sistemático grave de abusos que quedan impunes.

https://www.hrw.org/es/news/2019/09/18/venezuela-ejecuciones-extrajudiciales-en-zonas-de-bajos-recursos

El nivel de descomposición y retroceso político, social y económico que ha tenido Venezuela en el último sexenio no tiene precedentes en la historia de América Latina, sin ser un país afectado por desastres naturales ni una confrontación armada.

La economía nacional se redujo más de la mitad entre 2014 y 2018, por una recesión que no ha sido corregida aplicando políticas adecuadas y que este 2019 restará otro 25% a la capacidad productiva nacional, según estimaciones del Banco Mundial. https://cotejo.info/2019/08/venezuela-recesion-economica/

La crisis humanitaria amenaza con convertirse en catástrofe humanitaria https://cotejo.info/2019/03/bachelet-informe-onu-vzla/, los servicios públicos colapsan, la calidad de la educación se ha venido a menos con las olas migratorias (más de 4,3 millones de venezolanos se fueron, de acuerdo con Naciones Unidas), los salarios se han pulverizado https://cotejo.info/2019/05/salario-minimo-pulverizado/ y el país enfrenta una dolarización de facto https://cotejo.info/2019/08/dolarizacion-de-facto/.

Y en medio de esta coyuntura, la élite gobernante abandona el proceso de negociación con la oposición liderada por Juan Guaidó, que era acompañado por mediadores noruegos, e intenta ahora convencer al mundo de que ha llegado a un “acuerdo” con la “oposición” (el mismo grupo de “opositores” que se prestó para ir a las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018, con las que Maduro trató de legitimarse, pero cuyo resultado fue desconocido por más de 50 países y un alto porcentaje de venezolanos).

En su discurso público, el mandatario tiende a victimizarse, a culpar a otros de la crisis actual y de los vientos de guerra que soplan en Venezuela, e intenta presentarse como un adalid de la justicia y la paz.

No obstante, en su retórica también está presente la radicalización del proceso político y ese maniqueísmo que, según libros de historia y ciencia política, es típico de regímenes autoritarios o totalitarios: amigos o enemigos, buenos o malos, patriotas o traidores a la patria.

En 2017, por ejemplo, declaró públicamente que si la revolución caía, “lo que no se pudo con los votos, lo haríamos con las armas”

Y más recientemente, usando la red de medios oficiales del Estado, llegó a difundir un video de la Red de Articulación y Acción Sociopolítica (RAAS), que abiertamente invita a los miembros de las 14.381Unidades de Batalla Hugo Chávez (UBCH) que están distribuidas a “desplegarse casa por casa para la caracterización sociopolítica” de sus respectivos vecinos, para “identificar con claridad cuál es su enemigo histórico” y para que se organicen y adquieran “el conocimiento necesario para vencer al enemigo”.

Marianela Palacios Ramsbott 
@nelapalaciosr

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