Los seres humanos viven de los marcos o estructuras mentales que han ido estableciendo en la medida que resuelven problemas. Cada éxito, se repite. La reiteración las hace eternas y serán modelo y forma de configurar mundos. Ejemplo, en el siglo pasado se repetía en voz de Rómulo Betancourt: “Adeco es adeco hasta que se muera”. Pocos sabían que esta palabra “adeco” es una contracción de “adecomunista”, y fue inventada por la derecha el 18 de Octubre de 1945. Devino en modelo mental, que la historia sustituyó. Produjo otro modelo mental. Así todo cambia.
El 17S se conoce sobre el diálogo nacional y sus seis acuerdos rompen el paradigma de Barbados. La termodinámica impone un sustituto, que tiene derecho a existir y subrogar el anterior. Siempre y cuando logre dar respuestas rápidas y aceptables.
Pero toda acción tiene una reacción. Y este diálogo nacional y sus seis acuerdos produjo una inmediata histeria. Por supuesto de la derecha. Cuando dirigió todo su veneno, no contra los marcos conceptuales y los valores que contiene cada acuerdo, o los principios éticos que impone o la empatía que despiertan, sino contra quienes negocian,- falacia ad hominem- por sus antecedentes políticos. Una verdadera calamidad analítica. ¿Venganza? No, vergüenza.
Critican el diálogo por mera impertinencia. Omiten la importancia del valor moral que tiene separarse de la abusiva tutela de la comunidad internacional, bajo el principio de la soberanía nacional que debe tener un proceso tan urgente e importante como este.
Critican que debamos someternos a la tutela de un mediador en temas que por supuesto conocemos más y mejor que cualquiera. Este modelo mental nuevo, permite que ganemos confianza en nuestras capacidades y la gente comience a vernos como seres sensatos capaces de crear nuevas rutas para superar la crisis.
Ahora surgen enemigos o defensores. La comunidad europea lo reconoce y expone un apoyo colateral al decir que después del 17S “continúa creyendo en una solución política negociada”. Defiendo que el diálogo y sus seis acuerdos son un contrafuerte para fortalecer una solución política negociada.
Trump, todo lo contrario, reafirma su casta injerencista, agrede nuestros negociadores del diálogo nacional y los llama “tribu de marginales”, y da su apoyo al interino rastrojito al tenerlo como su única carta válida en el diálogo.
Tulio Monsalve
@TutuMonsalve
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