"En segundo lugar, la inflación imprevista cumple un rol redistributivo (negativo) en la medida en que los deudores ganan a expensas de los acreedores."[1]
Lo cual implica que las deudas se pagan con dinero depreciado, lo que en otros términos es como decir que las deudas son menores a las que lo eran cuando las mismas fueron contraídas. Aunque nominalmente la cantidad de billetes a entregar fuera de la igual nominación (por ejemplo $ 1000.-) la pérdida del poder adquisitivo de cada unidad monetaria hará que lo que se pueda comprar con el mismo billete sea de una cantidad mucho menor a lo que se podía adquirir con idéntica unidad monetaria antes de la inflación.
"En tercer lugar, en tanto las personas no pueden anticipar perfectamente el proceso inflacionario y en tanto el dinero se introduce en algún lugar específico del sistema –por caso, a través de la compra de bonos del gobierno–, algunos precios (el precio de los bonos, por ejemplo) se ajustan antes que otros, lo que significa que la inflación distorsiona los patrones de intercambio y de producción."[2]
Donde primero se incorpora el dinero inflacionario es donde primero se distorsionan los precios, sea en el sector que fuere. Si ese dinero adicional p. ej. se ingresa por medio de los bancos en el sistema financiero, será aquí donde la distorsión relativa tendrá sus iniciales manifestaciones, afectando las tasas de interés del crédito. En rigor, poco cuenta si las personas pueden o no anticipar la inflación, porque aun cuando tuvieran noticia precisa de en qué momento el gobierno piensa incrementar la oferta monetaria y en qué exacta cuantía (caso, por cierto, no sólo poco frecuente, sino en extremo raro) no podrán jamás prever en qué proporción y en qué sectores específicos dicha emisión distorsionará los precios de los mercados de que se traten.
“En la medida en que el dinero es el vínculo para casi todas las transacciones en la economía moderna, las distorsiones monetarias afectan a esas transacciones. El fin de la política monetaria, por tanto, debería ser el de minimizar estas distorsiones monetarias, precisamente porque la moneda no es neutral [7]”[3]
El ideal -más que minimizar- es la de directamente eliminar la emisión monetaria por causas exógenas al mercado, y dejar librado al propio juego de la oferta y la demanda la creación y emisión de dinero por parte de cualquier particular que estuviera interesado en el negocio y quisiera emprenderlo. Ni más ni menos como fueron históricamente los orígenes de la moneda, que comenzó siendo un medio de intercambio privado, como lo atestigua la figura del trueque donde una mercadería valorada de manera diferente por disímiles contratantes se convirtió paulatinamente en un medio común de cambio evolutivamente hasta transformarse en dinero.
"Proposición 9: La estructura de capital consiste en bienes heterogéneos que presentan usos multiespecíficos que deben ser alineados. En este mismo instante, gente en Detroit, en Stuttgart y en Tokio están diseñando vehículos que no serán adquiridos sino hasta dentro de una década. ¿Cómo pueden saber el modo adecuado de asignar los recursos para lograr este objetivo? La producción siempre está orientada hacia una demanda futura que es incierta, y el proceso de producción exige diferentes etapas de inversión, que van desde las más remotas (minería para la extracción de hierro, por ejemplo) a las más inmediatas (el concesionario de vehículos).[4]
Conocida como la teoría de la imputación expuesta por Ludwig von Mises -entre otros autores- los valores fijados a los distintos bienes de capital los son desde abajo hacia arriba y no la inversa como suele sostenerse. Se otorga valor a un determinado factor de producción por la sencilla razón de que hay un consumidor que está dispuesto a conferir valor al bien final que será resultado de esa cadena de producción en lo que se da en llamar la estructura vertical del mercado. Pero también dicha concesión tendrá efectos en la estructura horizontal del mismo, alcanzando a los factores adyacentes o complementarios que contribuyen a la producción del bien final. En realidad, el proceso de producción está orientado hacia una demanda prevista pero incierta, y sería más adecuado expresarlo de este modo. Porque nadie produce algo previendo que no será demandado por nadie. Lo incierto es que la demanda se concrete, porque la misma siempre estará condicionada a los volubles gustos y preferencias de los consumidores por un lado y por el otro a quien sea el más capaz de anticipar los cambios relativos en esos deleites y predilecciones por efecto de la innovación de otros agentes del mercado. Entonces, esa demanda futura, no es totalmente incierta, sino que sólo lo es parcialmente.
"El valor de todos los bienes de producción en cada etapa de la producción deriva del valor que los consumidores otorgan al producto fabricado. El plan de producción alinea varios bienes en una estructura de capital que produce los bienes finales, de modo ideal, de la forma más eficiente. Si los bienes de capital fueran homogéneos ellos podrían ser utilizados en producir todos los productos finales deseados. Pero los bienes de capital son heterogéneos y multifacéticos; una planta de producción de vehículos sólo puede fabricar vehículos, no puede producir chips electrónicos para computación [8][5]
La imputación de valores -como decimos- va en sentido ascendente. Parte de la asignación de valor que hace el consumidor por el producto final y se extiende hacia arriba hasta los bienes de orden superior. Uno de los principales obstáculos de la mal llamada economía socialista es el de ignorar que los bienes de capital son heterogéneos. Los suponen homogéneos. Si fueran homogéneos no habría tal cosa como una estructura de capital, sino un bien único de capital que sería capaz de producir todos los bienes intermedios y -asimismo- todos los bienes finales posibles. Pero ese mito marxista no existe. Lo que la cita expresa es que esa estructura de bienes heterogéneos comprende bienes de capital que alinean bienes intermedios para la producción de los bienes finales. Y es el mercado el que se ocupa de ese proceso.
[1] Peter J. Boettke. *Hacia una Robusta Antropología de la Economía**La Economía Austriaca en 10 Principios* Instituto Acton Argentina. Trad: Mario Šilar.
[2] Boettke, P. ibidem
[3] Boettke, P. ibidem
[4] Boettke, P. ibidem
[5] Boettke, P. ibidem
Gabriel S. Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
No hay comentarios:
Publicar un comentario