viernes, 6 de diciembre de 2019

GIOCONDA CUNTO DE SAN BLAS: EL PROGRAMA PISA Y SUS DATOS EDUCATIVOS

El Programa Internacional para la Evaluación Estudiantil (PISA, en inglés) que aplica la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD) cada tres años a jóvenes de 15 años a escala mundial, evalúa comprensión lectora, habilidad matemática y capacidad de adquirir información científica, como herramientas para desempeñarse con éxito en la sociedad del conocimiento, la sociedad del siglo XXI. Con esos datos a la mano podemos detectar debilidades y fortalezas del sistema educativo, en afán de diseñar políticas públicas que favorezcan a toda la población y nos hagan competitivos en el mundo globalizado.

Hasta ahora Venezuela no ha participado en evaluaciones de este tipo, en razón de la política del régimen de desestimular la competencia en un mal entendido igualitarismo hacia abajo, que tacha de elitista cualquier evaluación cuantitativa del aprendizaje, o tal vez para no hacer evidente ante el mundo la baja calidad de nuestro sistema educativo en estas dos décadas de decadencia. Contra esta opinión, el Gobierno de Miranda, bajo la responsabilidad de Henrique Capriles, asumió en 2010 ese desafío y enroló a los planteles estadales y privados del estado Miranda en las pruebas PISA, con la meta de mejorar sus estándares educativos para todos por igual.  Ha sido la única vez que la prueba se haya hecho en suelo venezolano.

Esta semana se han conocido los resultados de la evaluación PISA 2018, aplicada a más de 600 mil estudiantes de 15 años de edad en 79 países. Luego de casi dos décadas de pruebas, lo primero que salta a la vista es que a pesar de que los países pertenecientes a la OECD han aumentado el gasto por alumno en 15%, el promedio de desempeño en capacidad lectora, matemáticas y ciencia se mantiene esencialmente igual. Por otra parte, el desempeño exitoso no ha dependido de un alto bienestar económico de los países involucrados.

Así por ejemplo, cuatro provincias chinas (Beijing, Shanghai, Jiangsu and Zhejiang) están en el primer puesto en todas las evaluaciones, ubicándose en 512, 555 y 591 puntos en capacidad lectora, matemáticas y ciencia, respectivamente. Eso a pesar de que  su PIB es bajo, comparado con Singapur (segundo  puesto en la clasificación) y naciones europeas diversas, superando ampliamente los puntajes de cualquier otra región y el promedio general, ubicado en  487, 489 y 489. Ninguno de los países latinoamericanos participantes (Chile, Uruguay, Costa Rica, México, Brasil, Colombia, Argentina, Perú, Panamá, aquí listados en orden decreciente de desempeño) pudo romper la barrera del promedio general, siendo los valores máximos 452, 418 y 444, obtenidos por Chile para las tres pruebas del estudio. Los valores mínimos los obtuvo Panamá: 377, 353, 365. De manera que América Latina tiene mucho que revisar en materia de formación de las generaciones de relevo.

El informe resalta el inquietante hecho de que menos de 1 en 10 estudiantes en los países OECD fueron capaces de distinguir entre hechos y opinión, no supieron pensar de manera crítica o emitir juicios bien fundamentados, ni leer textos complejos, en suma, no sabían interpretar lo leído.

Un tema tratado en el informe es el de la igualdad y la inmigración, algo que nos toca de cerca en tanto que Unicef calculó que alrededor de 1,1 millones de niños venezolanos en América Latina y el Caribe necesitarían en 2019 acceso a servicios como educación, saneamiento y agua potable a consecuencia de la crisis migratoria venezolana. De manera que resulta pertinente acercarnos a lo que nos dicen las pruebas PISA 2018 sobre niños migrantes.

En ellas, la diferencia de puntaje en desempeño lector entre migrantes y no migrantes fue de 41 puntos en favor de estos últimos. Esta desventaja, sin embargo, no debe esconder el hecho de que muchos estudiantes inmigrantes superan obstáculos considerables y son académicamente excelentes. Ellos representaron 17% de quienes se situaron en el cuadrante superior en comprensión lectora, un testimonio a su motivación y a la de sus familias. Es un dato a tener en cuenta por los padres que emigran con sus familias: los niños sufren los problemas de adaptación, más aun si han migrado a países con lenguas distintas a la del país de origen.

Al no participar en la prueba PISA 2018, Venezuela carece de datos que nos permitan evaluarnos en comparación al resto del mundo. Sin embargo,  el extenso y detallado informe de la OECD sobre el informe PISA 2018 debería ser leído por todos aquellos motivados por asuntos educativos y quienes sean o vayan a ser en el  futuro,  responsables por políticas públicas en educación, debido a que son muchas las recomendaciones que se suceden en su lectura.

Solo en conocimiento de nuestras falencias podremos acercarnos a la aplicación de medidas correctivas que garanticen un mejor futuro a las generaciones de hoy y mañana.

Gioconda San Blas
gioconda.sanblas@gmail.com
@daVinci1412

No hay comentarios:

Publicar un comentario