La OFAC advirtió que las sanciones no son permanentes y que están sujetas a los cambios de comportamiento de los involucrados para favorecer el “orden democrático en Venezuela”.
Los poderosos del mundo no han alcanzado un acuerdo aunque, evidentemente, están interesados en lograrlo para una salida negociada de la crisis de Venezuela. Creo que, al final, la negociación tendrá éxito porque así lo aconsejan los enormes peligros que quizás expondrían al mundo a un inmerecido baño de sangre.
Los protagonistas directos en la tensa pulseada son el presidente Trump, quien ha demostrado que no habla por hablar, y la empresa Rosneft, plenamente apoyada por el presidente Putin, quien tampoco es precisamente un hombre de ánimo endeble.
Para que hayan llegado al extremo sugerido por el comunicado de la OFAC del Departamento del Tesoro de EEUU, tiene que ser demasiado atractivo lo que premiaría una persistencia que pareciera rayar con el suicidio. Y en efecto lo es.
Rosneft está exportando el 62% del petróleo venezolano; posee el 100% del vasto proyecto gasífero, por 30 años, de los yacimientos de Patao y Mejillones en la costa oriental de Venezuela y, por si fuera poco, ilimitadas exenciones arancelarias y de todo tipo. Maduro también pone en juego su pregonado nacionalismo como lo revelan las acusaciones que le ha disparado el medio digital argentino http://www.laizquierdadiario.com/, hasta ahora, aliado suyo.
Quizá la codicia pudo más que la prudencia, Rosneft debió haber pensado que el gobierno norteamericano no permitiría, por inadvertencia, su juego de manos. Es lo que nos tiene a todos al borde del precipicio. Solo podemos imaginar que alguien o algo cederá, o dan nuevos pasos en el camino de la confrontación para que asome su rostro la violencia o el desenlace sea el acuerdo, negociar en serio, preservando desde luego los intereses de tirios y troyanos, conseguir una solución electoral pacífica que garantice la recuperación democrática de Venezuela junto con su libertad, su prosperidad y la convivencia de todos los pensamientos.
De hecho, pese a la locura desatada por estos acontecimientos, asomaron opiniones sanamente políticas, entre las que cabe destacar la aclaratoria contenida en el epígrafe y la opinión de Leopoldo López recordándole a Rusia que, en una Venezuela libre y democrática, tendría buenas oportunidades como seguramente las tendrán todos los países y empresas que quieran invertir, con reglas claras, en el desarrollo de Venezuela.
Sería perfectamente lógico que estos asuntos ya estén siendo considerados por las partes, pero mientras más rápidamente se despeje un camino como este, rumbo hacia desenlaces nítidos, transparentes y negociados pacíficamente, la superación de la dramática situación vivida por Venezuela y las peligrosas tensiones que pueden llevarnos a una nueva guerra fría podrán ser dominadas por la inteligencia del liderazgo. La noche quedará atrás y los jefes políticos que así lo determinen ganarán un buen espacio en la historia.
La guerra no es opción, en todo caso sería una fatalidad desgraciada para todos los protagonistas y, en la era de la crisis energética, no sería una demasía decir que también para el mundo.
En Venezuela hay dos poderes enfrentados, más allá de legitimidades y reconocimientos universales. El punto es aprovechar las dimensiones de esta situación tal como ella es y no como quisiéramos que fuera para impulsar la consulta soberana e internacionalmente supervisada, depurándola de los factores que la enturbian y ponerle fin cuanto antes a esta tragedia interminable. La oposición debe reencontrar el camino de su unidad en la diversidad y Maduro comprender que es imposible postergar el cambio anhelado por los venezolanos.
Sin duda, la complejidad internacional ayudará a encontrar ese desideratum porque, tal como puede verse, los intereses de todos están en juego y de lo que se trata es de que la solución sea equitativa hasta donde pueda serlo. La respuesta está en manos del voto soberano y de la cabeza fría del liderazgo.
La lógica común vertida en una pregunta dejada correr en un programa televisivo no podría despacharse con respuestas no meditadas. ¿Cómo va a aceptar el poder en Miraflores ir a unas elecciones libres temiendo que por serlo se traduzcan en una segura derrota?
Esa inquietud no tiene suficiente base; primero, porque si los últimos restos de espíritu de venganza que sobrevivan en opositores y oficialistas no son desterrados, sería verdaderamente difícil salir adelante y segundo, porque la comunidad internacional, que con su presencia ha sido tan determinante, se volvería contra quienes quisieran encanallar el proceso en su momento más luminoso.
Americo Martin
amermart@yahoo.com
@AmericoMartin
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