1. Una de las discusiones más estériles es sobre si se es pesimista u optimista. Estos días la necedad ha alcanzado niveles atómicos, cuando, ante las posiciones críticas sobre los eventos se pide… ¡optimismo! El célebre y manoseado tema del vaso medio vacío: los optimistas claman por verlo medio lleno y los pesimistas gimotean al verlo medio vacío; cuando lo cierto es que quienes tengan al menos dos dedos de frente y no sucumben a chantajes, sólo pueden verlo medio lleno y medio vacío al mismo tiempo.
2. Entre ciertos empresarios y algunos usuarios del país, con cierto copete, se comienza a hablar de liberalidades impropias de un régimen rojo profundo: la circulación del dólar que se incrementa día a día, y será máxima cuando la faena de la destrucción total del bolívar sea completada. Sólo existirán dólares/euros, bolsas Clap y trueque. Además se habla de los famosos bodegones llenos de cuanta cosa había en las buenas épocas; de importaciones prácticamente libres; de apertura de cuentas en moneda extranjera; del cese de las expropiaciones; en fin, de condiciones para invertir y producir, siempre que usted no acompañe a la oposición vetada. Así se constituiría un esperpento aproximado al “modelo chino”, autocracia política y apertura económica.
3. Tales son las falacias que circulan. La admisión del dólar y del euro como monedas de curso legal, cuando las exportaciones petroleras están en su mínimo y las no petroleras son casi inexistentes, obedece a la necesidad de legalizar los dólares provenientes de toda fuente al margen de su legitimidad. Allí entran los acumulados en maletas de los barrigones de Fuerte Tiuna, lo que proviene de la exportación ilegal de oro y por supuesto de la gran narcolavandería del planeta. Lo que hay no es una aproximación al capitalismo sino al tribalismo del sálvese quien pueda. La sujeción al Estado y la condena a las cadenas de la pobreza no disminuye sino se acentúa. Lo que triunfado no es el orden de una sociedad emergente sino la bestialidad de una sociedad en desintegración.
4. Algunos se sorprenden de que haya “islas de bienestar” e incluso, que algunos empresarios prosperen. Esto no es sino ignorancia histórica: en toda sociedad hay desniveles; pero, en las sociedades más descompuestas, atrasadas y miserables, hay opulencia en ciertos núcleos. Por otra parte, la sociedad chavista-madurista requiere (léase bien: requiere) una capa empresarial que engrane la maquinaria financiera y, por supuesto, obtiene notables beneficios.
5. No hay nada que indique avances. El crimen siempre se adapta a los “nuevos tiempos”. Así como el crimen callejero es más potente que la policía que supuestamente lo combate, así las mafias económico-financieras también se adaptan y crecen.
6. Finalmente, no hay ni habrá avance de ninguna naturaleza sin la plena vigencia del Estado de derecho y la propiedad privada. Así que, ¡optimistas hundíos en el modelo chino!
Carlos Blanco
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