miércoles, 1 de abril de 2020

ALFREDO M. CEPERO: HA ESTALLADO LA GUERRA DEL CORONAVIRUS

La renuencia de China Comunista a reconocer la existencia del virus ha dado lugar a una pandemia que se ha extendido a más de un centenar de países y causado la muerte a miles de personas.

Tratemos éste experimento en nuestra mente. Imaginemos que el coronavirus−también conocido como el COVID-19 es un  enemigo viviente y activo−que es exactamente lo que es. Imaginemos además por un momento que estamos en una guerra verdadera con un enemigo consciente, pensante y malicioso cuya única razón de vivir es herir, mutilar y matar a tantos de nosotros como le sea posible.

El COVID-19 puede no tener aviones, tanques y armas nucleares como nuestros enemigos anteriores. Pero se dice que su maldad, su arsenal, sus números y su tenacidad son formidables. La naturaleza le ha dado al COVID-19 algunas armas que no tenían otros virus como sus primos el H1N1catarro porcino, el MERS  y el SARS.

El coronavirus cuenta además con aliados. Se infiltra en nuestras defensas utilizando contra nosotros nuestras propias armas−nuestras manos sucias, nuestra costumbre de tocarnos la cara y nuestros indiscretos estornudos y tos. No olvidemos que, a diferencia de nuestros anteriores enemigos humanos, el COVID-19 es invisible a nuestros ojos, mucho más que los más cautelosos terroristas o enemigos clandestinos. Es intocable, silencioso e inodoro. Conocemos el COVID-19 únicamente por el daño que nos hace. Aún después de irse nos deja un rastro de fiebre, fatiga, congestión y falta de aire.

El mundo se enteró de la existencia del coronavirus el pasado 31 de diciembre cuando el malvado virus libró su primera escaramuza contra los once millones de chinos de la ciudad de Wuhan. El gobierno comunista sabía de su existencia desde el mes de noviembre pero la había ocultado. Para un régimen despiadado, mentiroso y totalitario que esclaviza a mil millones de habitantes la muerte de unos cuantos miles de chinos no tiene importancia alguna.

Lo que si tiene importancia es el control absoluto del poder y la preservación de su hegemonía económica sobre el resto del mundo. Para lograr esas metas han lanzado una campaña de mentiras y desinformación en que ha llegado a culpar al ejército norteamericano de haber introducido el coronavirus en un barco que atracó en el puerto de Wuhan. La renuencia de China Comunista a reconocer la existencia del virus ha dado lugar a una pandemia que se ha extendido a más de un centenar de países y causado la muerte a miles de personas. No cito cifras exactas porque las mismas cambian todos los días.

Pero si alguien se mantuvo alerta ante el inminente peligro fue Donald Trump. Haciendo despliegue de su instinto político y de su capacidad ejecutiva, el presidente suprimió toda inmigración procedente de China Comunista a finales del mes de enero. Por ello fue acusado de racista por el balbuciente de Joe Biden. Y Trump subió la parada cuando en la primera de semana de marzo suspendió todos los vuelos entre Europa y los Estados Unidos por un plazo de 30 días.

Acto seguido se dirigió a la nación con palabras de optimismo y de calma. A tal efecto dijo: "Nuestro equipo es el mejor del mundo. Desde el principio de esta epidemia pusimos en vigor amplias restricciones de viaje a China e instituimos la primera cuarentena federal en 50 años. Al mismo tiempo, declaramos una emergencia de salud y emitimos una advertencia de viaje a otros países donde el virus está haciendo sentir sus efectos devastadores."

En igual sentido, utilizó los amplios poderes dados al presidente por The National Emergencies Act of 1976 y The Stafford Act of 1988 para tomar medidas que mantengan el crecimiento económico logrado por su gobierno. Por ejemplo, ordenó a la Administración de Pequeños Negocios que proporcionara préstamos a bajo interés a empresas en los estados afectados por el coronavirus, pidió al congreso que apoyara fondos en la cantidad de 50,000 millones de dólares para enfrentar la emergencia y ordenó al Departamento del Tesoro que difiriera pagos por conceptos de impuestos y otras penalidades para  individuos y negocios afectados por la crisis.

Por otra parte, aunque desde el  punto de vista legal las medidas adoptadas por la Casa Blanca pueden ser calificadas como una "declaración de emergencia", en realidad son una garantía al pueblo norteamericano de que el gobierno federal, los gobiernos estatales, las organizaciones no-gubernamentales y la poderosa maquinaria de la industria estadounidense están trabajando juntas y sin descanso para detener la invasión del coronavirus.

La mejor prueba fue la reunión de Donald Trump con los presidentes de Quest Diagnostic, Walmart, Target, CVS y Walgreens, entre otros. El mismo día, el DOW JONES subió +1,985.00 (+9.36%). Quienes se dejen invadir por el pánico y liquiden sus acciones ahora  se lamentarán dentro de un año de no haber comprado más en tiempos de precios de liquidación como los que vivimos en estos momentos.

A pesar de los peligros y los contratiempos, la aparición del coronavirus podría traer consigo un aspecto positivo. Desde el inicio de su presidencia Donald Trump ha combatido la influencia dañina de China Comunista en la economía y la seguridad nacional de los Estados Unidos. La política de la industria farmacéutica de los Estados Unidos de producir el 95 por ciento de sus antibióticos en China Comunista constituye un peligro claro y presente a la seguridad nacional de Estados Unidos. Esta crisis del coronavirus ha demostrado que los Estados Unidos son susceptibles al chantaje por parte de China Comunista y le ha dado validez a las advertencias de Donald Trump.  

Los demócratas, por otro lado, no podían dejar pasar la oportunidad de pescar en río revuelto. En el curso de las deliberaciones para aprobar la ayuda a las víctimas del coronavirus, Nancy Pelosi propuso ignorar la Enmienda Hyde que prohibe utilizar fondos federales para financiar el aborto. Propuso destinar 1,000 de los 50,000 millones de dólares al aborto que practican sus aliados de la Paternidad Planificada. Esta mujer no tuvo inhibición alguna de utilizar un proyecto de ley cuyo objetivo es salvar vida para dar muerte a criaturas inocentes.

Regresando a la metáfora de la guerra, el COVID-19 cuenta con la complicidad de la globalización en su proceso de infiltración a través de barcos y aviones. En cuestión de horas puede encontrar un nuevo hogar y un nuevo agente transmisor con los cuales aterrorizar a personas a miles de millas de distancia. El COVID-19 está convencido de que el progreso, la confianza y la sofisticación de los americanos no son sus fortalezas sino sus debilidades, porque su vanidad y su asumida invulnerabilidad los hace candidatos al pánico.

"Todos estamos juntos en este reto. Debemos poner a un lado la política, olvidar el partidarismo y unirnos todos como una nación y una familia", dijo el Presidente Donald Trump. Y tiene toda la razón. Porque la realidad es que la batalla se nos ha echado encima. Pero si mantenemos la calma y la razón podremos derrotar con facilidad al  enemigo cuya reputación es probablemente más temible que su realidad.

Alfredo Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero   
Director de La Nueva Nacion 
Desde Estados Unidos

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