lunes, 27 de abril de 2020

CAROLINA JAIMES BRANGER, DESDE LA PENUMBRA, HACIA LA PENURIA

Imposible no recordar a mi querido Manuel Caballero cuando decía que el régimen de Chávez era como un hilo dental: todos querían que se cayera, y nadie entendía cómo se sostenía. Algo así –aún peor- sigue sucediendo con el de Maduro. Pero la táctica que los ha mantenido en el poder ha sido la misma cubana: comprar a unos militares, sembrarles miedo a otros, usar el terror como herramienta sicológica y luego de hipnotizar a la mayoría de la población con dádivas, llevarlos a un estado de supervivencia del que surgir es imposible. Menos todavía, insurgir.

Mientras, mantienen a lo que queda de clase media en un constante bombardeo de rumores, al margen de la situación real del país. Que si a Cilia Flores le dio un ACV, que si Lacava se suicidó, que si Maduro dijo otra..., que si la maestra de VTV es una ignorante, y ellos, solazándose en la miseria del pueblo, hacen lo que les da la gana.

Los regímenes como el venezolano se mantienen porque operan desde la penumbra hacia la penuria. Todo lo que hacen es oscuro, retorcido. No dan puntada sin dedal. No son torpes, no son tontos, como muchos todavía creen. Son malos, malísimos. E inteligentes, pero con una inteligencia orientada hacia la perversidad. Tienen alianzas con toda la maldad del mundo y hacen uso de ellas a su conveniencia. Hasta hoy no he encontrado la razón de qué cosa tan terrible le ha podido suceder a ese grupo de personas para que odien tanto a un pueblo. Porque no es odio a los ricos, como han dicho en su prédica de Robin Hoods (si así fuera tendrían que odiarse ellos mismos): es odio hacia los más pobres, pues el mecate siempre se revienta por su lado más débil.

Yo estoy muy preocupada por lo que pueda pasar en Venezuela. No sabemos cuántas personas infectadas hay realmente, y aunque fueran las que dicen, no hay capacidad para hacerle frente al virus, porque el sistema de salud público está destrozado. Exigen que las personas se queden en sus casas, cuando la mayoría depende del ingreso diario para hacer la única comida del día. Exigen también que se usen mascarillas y guantes, cuando una sola mascarilla, de las que sirven, cuesta dos sueldos mínimos. Ni hablar del par de guantes. El hambre está haciendo de las suyas. Los saqueos son cada vez más frecuentes. Las víctimas inocentes, quienes honestamente manejan abastos y mercados, y quienes no podrán comprar en ellos después de los destrozos. Maduro vocifera que no permitirá especulaciones, pero la realidad es que la mayoría de los negocios de comida que especulan, son de militares y afectos a su régimen. Cuando se acaben los alimentos, saquearán casas. Y es que el hambre se está llevando más gente que el coronavirus. Y si mencionamos la inseguridad, los números son mayores. En Venezuela las muertes no llevan como causa el coronavirus. Las muertes son producto de un régimen sin escrúpulos, que hará todo lo posible para mantenerse en el poder, porque no tiene otra alternativa. Y si no se las damos, como por ejemplo las que propuso el subsecretario de Estado Abrams, seguiremos en esta penuria, cada vez mayor, bajo una penumbra donde ya no existe sol.

Carolina Jaimes Branger
carolinajaimesbranger@gmail.com
@cjaimesb
@ElUniversal

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