1.- Respeto de manera total a quienes desarrollan acciones para liberar el país. El caos existente se manifiesta en que las voluntades de libertad no son homogéneas ni adoptan una visión única; de allí que cada perspectiva que tenga el mismo objetivo –salir de la corporación criminal- merece respeto aunque se pueda diferir de su concepción estratégica. Más aún cuando quienes adoptan una posición arriesgan sus vidas, familias, empleos y futuro. Resultó lamentable la precipitación de quienes afirmaron que era un “montaje” del régimen, tesis desmentida por las muertes como en el caso de Oscar Pérez.
2.- Los recientes desembarcos de militares y civiles con el propósito de apresar a Maduro tienen aristas desconocidas, y de las conocidas varias resultan difíciles de comprender como el insólito contrato firmado y las características de algunos de los voceros, así como por la calidad de las embarcaciones mostradas, además de lo que parece ser el grado de dominio de los espías del régimen sobre los lugares de desembarco. Ya se sabrá.
3.- En este instante hay muertos, heridos, torturados, presos y perseguidos. ¿Siguen algunos en las operaciones? ¿Dónde podrán resguardarse? ¿Fueron errores en el movimiento o, como dicen los voceros del régimen, una infiltración? Hay informaciones y apreciaciones que añaden confusión a la confusión y caos al caos.
4.- No parece ser que se esté en presencia de un escenario como el de playa Girón, en el cual una revolución ascendente enfrentó a un enemigo entrenado por la CIA y lo convirtió en un hito victorioso en su lucha contra Estados Unidos. Este desembarco criollo, que no parece tener la potencia del que tuvo lugar en Cuba, se hace en el momento más decadente del poder rojo. Es previsible que incluso derrotado debilite aún más el statu quo. No olvidar la derrota militar de Chávez en 1992 y su conversión posterior en victoria política.
5.- Esto plantea el dilema sobre si se construye una fuerza persuasiva para llevar al régimen a negociar su salida o si debe construirse una fuerza militar para enfrentarlo por las armas y obligarlo a rendirse en cruentas batallas.
6.- El régimen está suficientemente erosionado como para que una fuerza decisiva lo lleve a la puerta de salida. Las analogías que consigo son las de Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958 y la de Chávez el 11 de abril de 2002. Sin embargo, no hay que descartar que la corporación criminal al observar que no tiene refugio en el mundo, prefiera la guerra dado que nadie le ofrece salidas verdaderas a gente comprometida con el narco, la violación de los derechos humanos, la corrupción y el terrorismo, todo al mismo tiempo.
7.- Estimo que sin una fuerza cívico-militar doméstica no habrá solución desde afuera, aunque los aliados democráticos internacionales deban acompañar solidariamente a los de adentro. Puede haber “acciones” con base en la aplicación del TIAR ya aprobado en la OEA y la posible y demorada aprobación del 187.11 por parte de la Asamblea Nacional, pero la fuerza principal debería ser doméstica, ¿o será verdad que las capacidades internas están vencidas?
Carlos Blanco
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