La Editorial Lector Cómplice acaba de ofrecer a sus lectores un obsequio extraordinario: se trata de lo que Les Quintero, directora del sello, describe como una indagación del vínculo que existe entre el cautiverio y los procesos de la creación artística.
En efecto: Pasajeras constituye una recopilación de textos escritos por 60 autoras durante los meses de marzo, abril y mayo de 2020. “Me percaté de que estaba tan desconcertada por lo inédito de esta cuarentena, que mi mente había enfocado toda su atención en tratar de comprender el incierto relato del coronavirus (…) Y llevada por la curiosidad de mi mente, quise saber cómo otras mujeres venezolanas estaban viviendo sus procesos creativos, cómo asumían la experiencia íntima de la creación poética, artística, y literaria”, explica Les.
Acometió, pues, la investigación, con el invalorable concurso de Graciela Bonnet, “amiga, escritora sensible, poeta y editora formidable”, hasta llegar a esta obra, que no tiene propósito comercial alguno, y en la que se vuelca el talento de connotadas plumas venezolanas.
“Todos los derechos pertenecen a sus autoras. No obstante, esta publicación de libre lectura, puede ser reproducida total o parcialmente por todos los medios y procedimientos posibles”, advierte una nota en la página de créditos, con la única condición de que se reconozcan los méritos a cada autora y les den los correspondientes créditos por su trabajo.
Quintero señala cómo, a lo largo de la historia, otros cautiverios han alumbrado brillantes creaciones literarias. En esta oportunidad, sin embargo, se hace presente un factor inusual: mientras que en otros episodios literariamente fecundos el contexto se mantenía estable, en esta ocasión el mundo entero se encuentra absolutamente trastocado, lo que genera una sensación de incertidumbre que afecta el proceso de creación.
El nombre de la obra, guarnecida por dos fantásticas acuarelas de Belkys Arredondo Olivo, se inspira, como el propio nombre de la editorial, en la obra de Cortázar, y más concretamente, en el Libro de Manuel, que le valiera el Premio Médicis en París en 1973. En él, Cortázar hace alusión a hoteles y vagones de trenes “en las que interminablemente se busca a alguien que ya había bajado o que no subirá nunca, terrible pasajero de la ausencia.” Esa frase inspiró a las compiladoras y, progresivamente fue mutando hasta convertirse sencillamente en Pasajeras, un vocablo que puede referirse tanto a una condición temporal, como a una mujer que viaja.
Las páginas de este libro destilan sensibilidad y belleza, y nos ofrecen, desde esta perspectiva plural, una visión de las distintas aristas de la pandemia. Aflora, por ejemplo, en Eleonora Requena, la consternación ante las numerosas pérdidas humanas (“cifras que suman nuevas restas. Bórralas, Dios” ); la perplejidad de Tibisay Vargas Rojas ante el lento transcurrir del tiempo (“¿qué he de hacer, Señor/ con estos días/ de cuenta larga que suma sobre resta/ qué he de hacer con tanto/ de tan poco?”) ; el desconcierto de Olivia Villoria Quijada ante el propio hogar, ahora percibido con extrañeza (“Estamos acorralados en el desasosiego/ de las cuatro paredes/ Es como estar desterrada en mi propia casa”) o la conversación de Edda Armas con el insólito interlocutor que constituye una cebolla (“Ella en su envoltura circular de capas; yo deshojando/ cada una de las mías, cultivadas durante el encierro”).
Este conjunto de textos está llamado a perdurar como testimonio de una era extraña y, sin embargo, prolífica. Nuestro reconocimiento (y gratitud) a la editorial y a las compiladoras.
Linda D´ambrosio
l.dambrosiom@gmail.com
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@ldambrosiom
España
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