lunes, 8 de junio de 2020

MARY ANASTASIA O’GRADY: EL USO DE LA FUERZA EN VENEZUELA

Venezuela está ocupada por Cuba y Rusia y por representantes iraníes. China es también un aliado de Nicolás Maduro, aunque depende de las relaciones comerciales para hundir sus garras en el país. Es posible que estos imperialistas no compartan una visión común. Pero tienen un interés común, que es transformar el mapa geopolítico del Hemisferio Occidental para minimizar la influencia de Estados Unidos.

Los ocupantes no tienen ningún incentivo para retroceder. Una compleja red de criminales venezolanos les ayuda a hacer su trabajo sucio, y no enfrentan ninguna amenaza inminente a su dominio sobre la población.

La administración Trump ha buscado una solución no violenta. Ha impuesto sanciones y ofrecido a los comandantes militares venezolanos paquetes generosos para que cambien de bando.

Pero La Habana, Moscú y Teherán -junto con el crédito chino- ofrecen a los matones que dirigen el país algo mejor: el statu quo. Mientras tengan las armas y lo que quede de provecho, no tienen ninguna razón para preocuparse por los venezolanos que se mueren de hambre o huyen.

Esta «mafia» madurista -como la llamó el almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, al referirse al régimen de Caracas- tendrá que ser expulsada por la fuerza. Las instituciones democráticas tendrán que ser reconstruidas. Ambas tareas pertenecen a los venezolanos. Sólo ellos pueden asegurar su propia democracia.

A diferencia de algunos estrategas de café estadounidenses, los venezolanos han demostrado un gran coraje. Durante años se han enfrentado en las calles a la gestapo venezolana entrenada por Cuba. Son golpeados brutalmente con las culatas de los rifles, al igual que con balas de goma y sofocados por los gases lacrimógenos. A muchos les han disparado y matado. Otros son encarcelados y torturados. Los hijos, cónyuges y vecinos de los manifestantes están aterrorizados.

En este momento esta nación de rehenes está desmoralizada por sus muchos intentos fallidos de liberarse. El derrocamiento previsto en enero, cuando el presidente interino Juan Guaidó fue elegido por primera vez para dirigir un nuevo gobierno, ahora parece remoto. Su reciente decisión de iniciar conversaciones con Maduro en Oslo socavó aún más la confianza nacional.  Guaidó dijo la semana pasada que las conversaciones han terminado. Pero el daño a la psique venezolana ya está hecho.

Los patriotas venezolanos necesitan ayuda externa, al igual que la resistencia francesa contra la Alemania nazi y los contras nicaragüenses contra la primera dictadura de Daniel Ortega.

Debido a que la ocupación extranjera se ha llevado a cabo sin batallones militares, el conflicto es asimétrico y poco convencional. Cuba es el borde afilado de la cuña. Ha utilizado su aparato policial-estatal para penetrar y controlar a Venezuela en formas que muchos defensores de la acción militar de Estados Unidos no entienden. Desde los ministerios gubernamentales y las «misiones» sociales donde los venezolanos pueden conseguir comida, hasta los documentos de identidad, el control de los pasaportes, de los puertos de entrada y de las redes sociales, el Gran Hermano cubano está a cargo. Es la razón principal por la que los soldados venezolanos no han podido organizar una rebelión exitosa.

La causa de la libertad se sirve mejor usando más cerebro que fuerza.

Una evaluación completa requiere el mapeo de la red de amenazas en toda la región. Venezuela no puede ser recuperada sin dedicar serios recursos a contrarrestar el control cubano del ciberespacio y las comunicaciones y a mejorar la diplomacia pública.

La buena noticia es que Venezuela está llena de corazones y mentes listas para servir como inteligencia humana. Fuera del país, los aliados pueden entrenar, organizar y equipar pequeños grupos de combatientes venezolanos para comenzar a realizar ataques con el objetivo de asegurar un punto de apoyo desde el cual se puedan expandir las operaciones.

Estados Unidos ha dirigido con éxito este tipo de guerra no convencional durante décadas. Y podría llevarse a cabo de acuerdo con el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (el Tratado de Río), que obliga a los signatarios a ayudar a sus vecinos cuando existe una amenaza de una potencia extranjera.

Los estadounidenses pueden preguntarse por qué Estados Unidos debería involucrarse en Venezuela. Pero es que no es un conflicto de Venezuela per se. Se trata de una ofensiva en el Hemisferio Occidental por parte de los adversarios de Occidente. La nación rica en petróleo es la zona cero. Como dijo el almirante Faller a una audiencia en la Universidad Internacional de la Florida el mes pasado, Estados Unidos ya está luchando contra Rusia y China en la región. «Estamos en una guerra por las ideas, en guerra en el ciberespacio y en el espacio de la información.»

En otras palabras, se trata de otro conflicto en el que Estados Unidos y sus aliados se enfrentan nominalmente a un pequeño oponente políticamente débil, pero en realidad se enfrentan con grandes potencias. Venezuela es el sustituto. Esto sugiere una estrategia centrada en darle poder real al régimen alternativo que Estados Unidos respalda, el de Juan Guaidó.

Cómo apoyar a los opositores al régimen sin enviar a los Marines.
Mary Anastasia O'Grady - Wall Street Journal -  

Mary Anastasia O'Grady
O'Grady@wsj.com
@MaryAnastasiaOG
Wall Street Journal
Blog de Mary Anastasia O'Grady
Nueva York - Estados Unidos 

Wall Street Journal
The Case for Force in Venezuela
How to back the regimeʼs opponents without sending in the Marines.
Mary Anastasia OʼGrady June 2, 2019

No hay comentarios:

Publicar un comentario