La situación política venezolana es en extremo compleja, tanto en sus secuelas económicas-sociales, así como para su comprensión. Lo primero a asimilar es que solo hay dos bandos: Maduro con todo su régimen y Juan Guaidó con su “esperancismo” criollo y (sobre todo) con su apoyo internacional… no hay más espacio, la radicalización existe, es real e inevitable.
En consecuencia, en manos de estos dos personajes se encuentra el devenir venezolano, al menos en el corto y mediano plazo. Alrededor de Maduro se encuentran sus archiconocidas figuras recicladas y enrocadas, sus ministros y actores partidistas, sumamente monolíticos. Las de Guaidó se encuentran en los cargos de su gobierno interino, principalmente fuera del país, pues internamente en Venezuela hacer ese tipo de gestión es prácticamente imposible. La única figura outsider con reconocimiento opositor interno y externo que puede timoratamente compartir charreteras es María Corina Machado, pero no cuenta con organicidad ni legitimidad de fondo, sin embargo, se circunscribe dentro de la oposición formalmente reconocida.
Así la realidad, el chavismo intentó crear una oposición útil a sus fines, sobre todo electorales ¿Por qué? Porque el secreto del chavismo al retener el poder por más de 20 años, siendo (por muchísimo) el peor de todos los gobiernos de nuestra historia, no ha sido el manejo discrecional de las instituciones, los recursos y de las armas del Estado ¡No! el secreto del chavismo han sido las elecciones en “condiciones mínimas” quienes le han dado ese poder, ese control discrecional. Así, ante la negativa de la oposición desde 2017 en participar en este tipo de procesos electorales absurdos, el régimen intentó simular una oposición… no les funcionó ni adentro ni afuera del país.
Cada elección en “condiciones mínimas” ha permitido al régimen gobernar a entero placer, todo aquello que no ha estado en “lo mínimo”, como por ejemplo un CNE imparcial, permite al chavismo realizar campañas con todos los recursos del Estado, ello deja en minusvalía a sus contrincantes quienes Conatel y el CNE vigilan milimétricamente, limitándolos a lo que exige estrictamente la ley, solo en este pequeño ejemplo la competencia electoral es desigual, injusta, arrojando resultados ilegales e ilegítimos. Fíjense, el mismo Henri Falcón (de esa “oposición complaciente”) aceptó las fulanas “condiciones mínimas” en 2018 y terminó cantando fraude y pidiendo repetición de elecciones en las presidenciales de ese año… nada más que agregar.
Los procesos electorales en “condiciones mínimas” nos han hecho padecer a los venezolanos un mínimo de salud, de educación, un mínimo de gasolina, de gas, de electricidad, un mínimo de empleo y un mínimo de vida… el venezolano se negó rotundamente volver a votar luego que el chavismo burlara descaradamente el desiderátum emanado del pueblo en aquellas parlamentarias del 6 de diciembre de 2015, luego que en 2016 se evadiera con burlones desafueros el revocatorio y, finalmente, cuando en 2017 se impone sangrientamente una constituyente al margen absoluto de la constitución y todo precepto democrático… antes ya el chavismo se había burlado de lo electoral, pero fueron estos tres episodios los que colmaron definitivamente la paciencia del elector venezolano.
Tras mucho sufrimiento, sacrificios y lágrimas, al fin el venezolano comprendió que lo único que puede conseguir a través de procesos electorales en “condiciones mínimas” es una Venezuela en mínimas condiciones… como a la que hemos llegado en este fatídico 2020.
Para culminar, guste o no, la realidad política en Venezuela solo tiene dos protagonistas hoy día, Nicolás Maduro Moros con todo su régimen y Juan Guaidó con la esperanza histérica largamente mayoritaria de los venezolanos y con el apoyo de una comunidad internacional que actúa, no porque nos quiera mucho, sino porque también se siente víctima del chavismo y sus dantescos efectos colaterales… lo demás es faranduleo político.
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
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