¿Recuerdan el cuento del niñito y el lobo? Aquel niño que era muy mentiroso y siempre estaba anunciando que venía el lobo... La gente se asustaba, corría, se guarnecía, y él se burlaba a de todos, porque no era verdad. Pero un día sí llegó el lobo y se encontró frente a frente con el niñito. Gritó, pidió auxilio, se desesperó, pidió perdón... pero nadie le creyó y el lobo se lo comió.
Pido disculpas por el tema recurrente, pero en Venezuela, señores, ha llegado el lobo. El régimen se ha solazado de “lo bien” que ha manejado la pandemia. Se ha dado bomba con aquella prematurísima “felicitación” de la Organización Mundial de la Salud, “por su comportamiento frente al coronavirus”. Las cifras oficiales eran –y siguen siendo- muy bajas comparadas con la región, pero el aislamiento de Venezuela y la falta de gasolina pueden ser causas de su retardo en hacer de las suyas. Y encima, creer las cifras del régimen, a estas alturas, es un acto de ingenuidad por decir lo menos.
El hecho real es que no tomaron las precauciones que debían haber tomado –de hecho, las desestimaron- no sé si por estupidez, por soberbia o por ese sentido de predestinados que tienen, pero el coronavirus llegó para quedarse un buen rato y ahora es cuándo veremos lo que otros países mejor preparados que nosotros han sufrido. Otra paliza para la muy apaleada Venezuela.
Nunca se me olvidará, lo repito, la prepotencia de Diosdado Cabello (quien no sé si de verdad está enfermo) cuando ofreció mandarles un “tun, tun” a los miembros de la Academia de Ciencias cuando advirtieron sobre la propagación del virus. Literalmente se me pararon los pelos de punta cuando leí un tuit de mi muy admirada y respetada Susana Raffalli, quien advierte que podemos estar frente a una emergencia funeraria.
Lo peor de todo esto es que este régimen que ha destrozado el país no tiene la capacidad de hacerle frente al coronavirus de manera alguna. Ni en logística, ni en instalaciones, ni en insumos... A ninguno de la alta jerarquía chavista pareció importarle que los médicos residentes de los hospitales ganaran la miseria de $5 al mes: sí, cinco dólares al mes. Y de ese grupete, los que están enfermos o han muerto, no están ni estuvieron en un hospital público, mucho menos en un CDI. Se fueron a clínicas privadas. ¡Qué rico es ser rico! Pero el dinero no compra salud... podrá pagarles las mejores clínicas, pero la salud, no. Tendrán que apelar a instancias más altas: pongan a trabajar día y noche a sus babalaos, a ver si son escuchados.
Y el pueblo, que se friegue. Tanto que lo han usado para mantenerse en el poder, ahora que el pueblo los necesita más que nunca, es cada día más obvio que les importa tres pitos. Encima, montan una cuarentena radical que más parece un toque de queda, que afecta más a quienes dependen del día a día para comprar algo de comida. Y los jubilados, ni hablar. Cero empatía. Cero piedad. Cero compasión.
Llegó el lobo, compatriotas. Corran a sus casas. Cuídense. No salgan si no tienen que salir. Protejan a los suyos. Llegó el lobo, compatriotas. Y estamos en las peores manos en las que podíamos estar.
Sólo las hienas terminarán riéndose.
Carolina Jaimes Branger
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