A pesar del escenario descrito, en enero 2020 EEUU y China intentaron aproximarse a un “acuerdo” impulsado por la OMC en favor de liberalizar el comercio entre ambas naciones, siendo que dicho “preacuerdo” se estancó ante la posición estadounidense de ratificar el estatus chino de non-market economy. Es de acotar, que a la OMC le resulta de menor importancia el cómo funciona la economía de mercado restando interés a en que medida los precios de las exportaciones reflejen la influencia de la intervención estatal, con especial énfasis en la práctica china de exportar sus productos a un precio más bajo que su valor normal como consecuencia de la presencia de un monopolio donde todos los precios interiores los fija el Estado al no prevalecer las condiciones de mercado; hasta propiciar (con intención o sin ella) una competencia desleal en materia de exportaciones ya que los precios no están determinados por las fuerzas del mercado, al tiempo que el Estado chino crea una ventaja comparativa artificial (capacidad aparente de producir un bien utilizando relativamente menos recursos que otro).
La misma OMC en septiembre 2020, condenó los aranceles impuestos por EEUU a China entre 2018 y 2019 mediante aranceles a las exportaciones de un 25% mas un 10%, siendo una decisión del vigilante del buen funcionamiento del comercio internacional (?) que soslaya las estrategias chinas en materia de dumping y subvenciones y al propio tiempo respalda sus intenciones profundizadas en los últimos diez años de instaurar un nuevo orden mundial asumido como modificaciones que le favorezcan en la distribución del poder en el sistema político internacional con énfasis en lo económico; al tiempo de intentar moldear el mundo a su conveniencia y de alcanzar una definitiva internalización del Yuan para lo cual viene sistemáticamente procurando rutas de abastecimiento de gas y petróleo, así como de la expansión mundial de sus empresas estatales. Tal internalización del Yuan, constituye una necesidad vital para China ante el sostenido dominio del US$ en el sistema mundial aunado al riesgo que EEUU le condicione el uso del sistema SWIFT (no transfiere fondos, envía órdenes de pago entre cuentas de instituciones), al igual que aplicar medidas que puedan afectar su inmensa deuda soberana (emisiones de títulos de valores o bonos) por un monto superior al billón de yuanes.
Desde una visión complementaria, es de implícita obviedad que China está haciendo uso del dumping y las subvenciones como una estrategia para aumentar su participación en el comercio internacional, teniendo al propio tiempo la intención soterrada de inducir una desamericanización mundial a través de la utilización desleal de las enormes arcas del gobierno para desarrollar industrias que compiten directamente con entidades establecidas en Occidente; y con ello disminuir el predominio de EEUU en el escenario geopolítico mundial donde el US$ representa más del 50% de los pagos internacionales e igualmente es la principal moneda de reserva (utilizada en grandes cantidades por muchos países como parte de sus reservas internacionales), hasta conformar una relación asimétrica en favor de la economía estadounidense.
El dumping ha de entenderse, como la práctica continuada de vender productos y servicios en el comercio internacional (para el tema en comento) por debajo de su precio de costo, como una táctica de penetración de mercados habida cuenta que el precio de los productos exportados resultan inferiores en el país extranjero en relación al país que los fabricó. Las subvenciones por su parte, hacen referencia a una aportación monetaria realizada por el Estado chino (para el tema en comento) a instituciones o países con la finalidad de llevar a cabo una actividad previamente definida; o lo que es lo mismo constituye una forma de asistencia financiera otorgada por el Estado chino para apuntalar ideas y proyectos que sean de su interés a la luz de la denominada Ruta de la Seda en tránsito al comunismo.
La pretensión china de la yuanización constituiría un hecho normal en un mundo de activa multipolaridad monetaria, pero profundamente indeseable si el fin ulterior es una fraudulenta desdolarización para apuntalar la desamericanización y eliminación del sistema SWIFT en aras de vulgarizar la transferencia mundial de fondos en yuanes; más aún cuando en el comportamiento chino subyace la ambición de un globalismo en un contexto de gobernanza mundial única liderada por el partido comunista más representativo a nivel mundial, bajo la aspiración de una economía de mercado socialista como condición para impulsar un comunismo mundial apuntalado en el presente por un estado profundo, también conocido como Estado dentro de otro Estado haciendo referencia a una forma de gobierno clandestino operado mediante redes de grupos de poder encubiertas que siguen una agenda en común con marcada adhesión a un marxismo anarquista, que de igual forma está abogando por una iglesia profunda para lograr fines opuestos a la institución.
Bajo la figura de una reflexión final, nos atrevemos con inquietud prospectiva a señalar que en las venidera elección presidencial de noviembre 2020 en EEUU, se estará decidiendo el destino del mundo Occidental.
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