domingo, 11 de octubre de 2020

LEANDRO RODRÍGUEZ LINÁREZ, UN SOLILOQUIO LLAMADO 6D

El venezolano posee extraordinaria capacidad humorística, es trabajador, adaptable (más de lo necesario), pacífico, democrático, amante inquebrantable de la libertad, misma que viene incrustada en nuestro ADN… y es muchas cosas más, pero, como lo diría Arturo Uslar Pietro ¡no es pendejo! de eso no tiene un pelo.

Tan es así que, en pleno boom petrolero, estando Chávez en la cresta de la ola de su populismo salvaje, el pueblo supo identificar lo que es permanente de lo transitorio u oportuno, es decir, lo bueno de lo malo. Siempre agradeció al oriundo de Sabaneta con votos toda vez que su gobierno inundó la nación con becas de fácil asignación, mismas que a la larga resultaron en terrible mal, no eran políticas sociales que fomentaran la educación n el trabajo, ni ayudaban superar la pobreza, al contrario, anclaron radicalmente a la pobreza de la mano del malicioso poder comunal.

El Poder Comunal resultó la verticalización de la política, la consolidación de la dependencia de las comunidades con el ejecutivo nacional para tratar de hilvanar culto a la personalidad de Chávez y una fidelidad tarifada, una fórmula voto-recursos. Sin embargo, y ese es el punto, los venezolanos supieron darse cuenta que, una cosa es aprovechar becas y demás estipendios de fácil asignación y, otra cosa muy distinta, es vivir atado a esa condición de moderna esclavitud.

Por lo arriba señalado, los venezolanos dijeron NO a la reforma constitucional de 2007, que buscaba constitucionalizar este modelo de dependencia exclusiva a las dádivas oficiales, es decir, al modelo cubano. Lamentablemente, tal como ha sido la conducta antidemocrática del chavismo, de nada importó los venezolanos la rechazaran, a las pocas semanas Chávez comenzó aplicarla vía leyes habilitantes, hoy vivimos injustamente en esa Venezuela que rechazamos hace 13 años.

Lo propio ocurre hoy de cara al 6D, otro proceso electoral rechazado como los perpetrados desde 2017, al margen de la ley y la legitimidad. El venezolano depositó su último gramo de fe en las parlamentarias 2015. Tras haber ganado la oposición por paliza el régimen activó su ilegal control institucional para restar la mayoría calificada opositora (2/3 partes), anular todos sus actos y posteriormente imponer un inexistente desacato. Ello terminó de aniquilar la fe, la esperanza en el voto.

Por tal motivo, desde 2017 los procesos electorales han estado signados por abstenciones históricas, el venezolano dejó de votar y, lea bien, no volverá hacerlo hasta que se rescate el hilo democrático y constitucional en el país, que garantice resultados electorales transparentes y que cada poder elegido pueda gobernar conforme lo indica la constitución, sin paralelismos ni desviación de recursos ni competencias.

El 6D surge innaturalmente, con un chavismo aferrado ilegalmente al poder, sin oposición real y con una oposición manufacturada por el régimen, cuyas instituciones expropiaron los principales partidos opositores e impusieron directivas y éstos a su vez los candidatos bendecidos por el régimen. Ello redundará en que sin importar el resultado el país mantendrá el proyecto chavista, ese que rechazamos en 2007 y hoy nos extingue la vida ¡Que injusto!

Por eso, desde sus inicios, este 6D es otro proceso electoral sin oyentes, ni votantes, un soliloquio exclusivo para las élites del Psuv y sus aliados… es nuestra opinión. 

Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango

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