El libro estaba escrito de forma suscinta y directa. Indagando respecto a su autora, me encontré con Karysa, su blog, ameno, útil, centrado en temas de estilo y protocolo. Más adelante las redes sociales facilitaron que estableciera contacto con ella, relación que se ha mantenido a través de los años.
Cuando youtubers, instagrammers e influencers no existían ni siquiera como vocablos, ya Carie tenía una trayectoria consolidada, siendo invitada habitual en programas de televisión en los que se le consultaban asuntos de moda y estilo.
Tradicionalmente, el cuidado personal ha sido muy bienvenido, por cuanto de higiene y atractivo comporta. Pero también ha tenido muy mala prensa: el prestarse atención a uno mismo se ha interpretado como señal de vanidad, egocentrismo y frivolidad. La belleza, tradicionalmente asociada a la juventud, es efímera, por lo que es conveniente prestar atención a otras virtudes menos perecederas.
Carie estuvo inmersa desde pequeña en el ámbito diplomático, por lo que creció familiarizada con un mundo que, salvando los calcetines de Chewbacca de Justin Trudeau y otras eminencias, tiene unas normas bastante precisas. Pero al mismo tiempo es madre y profesional, así que conoce las vicisitudes por las que atraviesa de una mujer de a pie en su vida cotidiana. Todo ello, sumado a su calidad humana, que la lleva a concebir su trabajo como una misión, como una forma de ayudar a otros a mejorar su calidad de vida, la convierte en una voz autorizada para valorar si el cuidado personal es o no un índice de superficialidad.
Me explica que, más poderosa que los aspectos visibles de la imagen, está la autoimagen, que define como “el concepto mental y espiritual que tenemos de nosotros mismos”, y que determina nuestras creencias acerca de quiénes somos, lo que merecemos y lo que somos capaces de hacer o no, por ejemplo.
En este sentido, Carie señala: “Algunas personas han pasado por una cirugía estética, han perdido peso o han sufrido alguna transformación externa, pero no han cambiado la forma de verse a sí mismos. Son incapaces de valorarse, de apreciar el progreso realizado o de felicitarse”.
En efecto: poco importa lo que los demás opinen si nosotros no nos sentimos a gusto. Si nos vemos bien, nos sentimos bien. Cuidar de nuestro cuerpo es una forma de darnos amor y una señal de autoestima.
“Es fundamental identificar cuáles son nuestras creencias y reemplazar las que nos están saboteando por otras que nos ayuden a apreciarnos, con nuestros puntos fuertes y débiles”, prosigue. “Eso implica aprender a cuidarnos. Muchos nos ponemos en el último lugar. Pensamos ocuparnos de nosotros únicamente si al final sobra algo de tiempo. Y ese momento jamás llega”
En resumen, no es una frivolidad. Hay que convenir con lo que señala nuestra experta: “Tenemos que utilizar todo lo que está a nuestro alcance para vivir una vida más plena, cultivando una sana relación con nosotros mismos, con los demás y con el trabajo, eligiendo objetos como pueden ser la ropa o los muebles de tu casa que estén en línea contigo, que te aporten”.
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