sábado, 7 de marzo de 2020

ROMÁN IBARRA: PISANDO TIERRA

Los días pasan con la velocidad del rayo, y la angustia y desesperación de la ciudadanía crecen sin ver en el horizonte cercano solución posible a sus reclamos legítimos.

Está claro que la mayoría ciudadana perdió cualquier esperanza  de realización de sus anhelos con quienes han dirigido el país en los últimos 20 años, y la razón es más que obvia. El incumplimiento recurrente, y la estafa de la fe pública han sido sus emblemas.

Accedieron al poder mediante la articulación de un discurso redentor, cabalgando en la esperanza y sueños de la gente, a quienes ya –de alguna manera- se les había incumplido en la respuesta adecuada a la demanda social, largamente postergada.

Es bueno recordar que alcanzaron el poder con alta votación, auspiciados por otros felones, pero de cuello blanco y corbata, quienes con la traición de un sobreseimiento celestino, les tendieron alfombra roja, a pesar de su delito golpista, traidor, y asesino de vidas inocentes.

Hoy, con 20 años ininterrumpidos en el poder, no resolvieron los problemas que la democracia civil había postergado injustamente, sino que los profundizaron y hasta crearon nuevas formas de destrucción masiva, desde la perspectiva socioeconómica. 

Hoy es imposible acceder a un sistema de salud digno y suficiente, pues  destruyeron la red hospitalaria; acabaron el sistema de transporte subterráneo más eficaz y eficiente de Latinoamérica; arrasaron las empresas básicas de Guayana; asesinaron a PDVSA, nuestra ¨gallina de los huevos de oro¨; destruyeron y persiguieron a la empresa privada venezolana; expropiaron fincas productivas que hoy son tierra arrasada; acabaron con el empleo y los salarios negociados en la contratación colectiva; cercenaron la educación desde preescolar hasta la educación superior; le declararon la guerra a los medios de comunicación libres.

En fin, acribillaron a un país bueno y noble, empobreciéndolo hasta alcanzar condiciones de miseria, mientras los altos dirigentes de la ¨revolución¨ son archimillonarios en dólares y euros, y pasean con impudicia su riqueza mal habida, mientras el grueso de la población no tiene ni para comer.

A pesar de ese cuadro de horror, se resisten a dejar el poder y para ello sabotean toda posibilidad de realización de elecciones libres para que sea el pueblo quien decida su destino. Inciden con cierto éxito en la división de la oposición, mediante la compra vulgar de conciencias, y obligan a la población a emigrar buscando mejor destino para el desarrollo familiar, y personal.

Del otro lado, hay una oposición muy amplia que aunque ha hecho grandes y positivos esfuerzos por salir de la tragedia, no ha hecho todos los movimientos necesarios para hacer temblar al régimen, y con ello frenar la destrucción a la que hemos sido sometidos.

Hemos sugerido respetuosamente en reiteradas ocasiones, que la oposición liderada por Juan Guaidó,  en vista de su reconocimiento internacional, tiene la obligación de reunificar a toda la oposición y consensuar un plan de acción coherente para presionar al régimen y lograr que además de las elecciones parlamentarias de este año, se puedan celebrar también las presidenciales adelantadas y con ello darle un nuevo rumbo al país, y comenzar su reconstrucción.

Sin embargo, ello no impide hacer acuerdos para resolver desde ya problemas tan serios como el de la alimentación, la salud, y los servicios básicos como electricidad, agua, internet, y trasporte, entre otros. Es imperativo frenar la destrucción.

La ambigüedad no ayuda, y la única salida es electoral; hay que enviar un mensaje claro a toda la sociedad y participar en las parlamentarias, a pesar del ventajismo que pretende el régimen. 

Ya se ha dado el primer paso para designar el CNE; falta frenar la destrucción. Hay que pisar tierra!   

Román Ibarra:  
romanibarra@gmail.com
@romanibarra

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