La política es realidad, absolutamente nada importan las palabras, las promesas, ni los deseos. Lo que ocurre, lo que se palpa es lo que cuenta… la real realidad pues. En consecuencia, Venezuela desde 2007 ha acelerado un espiral de repeticiones de hechos políticos que en cada giro nos destroza la vida, al país.
Nada
cambiará en Venezuela hasta que los orígenes reales de nuestros problemas se
solucionen, esos problemas son la pérdida de la constitucionalidad y de nuestra
democracia. En las condiciones que venimos arrastrando desde hace mucho tiempo
Venezuela nunca podrá subvenirse de su calamidad, al contrario, continuaremos
“cuesta abajo en la rodada”, parafraseando a Gardel.
No
importan cuántas elecciones se realicen, sí estas no se consuman bajo el estricto
amparo de la legalidad y la legitimidad de nada valen, no en vano se han
realizado 25 procesos electorales en 22 años y Venezuela hoy no cuenta con
institución pública alguna reconocida por la comunidad internacional
determinante e influyente de este lado del mundo (el democrático). En cada
proceso electoral en condiciones mínimas/absurdas nuestra sobrevivencia se
complica más y más. Por tal motivo el 2021 no pinta diferente, es lamentable.
No
importan cuántos diálogos, negociaciones o acercamientos se lleven a cabo sí no
involucran a los actores políticos reales, además, estos encuentros deben ser
efectuados bajo dos premisas insustituibles: voluntad real y asertividad, es
decir, deben abordar las problemáticas verdaderas y soluciones puntuales, todo
fuera de esto es inútil, pernicioso para los venezolanos.
La
oposición legitima (la que gira en torno a Guaidó) ha manifestado ser
inoperante dentro de Venezuela, el régimen chavista, aunque ha sabido burlar
las sanciones internacionales, también ha visto limitada su participación en el
mundo, ambas situaciones empobrecen y destruyen al país cada vez más aprisa. Lo
grave del asunto es que ambos bandos pueden continuar así por mucho tiempo ¡los
venezolanos no!
En
consecuencia, mientras continuemos observando mismos actores tozudos, con
mismas acciones repetidas (con diferentes nombres) no existe la más mínima
posibilidad de cambio, recurrimos a la famosa reflexión de Einstein “locura es
hacer siempre lo mismo esperando resultados diferentes”.
Lo
único, léase bien, lo único que puede hacer retornar a Venezuela por el camino
de la paz real, del crecimiento, del desarrollo estructural sostenido es hacer
la ley se imponga, que la democracia retome a la política y sea asumida como
herramienta de cambio a través del voto y su poder de premio, castigo y cambio.
Nada
cambiará hasta que las instituciones dejen ser cedes partidistas, nada cambiará
hasta que los procesos electorales sean con partidos, candidatos, votantes y
resultados legales/legítimos. Mientras ello no ocurra en Venezuela dar “Feliz
Año” no pasa de ser una costumbre, una tradición sin trascendencia. Eso
estimado lector es nuestra realidad… hasta que no la afrontemos continuaremos
viendo nuestro país destruirse injustamente en medio de la más triste
emigración.
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