miércoles, 27 de enero de 2021

SADCIDI ZERPA DE HURTADO, TRANSMIGRANTE VENEZOLANO

En los estudios de transnacionalismo se reconoce a la migración como un proceso en el que las fronteras son desdibujadas por las relaciones entre migrantes y la tierra de asentamiento. Muchos tal vez han escuchado del migrante como víctima de un proceso, de personas pobres producto del cambio de tierra, de escasa capacidad de atención por parte de la comunidad receptora y por muchas otras razones. Y la realidad es que nadie, por muy grande o pequeño que sea el poder que detenta, puede contener lo que naturalmente el migrante es y cómo fue su vida. 

Quien migra y es pobre, quien migra y delinque, quien migra y no puede realizar lo que realizaba en su país de origen, es porque saltó pasos y prefirió la improvisación, el engaño y los caminos verdes, porque solo quería escapar. La migración es un proceso tal cual montaña rusa, que puede presentarse de diversas formas en la vida de una persona. Para unos migrantes es mucho mejor la nueva tierra. Para otros es mejor porque no existe nada atrás, no hay nada abandonado, existe el desarraigo. Para algunos otros, las mejores oportunidades de vida solo representan opciones de retorno. No existe la nada destruida, solo caminos y mapas por transitar. 

En este marco, encuentras migrantes venezolanos furiosos, desorientados y apresurados porque la pobreza y desprotección los persigue. Y hay muchos otros a quienes la cotidianidad los llena de lucha, trabajo y triunfo. Allí también los dedicados a formar nuevos profesionales, degustar paladares, enamorar en la pantalla chica, entretener en la radio, educar en la religión católica, y así muchos otros. 

Ellos, sin importar su procedencia, establecen una comunidad transnacional mediante fructíferas relaciones de amistad y compadrazgo. Su realidad transmigrante es la de promocionar su buen vestir, buen hablar y buen leer, junto al gran sentimiento de solidaridad y desapego de las cosas materiales, porque donde come uno comen dos. El transmigrante venezolano no es aquel que se queja de sus grandes carencias, sino el que lucha en silencio y establece toda una red de relaciones sociales, políticas y económicas basadas en el tricolor con siete estrellas, porque sabe que todo se logra con trabajo y más trabajo. Y no existen fronteras, solo las creadas por la propia mente humana. 

Los lamentos no tienen razón de ser, la indisciplina y las malas palabras no gobiernan su actuación, en su lugar encontraras la prosperidad y la abundancia que premian y atesoran su accionar, ya que son honestos, honrados, humildes y muy, muy luchadores. En su sala no encuentras fotos de mandatarios, allí solo reconocerás una biblioteca con libros que son reliquia de sus abuelos y padres, y las fotografías de su familia, muy bien acompañada de los recuerdos alusivos de maravillosos viajes de trabajo o de vacaciones compartidos con viejos y nuevos amigos. 

Siempre encontraras flores, porque el transmigrante venezolano obliga a una comunidad a florecer. Sabe que el amor entra por la boca y los grandes amigos se sientan y acompañan la mesa. Un transmigrante venezolano complace sus gustos culinarios heredados de españoles, franceses, italianos, portugueses, argentinos, colombianos, peruanos, chilenos, mexicanos, uruguayos, alemanes, estadounidenses, chinos, japoneses, holandeses desde 1945. 

Por esta misma razón, un transmigrante venezolano no cierra sus puertas al cambio, las abre y siempre está dispuesto a establecer puentes transculturales. Reconoce en el intercambio opciones de nuevos y mejores amigos que ayudan a comprender sus realidades, enseñando formas particulares pero enriquecedoras de ver la vida. Un transmigrante venezolano busca queso, queso amigable al paladar, le gusta los zapatos limpios, su camisa y pantalón muy bien planchados, además, con sus dientes blancos y derechitos lleva en el pecho relucientes siete estrellas.

Sadcidi Zerpa De Hurtado
zerpasad@gmail.com
@zerpasad
Internacional - Venezuela

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