La
narrativa sobre la manera en que Covid habría surgido para contaminar a la
humanidad entera ha sembrado diferentes y controvertidas teorías encaminadas a
demostrar que la aparición del virus fue el producto de una manipulación humana
interesada. Las redes de información digital del colectivo fueron pasto fácil
para estas teorías. Medios de comunicación, altos líderes de los gobiernos de
unas cuantas naciones, “influencers” de las redes sociales, personeros de los
medios convencionales se dieron a la tarea de desinformar y se han hecho parte
de un juego peligroso en el cual estamos atrapados hoy.
Lo que
a los inicios de esta debacle planetaria comenzó siendo un ejercicio de
culpabilización irresponsable terminó convirtiéndose en una política de
comunicación de China, primer agente señalado por muchos de activar un arma
biológica de alcance impredecible. No podía ser de otro modo. Una publicación
de The Associated Press, replicada por buena cantidad de medios en el planeta,
asegura que “el día después de que la Organización Mundial de la Salud
designara el brote de COVID-19 como una pandemia, Zhao Lijian, portavoz del
Ministerio de Relaciones Exteriores de China, publicó una serie de tuits que
lanzaron lo que podría ser el primer experimento digital verdaderamente global
del partido con desinformación abierta…“Podría ser el ejército estadounidense
quien llevó la epidemia a Wuhan. ¡Sean transparentes! ¡Hagan públicos sus
datos! ¡Estados Unidos nos debe una explicación!””. El tuit replicado ad
infinitum se convirtió en tendencia en Facebook, VK, Weibo, WeChat, YouTube,
Telegram y muchas otras plataformas.
Pero
el pecado de la desinformación no fue solo de los asiáticos. ¿Cuantas veces
Donald Trump se refirió a la infección causante de la pandemia universal como
el “virus chino”?.
El
mundo no tardó en reaccionar. Lo que siguió al tuit de Zhao fue una avalancha
de “fake news” de parte de una sumatoria de actores empeñados en apoyar
cualquiera de las dos tesis- culpabilidad americana Vs culpabilidad china- por
razones meramente políticas. Así fue como la difusión de una conspiración de
ambos lados adquirió un tamaño tal que las encuestas de Pew Research lo
reflejaron contundentemente: 34 % de los americanos dan crédito a la teoría
conspiracional china mientras que uno de cada cinco considera que podría haber
sido un arma biológica creada en un laboratorio.
La
carrera de obstáculos que tenemos enfrente para hacer llegar la inmunización a
todos los recodos del planeta no ha conseguido desmontar la fábrica de noticias
encaminadas a la culpabilización de los actores del inicio este episodio.
Hoy,
cuando ya tenemos en las manos los resultados de la investigación de la OMS en
la que la tesis central sostenida es la de que el virus no fue producto de una
fabricación de laboratorio sino provino de un animal, en China ya se ha
iniciado una nueva campaña mediática orientada a influir el ánimo de su
población. Dos nuevas teorías circulan en las redes orquestadamente por los
órganos oficiales de información: una es que los ancestros animales del virus
provienen de algún lugar fuera de China y, la otra, que el virus se transmitió
al mundo a través del comercio y transporte de animales salvajes congelados.
Liberadas Wuhan y Pekín, pues, de toda responsabilidad.
Es que
la nueva batalla es la de validar la vacuna ante todos y a cualquier precio.
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
España- Venezuela
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