Desde hace largo tiempo he mantenido la idea de que el comunismo como sistema político desaparece con la figura del líder para convertirse en la ley del más fuerte, la cual no se constituye de fuerza física sino de poder de convicción de quién ejerce el liderazgo -por supuesto- tal condición se formula en la medida del uso de la inteligencia con propósito de adquirir poder, tal poder cristalizar con la comunión entre fuerza física y fuerza de verbo aunada a la astucia y el ingenio del líder para enajenar la mente de las masas. En otras palabras, tiranía (griego), patriarcado (latino).
En relación a lo expuesto previamente, encontraremos
que el mecanismo que ejerce este tipo de régimen es el del déspota, o sea, el
poder en una sola mano, el del mandamás, caso en que la libertad del común
denominador en el país nacional convertido en patria queda abolido y privado a
la elite mandataria, dónde el déspota o patriarca decide entre los postulados
de sus acólitos y adláteres que fungen de asesores, que hacer, como,
cuando, porque y que conviene o no al
Estado tirano. Los ejemplos del siglo XX
fueron muchos, entre ellos: el fascismo de Benito Mussolini e infinidades
dictaduras en todos los continentes. El régimen que adoptaron los países
socialista y el nacionalismo de Hitler no son excepciones. En el XXI Cuba,
Nicaragua, Venezuela.
De ese modo explicado anteriormente, se priva de
libertad al ciudadano de emitir cualquier opinión en contra de quienes ostentan
el poder, cosa que sucede las más de las veces con la anuencia inducida con el
terror y el sometimiento a causa de toda de clase de controles que afectan
directamente la masa popular y, que a la vez,
pasa a ser sin querer, antes que un apoyo incondicional para la tiranía,
un cómplice involuntario. De esto George Orwell decía:
"Si la libertad significa algo, será, sobre todo
decirle a la gente algo que no quiere oír."
Esta clase de régimen no quiere oír nada que ponga
-supuestamente- en peligro su imagen de fortaleza y necesaria dependencia que
tiene el pueblo de su mandato, en pro de la seguridad de la nación
supuestamente acosada por enemigos "gratuitos e imperialistas"
Libertad que no existe en tiranía, pues la represión
es el arma de quienes tienen el poder el sus manos de forma violenta por esos
dos caminos antes explicados fuerza física y el poder del discurso (verbo) o
convicción. Y, esta represión se ejerce
mediante la fuerza bruta representada por milicias de diferentes clases, cancerberos
castrenses, mercenarios y cicarios.
De modo que la bota militar asociada al mando se
deslinda del concepto platónico que concibe al soldado como garante de los
derechos del ciudadano y la protección de la nación como una gran familia (la
república) En cambio, se convierte en
protector de un Estado, Parricida y filicida opresor, tirano.
Este avatar del mundo de herencia civilizada y
cultural griega habría desaparecido con el modelo democrático cuyo promotor más
eminente es Perícles, sin embargo la megalomanía no desaparece en la genética
del liderazgo, cuya voluntad aflora en las mentes de quienes han tenido
vínculos con las pléyades del mando esperando siempre entre bastidores la
oportunidad de haberse el poder. La principal musa de inspiración es la
envidia, la codicia, el rencor, etc.
El futuro y presente triste para las naciones de todo
el mundo, principalmente las subdesarrolladas y marginadas, como las de
Latinoamérica ej.: Venezuela lo contempla Orwell con sesgo profético de la
siguiente forma:
"Si quieres hacerte una idea de cómo sera el
futuro, imagínate una bota aplastando un rostro incesantemente."
kaojoise@gmail.com
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