Los recientes acontecimientos del inicio de la tercera
década del presente siglo nos muestran una geopolítica muy compleja y cambiante
en que compiten las tres grandes potencias mundiales al enfrentar los desafíos
de la supremacía en que una de ellas pretende implantar un nuevo orden
internacional, dentro de una crisis estructural política, social, económica y
tecnológica marcada definitivamente por la pandemia del COVID-19, iniciada y
desparramada desde Wuhan, China, a fines de 2019 y hasta el presente, aún no
remitida, que podría inclinar las balanza hacia el coloso asiático del dragón,
al intentar imponer su hegemonía ante la Federación Rusa y Estados Unidos de
América que, además de confrontar los conflictos geopolíticos mundiales, se
enfrenta a graves debilidades internas del terrorismo, violación de los
derechos humanos, decadencia de la gobernanza y debilitamiento de sus
tradicional status quo bipartidista.
Uno de los tres grandes del mundo trata de imponerse
tras la flaqueza interna y externa estadunidenses puesta de manifiesto , con
mayor énfasis , en el último mandato de Donald Trump, enero del 2017-2021, al
romper los moldes institucionales de los mandatarios precedentes, las
desavenencias con sus amigos y socios tradicionales del bloque occidental,
creándose una crisis de inestabilidad que todavía no es fácil de predecir por
su complejidad y brevedad del nuevo mandato de su sucesor demócrata Joe Biden
que ha asumido la responsabilidad de resolver algunos de sus problemas más
urgentes, los siguientes problemas para enfrentar:
-El desbordamiento de la pandemia de covid-19, la más
grave a nivel mundial con secuelas letales y sanitarias, disociación familiar y
un elevado saldo de casi treinta millones de contagiados, y más de medio millón
de fallecidos,
-Los resabios históricos y crecientes de un racismo
afroamericano y el fortalecimiento de la supremacía tradicional blanca, que han
originado constantes disturbios y desórdenes internos y el asalto lamentable al
CAPITOLIO, El 6 de enero pasado; y el fortalecimiento del movimiento Black
Lives Matter en su lucha contra el racismo pero infiltrado por otros intereses
distintos y foráneos que pueden representar un peligro para la estabilidad
interna nacional.
-La avalancha inmigratoria sin precedentes en su
trayectoria histórica multiétnica que, además de sus consabidas causas
socioeconómicas y políticas continentales, contienen, a su vez, factores
estratratégicos externos de perturbación de su orden interno y sus relaciones
internacionales.
- Desatención de su liderazgo mundial en defensa de la
democracia occidental y recomposición de las alianzas del bloque democrático
anticomunista para la restauración de sus alianzas diplomáticas, económicas,
comerciales, militares y estratégicas para atender a conjuntamente los desafíos
de sus enemigos tradicionales fortalecidos a finales del siglo y del presente
por la penetración incesante de Rusia, la República China e Irán que con su
apoyo logístico, financiero
y comercial, preferentemente los del Grupo de Puebla,
representan una amenaza continental para la democracia y la estabilidad
regional-
-El desproporcionado déficit financiero y comercial de
EUA, de aproximadamente 20,5 billones de dólares( BM), igual o superior a su
PIB, ,y en especial con la China comunista, $1,130 billones, representa un
pesado hándicap difícil de manejar, con una franca tendencia a incrementarse
durante la pandemia de la Covid-19, al tener que erogar muchos billones de
dólares para atender la crisis sanitaria, la ayuda a pequeñas y medianas
empresas y a los gobiernos federales y locales, y a más de 2, 5 millones de
personas apuntados al paro, etc., lo que significa en la actualidad una pesada
carga que impedirá al gobierno de Biden negociar en igualdad de condiciones con
sus adversarios y sus acreedores, además de los peligros de aumento
inflacionario, descenso de sus ingresos internos y el recalentamiento de la
economía estadunidense que , seguramente, se profundizarán durante la presente
legislatura demócrata.
De las tres grandes colosos mundiales pareciera que
China está en mejores condiciones de imponerse por haber salido de la crisis
pandémica mucho mejor que los demás jugadores de la geopolítica mundial tanto
en su crisis social con un número irrisorio de fallecidos como de las
consecuencias económico- financieras aunque se estima que haya frenado su
expansionismo comercial y financiero, como se deduce en su nuevo Plan
Quinquenal recientemente aprobado, marzo 2021.
La Federación Rusa no parece haberse resentido
demasiado de la tragedia viral mundial pero, al igual que su socio asiático, no
han podido superar su pasado nefasto del comunismo, con debilidades
estructurales de los derechos humanos, minorías étnicas, culto a la
personalidad y violación de los principios fundamentales de los derechos
políticos. No obstante disponen de argumentos sólidos para aspirar a liderar o
compartir una parte relevante de la geopolítica mundial vinculada estrechamente
de cómo la nación norteamericana supere esta severa coyuntura política,
institucional, social y financiera.
Para las próximas entregas nos hemos fijado los
objetivos de analizar las posibilidades de la Rusia de Putin, ¿un asesino,
según Biden?, de la China de Xi Jinping, con su intencionalidad de implantar
una hegemonía comercial-financiera y de la Europa Unida (con la salida del
Reino Unido), de ser parte relevante del juego estratégico mundial, capaces de
compartir el nuevo orden internacional en concordancia con sus debilidades y
argumentos, o se involucrarán en un conflicto cibernético.
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