¡Que injusto! Venezuela durante el Siglo XX recibió de
brazos abiertos todos los inmigrantes que, por distintos motivos (como los que
hoy padecemos) huyeron de sus tierras buscando nuevas vidas, un nuevo hogar.
Por culpa de esa minúscula minoría delincuencial, que creyó podía delinquir
abiertamente afuera como en esta nueva nación ausente de autoridad, carcomida
por el socialismo de Siglo XXI, la inmensa mayoría de venezolanos honrados,
preparados y trabajadores que desean aportar su granito de arena en el país
donde intentan recomenzar, ven afectadas sus vidas por una xenofobia extremadamente
injusta ¡Que mal!
Pero es así, en esta Venezuela a la que hoy
sobrevivimos la injusticia pulula en cada rincón. Somos la nación que, por su
extensión territorial, demográfica y sus inagotables riquezas
minerales/naturales pudiera ser no solo el verdadero “Sueño Americano” sino el
“Sueño Mundial”, sin embargo, dirigidos por la que bien pudiera ser la peor
clase gubernamental del planeta, tenemos el más grave empobrecimiento y
descalidad de vida del planeta, somos “La pesadilla del mundo” porque el éxodo
de venezolanos afecta la planificación, la estabilidad económica y social de
otras naciones. Hasta Canadá y Suiza, “damas en diplomacia”, han tenido
posturas muy fuertes contra el chavismo, contra su externalidad negativa.
¡Es injusto! Venezuela posee una historia digna de
película, llena de hazañas y heroísmos incomparables. No se bastó con
independizarse, sino que abanderó la libertad en las naciones del continente.
Hoy Venezuela se encuentra sometida nuevamente a intereses foráneos que
imprimen una cultura ajena, una desnaturalización absoluta de nuestra esencia…
no solo los de afuera nos miran como sí no fuéramos nosotros, nosotros mismos
nos miramos así.
Hoy sobrevivimos en la forma que no quisieron
sobreviviéramos nuestros próceres y por ello dieron sus vidas, todo cuanto
tenían. Este penoso país de hoy hace que el esfuerzo de Miranda, Bolívar, Sucre
y demás próceres no haya valido la pena… perdonen nuestra franqueza, pero es
así.
Intereses no venezolanos nos dicen qué, cuánto, cuándo
y cómo comer, vestir, trabajar, ganar, salir, entrar… todo, estamos
esclavizados, oprimidos, neocolonizados ¡Esto no es Venezuela!
En esta tierra
queda gente valiosa, decidida. La inmensa mayoría de los habitantes detesta
este país innatural y forzosamente impuesto, sueña con la Venezuela verdadera,
la que premia el esfuerzo, el trabajo, la educación, la que se engrandece por
sus derechos y libertades, la que los nacionales de otros horizontes añoran
hacer su hogar. Esa Venezuela real, auténtica, histórica, tiene que emerger
como un rio al cual mezquinos intereses han secado, pero al final siempre
recobra su cauce.
Leandro Rodríguez
Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela
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