lunes, 26 de abril de 2021

ALEJANDRO MENDIBLE: EL PASADO TAMBIEN VOTA EN LAS ELECCIONES DEL PERU

En las próximas elecciones presidenciales del Perú en las candidaturas de Pedro Castillo de Perú Libre y de Keiko Fujimori de Fuerza Popular   se resume la confrontación histórica fundamental del sentido de la dualidad de los objetivos de la peruanidad presentes desde 1532 hasta después de 1980 cuando el hilo histórico nacional experimenta un viraje violento que replantea los antecedentes guardados  en el subconsciente  nacional que se hacen presentes en la actual consulta popular. 

En principio  cuando Pizarro llega a Cajamarca donde captura al inca Atahualpa y  después lo decapita para dominar el imperio inca cuyo centro se encontraba en el Cusco  y poco tiempo después se dirige a la costa donde  funda en 1535  la ciudad de Lima frente  al océano Pacifico como la nueva capital y marco de referencia  para la imposición de una sociedad colonial  marcando el ocaso  del centro del mundo indígena. 

La conquista abre una enorme brecha entre el mundo del indio subyugado  y la del español dominante creando un asunto no considerado  en la obra clásica publicada en 1609  titulada,  “Los Comentarios Reales” del inca Garcilaso de la Vega el primer historiador mestizo americano quien establece una continuidad  entre el periodo del incanato y el virreinato colonial  evadiendo tratar la conquista como la quiebra del proceso evolutivo de la cultura sudamericana.  

El puente creado por Garcilaso de la Vega forma  una corriente historiográfica tendiente a considerar el nacimiento del pueblo peruano en el periodo indígena  y no ve la  conquista como el momento traumático del choque cultural  sino como la evolución de un  proceso evolutivo de los indios barbaros con la aceptación del cristianismo guiados por  Dios por la senda de la civilización occidental. Sin embargo, al margen de lo expuesto por Garcilaso vemos que el curso real de los acontecimientos estuvieron signados  por el antagonismo entre el poder real colonial con sede en la región de la costa y  la base demográfica indígena del virreinato localizada en la sierra,  una cuestión que después de las reformas del  virrey Toledo en 1569 condenan  a los indígenas a vivir en reducciones,  al pago de tributo y trabajo en las minas creando un apartheid  que se prolonga hasta mediados del pasado siglo. 

La  marginación creada después de tres siglos causa la gran insurrección indígena del periodo colonial dirigida por  Túpac Amaru en 1783  que amenazó las bases de sustentación del imperio español y atemorizo a la sociedad criolla. 

Esta situación repercute en la independencia cuando Perú permanece como el último baluarte español y su liberación es un hecho histórico diferente al del de las demás repúblicas hispanoamericanas que la ganaron y no les fue otorgada por la actuación de héroes extranjeros (San Martin  de Argentina y Simón Bolívar de la Gran Colombia). 

En el periodo independiente el problema del indio se agrava cuando la clase terrateniente criolla aplica un colonialismo interno de opresión  y marginación  creando una situación ominosa  denunciada  por un representante de una familia oligarca que se convierte en anarquista  González Prada a principios quien a principios del siglo XX manifiesta  que,  “no se escribe pero se observa el axioma de que el indio no tiene derechos  sino obligaciones”. 

Para Prada la marginación del indio  era uno de los principales factores de la humillación nacional experimentada por su país ante la infamante  derrota ante Chile que le causo la pérdida de su territorio  en la guerra del pacifico entre 1879 y 1884. 

En la segunda década del siglo XX aparece por primera vez la  concientización  entre los intelectuales y  sectores más avanzados de la sociedad criolla articulada en un movimiento indigenista  que  denuncia  el problema del indio  como el más grave del país cuando éste llegaba a su centenario en 1921. Dentro del grupo se destaca la figura intelectual de José Carlos Mariátegui que en sus “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”  muestra su “enérgica ambición de concurrir a la creación del socialismo peruano” teniendo como objetivo la redención del indio mediante la quiebra del latifundio.  

Mariátegui muere en 1930 pero dos años antes  funda el partido socialista marxista peruano que se convierte en una referencia ideológica de la marcha ideológica de la izquierda peruana dentro el cauce nacional atendiendo al grado alcanzado por las luchas de clases hasta 1980. En este periodo predomina después de la insurrección aprista de Trujillo en 1932  la  confrontación entre el APRA el primer gran partido de masas  y el ejército peruano  que le pone veto a todas las aspiraciones de su principal figura Haya de la Torre de llegar a la presidencia de la república. 

En este antagonismo el tema del problema del indio el APRA lo plantea un asunto  de indoeuropeos y los militares durante el gobierno revolucionario  del General Velazco Alvarado de “campesinos” cambiando el termino de raza por el ce clase social cuando elaboran el Plan Inca con la intención de producir una  transformación nacional y se concibe el primer intento de reforma agraria del Perú. 

La supuesta superación del problema del indio obedece al desarrollo demográfico del país en especial a partir de 1950  cuando se acentúa el desplazamiento de grandes contingentes poblacionales de la sierra a la capital Lima lo que da origen al “cholo” o mestizo de raza blanca indígena con preponderancia de los rasgos indígenas y la confrontación social se redefine con el marginamiento de estos sectores. 

En 1980 en el campo de la izquierda se había operado una  ruptura de tendencias entre pro rusos y pro chinos. Entre los chinofilos aparece un oscuro profesor de filosofía en la remota ciudad universitaria de Ayacucho Abimael Guzmán quien funda el “Partido Comunista del Perú en el Sendero Luinoso” y se proclama como la cuarta espada del comunismo después de Marx, Lenin y Mao y para diferenciarse  del sector pro ruso  latinoamericano  señala que el enfoque guerrillero cubano era “una desviación militarista pequeño burguesa”. 

Sendero se agrupa en gobierno de Belaunde Terry y  en el siguiente  el primero  de Alan García del APRA  adopta un viraje violento inusitado  asumiendo  una posición  beligerante e intransigente contra todo el proceso civilizatorio  peruano y  amenazando de llegar al poder de retrotraer al país al periodo prehispánico. Consecuentemente, tal afrenta crea una particular compactación de tendencias diversas de la sociedad peruana  conformando un frente de contención contrario que termina en 1990  con  tomar forma en la  primera dictadura postmoderna sudamericana organizada para defender el Estado nacional dependiente. 

En este escenario de cruda  guerra civil sobresalen  dos personajes antitéticos  el comandante Abigail Guzmán y el “chinito” Alberto Fujimori  creador del modelo fujimorista durante la década de su permanencia en  la presidencia del Perú logra quebrar a Sendero y  hacer prisionero a Guzmán 

En el año 2000 cuando Fujimori intenta de manera fraudulenta un tercer periodo de gobierno se manifiesta un amplio movimiento nacional democratizador que termina  capitalizado por el economista Alejandro Toledo “el cholo” y desde la presidencia pone fin al autoritarismo  y da inicio a una nueva transición democrática, creando  en el 2001  una Comisión de la Verdad y Reconciliación para evidenciar  las numerosas matanzas, los miles de asesinados y desaparecidos perpetrados por  principales  responsables de la violencia en el país que después de hacerlo la Comisión  le recomienda  al  Estado como debería encarar este pasado perjudicial. 

Sin embargo las administraciones democráticas  de diferentes tendencias políticas que se han sucedido desde entonces no enfrentaron ni la  realidad histórica ni las consecuencias de la guerra interna y al ignorarlas aparece en el plano de la izquierda  una peligrosa reagrupación del aparato político clandestino de Sendero, el Mogadef, con el propósito de lograr la liberación de Abimael Guzmán y en el campo de la  derecha rebrota una fuerte tendencia de la corrupción pública la cual, alcanza a todos los presidentes desde Alejandro Toledo hasta Martin Vizcarra incluyendo el impactante suicidio de Alan García el 17 de abril de 2019. 

Sobre ese estado de cosas se encuentran  la propuesta de Pedro Castillo que para algunos  hundiría al Perú en el abismo y el de Keiko Fujimori la del mal menor pero continuaría con la corrupción del próximo  presidente del bicentenario. 

El sociólogo brasileño Darcy Ribeiro califico a los peruanos como en  “pueblo testimonio” dentro de América Latina  por cuanto, en su rostro presente vemos su importante  pasado, lo que nos permite decir que en las elecciones del 6 de junio también votara el pasado  

Alejandro Mendible
alejandromendibleucv1@gmail.com
Caracas – Venezuela
 
Enviado a nuestros correo por
Jesús Enrique Matheus Linares
jmateusli@gmail.com
@UranioMomoy
Venezuela  

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