Las dos encuestas
nacionales hechas en Perú dan ganador a Pedro Castillo frente a Keiko Fujimori.
La última le concede una ventaja de 16 puntos. Es verdad que falta un mes y
medio para el balotaje, que será el 6 de junio, y que hay un 40% de indecisos,
pero cumplo con mi deber de avisarles a los peruanos que cometerán un suicidio
colectivo si instalan en la casa de gobierno a Pedro Castillo. Les hice la misma advertencia a los
venezolanos en 1998 con respecto a Hugo Chávez, pero se rieron de mí. “Ya está
este agorero cubano anunciando una catástrofe”, decían. Y la catástrofe
sucedió, como cuentan los casi seis millones de venezolanos que han tenido que
huir de su país para alimentarse.
Castillo es
un maestro que monta a caballo. Hasta ahí no hay nada que objetar. Muchos
maestros montan a caballo en Perú, especialmente en las zonas rurales. El
problema es de otra índole. Castillo se ha creído el cuento del socialismo del
siglo XXI. Es un sindicalista radical que adquirió cierta fama acaudillando
algunas huelgas en el magisterio. Es castrista y chavista. Como nació en 1969,
Castillo no conoció el horror del precursor de ese engendro en Perú: el general
Juan Velasco Alvarado. Tenía sólo un añito cuando el general entró en 1968 como
una tromba en el Palacio de Pizarro.
Juan
Velasco Alvarado, un militar nacionalista, dio un golpe contra el gobierno
democrático del arquitecto Fernando Belaúnde Terry. Estableció una dictadura
populista de izquierda, demostrando que no hace falta ser marxista para
equivocarse de plano. Su pretexto para el golpe era que había desaparecido la
página 11 del convenio entre el Estado peruano y una compañía extranjera que le
debía cierta cantidad de dinero en un pleito que se eternizaba. No obstante,
como estableció Jaime Althaus, un periodista y antropólogo peruano excepcional,
la verdad era que Velasco, como tantos militares, le tenía un odio feroz al
APRA y todas las encuestas le daban la victoria a ese partido. El general
arribó al poder a hacer la mítica revolución. Nacionalizó el petróleo, la
pesca, la minería, casi toda la banca, y los servicios públicos, hizo una
demagógica reforma agraria e impidió que Víctor Raúl Haya de la Torre fuera
presidente de Perú. Era, como queda dicho,
profundamente antiaprista.
montaner.ca@gmail.com
@CarlosAMontaner
Cuba- Estados Unidos-España
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