CARLOS E. AGUILERA A.: RADICALIZACIÓN CONTRA LA PANDEMIA Y LA OPOSICIÓN
“La unión debe salvarnos, como nos destruirá la
división si llega a introducirse entre nosotros” / Simón Bolívar
La radicalización es un proceso, que se puede dar en
un individuo o en un grupo, cuya finalidad es conseguir imponer sus ideas sin
importarle las consecuencias o sin aceptar las disidencias, por lo tanto, es un
fenómeno social a nivel individual y grupal, como sociedad.
En nuestro país, el término radicalización ha pasado
por alto para muchos, por lo que el mismo no ha sido tomado muy en cuenta y con
poca o ninguna atención, más si lo analizamos en profundidad observaremos que
el régimen si lo estudió con detenimiento para aplicarlo con perversas
intenciones bajo el pretexto del recrudecimiento de la pandemia generada por el
coronavirus.
Según la RAE, radicalismo es la doctrina que propugna
la reforma total del orden político, científico, moral y religioso, así como un
modo extremo de tratar los asuntos. Por tanto una persona radical es aquella
que es partidaria de reformas extremas. La sociedad avanzada actual, ha sido
influida directamente por multitud de radicales, especialmente criticados,
perseguidos o cuestionados política, social y en ocasiones, judicialmente. En
el caso venezolano, el régimen aplicó la radicalización sin estupor alguno y
mucho menos consideración, dejando de lado los derechos humanos, tan
cuestionados en estos últimos años, al extremo de haber sido denunciados en
instancias internacionales, sin que hasta la presente fecha se hayan tomado
acciones contra Maduro y su séquito gubernamental, que se ufanan de ser unos
verdaderos demócratas.
Desde Ghandi a Mandela, pasando por el Dalai Lama o
María Teresa de Calcuta, han sido individuos radicales en su contexto
histórico, al defender posturas extremas en el entorno político y social en el
que surgieron y se desarrollaron. Pese a su radicalismo, existe consenso en
afirmar que todos ellos fueron personas de paz.
Se puede afirmar que todo el radicalismo es extremo,
pero éste puede ser pacífico o violento, en función del contexto y de los
medios utilizados para conseguir sus fines. Esto es importante a la hora de
referirnos a individuos radicales violentos, ya que si nos olvidamos del
atributo “violento” englobamos a todos los radicales, desde los pacíficos hasta
los violentos, en el mismo término, lo cual deslegitima a los pacíficos y
legitima a los violentos.
Para profundizar en esta consideración, a continuación
nos adentraremos en las tipologías de la radicalización, pues existe la
violenta la cual es compleja por cuanto abarca algunas dimensiones además de
que está entrelazada, influida y afectada por componentes ideológicos,
políticos o religiosos, por lo que su definición se torna imprescindible como
lo señalamos en párrafo anterior.
Existen varias tipologías de radicalización, con
diferentes atributos de legitimidad, que es un concepto particularmente
subjetivo, por cuanto abarca un amplio consenso en afirmar que en contextos con
Derechos Políticos y Civiles como los que se dan en cualquier sociedad avanzada
con un Estado de Derecho, la radicalización violenta no tiene ninguna
legitimidad, por cuanto existen cauces políticos, sociales y mediáticos para
expresar las ideas, hacerlas públicas, someterlas a votación e influir en el
desarrollo político y social deseado.
En un contexto sin Derechos Políticos y Civiles como
es el caso de estados dictatoriales, totalitarios, absolutistas o tiránicos
como Venezuela, la legitimidad de la radicalización violenta varía, pues provoca
consideraciones bien como una organización terrorista sin ninguna legitimidad,
o como un movimiento con total legitimidad, lo que les hace pensar que pueden
asumir posturas extremas para adoptar medidas que vulneran los derechos
humanos, coartan la libertad de expresión, aceleran la represión, y acentúan su
populismo en procura de mantener una imagen positiva en el conglomerado
nacional.
En la Unión Europea, este matiz conceptual despojado
de Derechos Políticos y Civiles avanzados, no pasa de ser sino simplemente una
radicalización violenta que carecerá de legitimidad y, por tanto, se le
considerará terrorista, como la califican algunos observadores internacionales
latinoamericanos al régimen de Nicolás Maduro, tras las demostraciones poco
democráticas que en los últimos tiempos ha ejecutado, a la vista de propios y
extraños.
Por esta razón, el presidente de Francia Emmanuel
Macron manifestó en fecha reciente que “el gobierno de Nicolás Maduro ha
instaurado una dictadura en Venezuela, que está luchando por perpetuarse en el
poder, a un precio humanitario sin precedentes y radicalizaciones ideológicas
preocupantes.” Agregaría luego, “Nuestros ciudadanos no entienden como algunas
personas han podido ser tan complacientes con el régimen que se está
instaurando en Venezuela”, en alusión al líder de la izquierda de su país Jean
Luc Melenchon, aliado de Maduro.
Estas declaraciones son unas de las más fuertes
pronunciadas hasta la presente fecha, por un alto dirigente europeo sobre la
situación de Venezuela, hoy día sumida en la más grave crisis política,
económica y social jamás ocurrida desde el nacimiento de la República, la cual
exige la solidaridad y apoyo humanitario hoy más que nunca, de gobiernos
latinoamericanos.
El politólogo Luis Salamanca afirma que más de 20
denominaciones se han utilizado durante los 22 años del chavismo en el poder
para ponerle cascabel al gato: "Tiránico, dictatorial, bonapartista,
fascista, antidemocrático, iliberal, nazi, autoritario, despótico,
neodictatorial, neoautoritario, sultánico, autoritarismo competitivo,
autoritarismo electoral, y un sinfín más. Es un boom de calificativos, y casi
todos surgieron en el período de Chávez. En el caso de Maduro, como ha ido
depurando la técnica autoritaria, se usa más la palabra “dictadura”.
Es hora ya de que constitucionalistas, jueces,
magistrados y líderes políticos se propongan con extremada urgencia ponerle fin
a las constantes violaciones de la Constitución para que se restablezca el
Estado de Derecho, a fin de devolverle al pueblo su participación plena en la
vida política y al libre ejercicio de sus derechos ciudadanos.
Carlos
Aguilera
careduagui@gmail.com
@toquedediana
@_toquedediana
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario