Es abismal la diferencia entre la “oposición electorera”, de Fermín, Timoteo, Falcón, Bertucci, entre otros, y figuras opuestas al régimen como María Corina Machado, Ledezma y Diego Arría, a quienes nos referiremos benignamente en este artículo como “radicales”. En primer lugar, los electoreros llegan a confundirse discursivamente con el propio chavismo, por ejemplo, piden cese de las sanciones internacionales, mientras que los radicales exigen el fin de los motivos que generan las sanciones: la ruptura del hilo constitucional y democrático.
En segundo
lugar, los electoreros son capaces de abrazar poder ilegal e ilegítimamente, se
prestan para contiendas electorales totalmente alejadas de la ley y de todo
precepto democrático. Los radicales son tajantemente firmes en no participar en
este tipo de irregularidades, valga decir, la abstención generada desde 2017 no
es un “lineamiento” de ellos, más bien, se han sumado al sentir ciudadano. La
abstención, que ha golpeado al chavismo más que cualquier otro fenómeno
político en estos 22 años, es el sentimiento más legitimo enclaustrado en el
corazón de la sociedad venezolana en rotundo rechazo a instituciones públicas
psuvizadas.
En tercer
lugar, los electoreros intentan maniobrar internacionalmente en las mismas
aguas que el régimen, es decir, entre sus aliados chinos, rusos, cubanos y
demás regímenes antidemocráticos. Los radicales se suman a la comunidad
internacional democrática, la que reúne los principales países y bloques
occidentales
En cuarto
lugar, es triste observar cómo, a través del dominio mediático del régimen, los
representantes de la “oposición electorera” ganan espacios donde felicitan y
hasta excusan los “esfuerzos del gobierno para solventar los problemas del
país”, mientras que los radicales, de forma diáfana, identifican todos y cada
uno de los problemas que afronta Venezuela como consecuencia del chavismo y su
imposición del modelo cubano.
En quinto
lugar, podemos darnos cuenta que los “electoreros” forman parte orquestada con
el régimen, hacen creer se formalizan diálogos y acuerdos, pero estos solo
favorecen al régimen, como la elección del presente y del venidero CNE,
abiertamente chavista. No se trata sea un ente opositor, sino que sea total y
absolutamente imparcial. Los radicales desde siempre han advertido no se puede
ser democrático con quien no lo es, es un axioma de la política y su
reciprocidad.
En sexto
lugar, los electoreros invierten 90% de su tiempo en atacar a la oposición
venezolana legítimamente reconocida internacionalmente, no al régimen y sus 22
años de desmanes, promovedor real de todas nuestras tragedias. Los radicales no
caen en este tipo de tretas, tienen claro quienes son los hacedores del mal en
nuestro país.
Son muchas
más las diferencias, solo mencionamos algunas. Después de todo, no se olvide
estimado lector esto es una opinión, eso sí, basada en hechos. La oposición
venezolana no está dividida, eso es una falacia, el que el régimen haya
adoptado un grupo de “políticos islas”, sin arrastre popular, para fingir una
oposición no los hace tal. En Venezuela si hay una oposición y dentro de ella
un ala radical ¡la que hace falta ante un régimen radical! Esta oposición se
está encargando de generar los cambios que requiere la patria.
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Vienezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario