La
America Latina ha sido con frecuencia abatida por terremotos telúricos, pero
peores han sido sus desestabilizadores terremotos políticos. Ningún país de la
región ha disfrutado jamás de una prolongada estabilidad política. Si Martí,
Bolívar o San Martín resucitaran me darían la razón. Nuestros políticos son
arrogantes, corruptos y ambiciosos; pero ambiciosos, corruptos y arrogantes son
los políticos americanos, ingleses, franceses e italianos y a ninguno se les ha
ocurrido dar un golpe de estado. Al mismo tiempo, los pueblos no han sido
diferentes a sus políticos porque estos últimos han salido de su seno. Con el
agravante de que los pueblos latinoamericanos han creado hombres providenciales
que han devorado con la misma velocidad que los crearon.
Pero
este deplorable estado de cosas no ha sido obstáculo para que muchos nos
atribuyan cualidades que no tenemos. En este error han caído figuras tan
disímiles como prelados católicos y militantes comunistas. Hace más de
cincuenta años, en 1968, el Papa Paulo VI dijo que América Latina era "el
continente de la esperanza". En mayo de 2007, con motivo de su visita a
Brasil, Benedicto XVI dijo casi exactamente lo mismo. Pero lo más sorprendente
es que el primer Papa latinoamericano, que ha vivido la realidad argentina, se
haya sumado al coro de predicciones de grandeza para nuestro continente. El 13
de Diciembre de 2014, con motivo de una misa en honor de la Virgen de Guadalupe
en el Vaticano, el Papa Francisco dijo que América Latina, era "el
continente de la esperanza".
Entre
los políticos que se convirtieron en mitos predicando una esperanza que nunca
se convirtió en realidad estuvo el militar y comunista brasileño Luís Carlos
Prestes. Este hombre fue al mismo tiempo una figura emblemática y una
personalidad trágica a quién sus seguidores bautizaron con el romántico
apelativo de "Caballero de la Esperanza". En 1924, siendo capitán del Ejército, Prestes
lideró en Santo Ángelo, una provincia de Río Grande do Sul, un alzamiento
contra la jerarquía castrense. Se unió a otros sublevados paulistas e integró
la histórica Columna Prestes, a la que se unieron soldados, mujeres,
campesinos, intelectuales, en una inédita lucha guerrillera que con una fuerza
de casi tres mil combatientes, recorrió 13 estados brasileños, en una marcha de
25 mil kilómetros, a lo largo de dos años y medio. Cuando se convenció de que
no triunfaría por medio de las armas, Prestes optó por la militancia en el
Partido Comunista y se asiló primero en
Bolivia y después en la Argentina antes de viajar a la entonces poderosa Unión
Soviética.
Sin
embargo, entre las sombras, ha habido períodos de luz. Tal es el caso del
quinquenio entre el 2015 y el 2019 en que muchos países del continente tuvieron
gobiernos democráticos producto de la voluntad popular. Entre los más
destacados estuvieron Mauricio Macri (Argentina12-2015), Sebastián Piñera
(Chile 12-2017), Lenin Moreno (Ecuador 4-2017), Jair Bolzonaro (Brasil
10-2018), Iván Duque,(Colombia 8-2018) y Jeanine Añez (Bolivia 11-2019).
El
triunfo de estos demócratas desplazó del ominoso pantano latinoamericano a
personajes de mala catadura como: Cristina Kirhner, Michelle Bachelet, Rafael
Correa, Evo Morales, Juan Manuel Santos y Dilma Rousseff, discípula aventajada
de Luiz Inácio Lula da Silva, el hombre que, después de Fidel Castro, es el que
más daño ha hecho a la democracia en el continente con su Foro de Sao Paulo.
Para vergüenza de América nunca se ha hecho la luz en los agujeros negros de
Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Desgraciadamente,
los malos políticos tienen más vidas que los gatos. Y parafraseando el refrán:
"La alegría en casa del pobre dura muy poco". En 2020 comenzaron las
resurrecciones de los malvados. En las elecciones que se avecinan en Brasil
tanto Lula como Bolzonaro tienen los mayores índices de rechazo entre el
electorado, de 36% y 54% respectivamente. Nadie los quiere pero no hay
sustitutos viables. En el caso de Lula, esta será la sexta ocasión en que será
el abanderado del Partido de los Trabajadores.
En
Colombia, el Presidente Iván Duque ha visto reducido su nivel de popularidad a
causa de una reforma fiscal que dio motivo a manifestaciones populares masivas
que comenzaron el pasado 28 de abril. Pero lo más preocupante es que, según
encuestas de la Revista Semana, el comunista Gustavo Petro lidera la intención
de voto con el 25%, mientras que sus rivales aparecen con cifras muy
inferiores, lo cual revela que el senador no tiene prácticamente competencia, a
un año de las elecciones.
En
Chile, una de las consecuencias del caos político desatado en las últimas
elecciones ha sido la prostitución de la constitución. La constitución de los
Estados Unidos, aunque ha sido objeto de varias enmiendas, se ha mantenido en
vigor durante 233 años sin ningún cambio estructural. Los latinoamericanos
cambiamos de constitución como de camisa.
Los
independientes y la izquierda del Partido Comunista y el Frente Amplio han sido
los grandes triunfadores en estas últimas elecciones. Su objetivo principal es
el cambio de la actual constitución que contiene clausulas de naturaleza
conservadora. La llamada Concertación, que gobernó por más de dos décadas y
garantizó la transición a la democracia a partir de 1990, ha quedado
políticamente enterrada con los resultados, en un contexto de incertidumbre por
la emergencia de nuevas figuras, en medio de tensiones ideológicas e
institucionales.
En
Perú se observa una situación similar donde el candidato izquierdista Pedro
Castillo presentó hace una semana un plan de acción con propuestas para los
primeros 100 días de su probable Gobierno, en el que ratificó su intención de
reformar la Constitución vigente. Según Castillo, la actual Carta Magna de
Alberto Fujimori en 1992: "prioriza los intereses privados sobre el interés
público, el lucro por encima de la vida y la dignidad".
Por
ello, propone una Constitución en la que el Estado "tenga rol
planificador, regulador e inversor; donde el interés público, el de todos los
ciudadanos, prime sobre el privado". Si eso no es comunismo de la más pura
especie "que venga Dios y lo vea". Y como para quitarle el sueño a
los peruanos conservadores, el periódico La República presentó un sondeo del
Instituto de Estudios Peruanos, en el que Castillo mantiene una ventaja de casi
siete puntos sobre la candidata conservadora, Keiko Fujimore, con un 36,5% de
apoyo, frente al 29,6% de la Fujimore.
De
esta manera, Castillo seguiría el rumbo que en las últimas décadas han trazado
Venezuela con el liderazgo de Hugo Chávez (1999); Ecuador (bajo el Gobierno de
Rafael Correa, 2008); Bolivia (con Evo Morales, en 2009) y que actualmente está
siguiendo Chile, en un proceso convocado por Sebastián Piñera tras el estallido
social de 2019-2020.
Mientras
tanto, en Nicaragua, los partidos de oposición no logran un acuerdo y
concurrirá por separado a las elecciones generales de noviembre. Los intentos
de unidad provienen de la agitación nacional tras las protestas contra
Daniel
Ortega que estallaron en abril de 2018. Unas 326 personas murieron durante
meses de disturbios que fueron sofocados por las fuerzas de seguridad. Y lo más
desalentador es que, aunque Ortega es profundamente impopular en amplios
sectores de la sociedad nicaragüense a raíz de los sucesos de 2018, el líder
socialista cuenta con un firme apoyo de la base de su partido sandinista.
Este
breve recorrido por la política latinoamericana nos lleva irremisiblemente a la
conclusión de que la misma es un péndulo que se mueve entre la dictadura y la
democracia, entre la esperanza y la desesperanza. La idea de un continente
pletórico de libertad y oportunidades para todos sus hijos es un sueño que
hasta ahora ha sido obstruido por la sed de poder de caudillos sin otra meta
que el enriquecimiento y la gloria personales aprovechando la inercia de multitudes
ignorantes de sus derechos y sus deberes como ciudadanos de naciones libres.
Para que la esperanza prevalezca sobre la desesperanza es necesario comenzar
por educar a nuestros pueblos.
Alfredo M. Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
Director de www.lanuevanacion.com
Cuba - Estados Unidos
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