La política no opera como muchos la imaginan o
piensan. No es mágica. Tampoco es un recurso de bondad celestial. Su praxis
poco o nada se apiada de lamentos. No responde a mecanismos automáticos. La
política se maneja a instancia de las necesidades e intereses que movilizan al
hombre en su recorrido por el mundo de las circunstancias. O sea, de las
oportunidades, fortalezas, debilidades y amenazas desplegadas en medio de la
ineludible incertidumbre.
Apostar a la “felicidad del mundo”, no obedece a
alguna ecuación de la física o de la matemática. Tampoco de la ingeniería o de
las ciencias exactas. Es un problema que ni siquiera se asienta en la lógica
política. Los problemas del mundo no se resuelven en un tablero compuesto por
un sistema de coordenadas cartesianas o sistema binario. Sus soluciones
demandan de una ciencia tan multidisciplinaria, rigurosa y complicada, que ni
siquiera se tiene una idea tan próxima como, de algún modo, lo permite la
ciencia política.
La teoría política, si bien no tiene capacidad
(absoluta) para superar desviaciones profanas en cuanto al ordenamiento que tal
desorden podría evitarse desde el poder, tampoco tiene la fórmula única para
reorganizar la dinámica del hombre en el ámbito de sus más inmediatas
manifestaciones.
En política, las cosas no se supeditan a simples
expectativas, anhelos, clamores o causalidades. Es una presunción equivocada. Y
partir hacia el arreglo apresurado con tan obtuso supuesto, es seguir abonando
la realidad con falsedades. Así que lejos de imponerse sobre las dificultades,
esas mismas dificultades se convierten en razones para atropellar y desarreglar
todo a su paso.
Pese a todo, la ciencia política se presta como la vía
más expedita que coloca al hombre en la postura más cercana a la solución de
sus diatribas.
Ciertamente, la política exige analizar razones que
hacen que su comprensión requiera de una metodología que no siempre está a la
mano de quienes se interesan en problemas de la política. Por eso luce
imprescindible el concurso de quienes han estudiado sus rarezas y
complicaciones. Porque las hipótesis que comprometen la existencia de una
situación-problema, tiende a difuminarse entre variables independientes cuyo
manejo trasciende del manejo conceptual de operadores de la política. Es decir,
de politiqueros cuyo entendimiento del problema se queda anclado en la
confusión que su discurso provoca.
La política es multifactorial. Su cuerpo conceptual
descansa en el análisis de la historia, en el manejo de la teoría social, de la
teoría económica. Sobre todo, en lo que toca la prospectiva política en cuanto
a lo que corresponde a la planificación estratégica en la incertidumbre.
La política adquiere relevancia y predominio al mismo
tiempo que se exacerban problemas relacionados con la vida del hombre en
sociedad. Fue la razón por la que Aristóteles, en su obra capital: La Política,
dejara ver que el hombre es un animal político. Y esto revela que la vida misma
es el terreno donde la política adquiere sentido.
La “política” en el foco de su razón
La política se enuncia con la misma fuerza como el
hombre anuncia su necesidad de otros para darle valor a su proyecto de vida:
pluralismo político. Procurar su objetivo de vida aislado social, cultural e
intelectualmente de otros, no le dispensará ninguna posibilidad de allanar las
realidades avistadas como metas de vida. Se vería impedido de alcanzar algún propósito
establecido.
He ahí la importancia de la política pues se
fundamenta en el pluralismo. Por eso abarca todo lo que envuelve la vida misma
en todas sus expresiones y momentos. Nada escapa del abrazo de la política.
De manera que entender la política, obliga al hombre a
concienciar su participación como razón del desarrollo al que suscribe sus
intereses y necesidades. De esa forma, la vida adquiere sentido.
Por dicha causa, no luce difícil entender por qué
Aristóteles se dio cuenta de que el hombre es un animal político. No sólo por
su capacidad de brindar razones que permiten elegir la ruta a transitar.
También, por el carácter gregario (necesidad del hombre de integrarse para
complementar su objetivo de vida) que requiere su movilidad en todos los
terrenos.
Es razón que exige a la política manejarse con
criterios sólidos para articular condiciones con intenciones y realidades con
recursos. Aún cuando para lograrlo, la política requiere no sólo de mostrarse
como arte. Así puede crear estrategias que permitan auscultar realidades.
Muchas de las cuales se hallan confinadas por la obstinación de dirigentes u
operadores de la política imbuidos de soberbia, vanidad y mezquindad. También,
requiere de una buena dosis de teoría política capaz de abordar procesos
creativos e inciertos ya que son estos los que le imprimen forma y calidad a
todo sistema social y económico.
Quizás, el drama más grave que actualmente afecta la
política, es la brecha que se da entre la capacidad de procesar realidades que
comprendan el alcance de la política, y la resistencia que oponen los sistemas
políticos para ser conducidos hacia objetivos democráticamente establecidos.
Sin embargo lo peor que puede estar sucediendo, es que dicha brecha ha venido
abultándose por la testarudez de muchos que hablan desde altas y medianas
posiciones del ejercicio de la política. Y lo hacen, sin saber el daño que su
discurso vacío y hasta necio puede estar perjudicando el desarrollo social y
económico de una sociedad.
En fin, estas líneas intentan mostrar algo de lo que
significa vivenciar el meollo de la política al margen de tener un tanto claro
su significación y alcance. Es así que se han querido presentar algunas ideas
dirigidas a quienes se arrogan algún derecho o autoridad para hablar de
política. O conocimientos que asoman desde sitiales disfrazados por la
política. En consecuencia, estas breves consideraciones han pretendido
describir asomos de política. Pero especialmente dirigidas a escrupulosos. A
escépticos. A desconfiados.
Es por eso que la disertación se ha elaborado pensando
en ellos. De esa manera, pretende ser una abreviada explicación de política.
Concretamente de Política para incrédulos.
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela
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