Quienes me
conozcan o sigan esta columna darán fe de mi interés en las telecomunicaciones.
De hecho, han sido tema recurrente en mis escritos, puesto que, conforme han
ido surgiendo novedades, se han suscitado también cambios en nuestro mundo, en
nuestra manera de relacionarnos.
Tras la
pandemia, creo que no hay lugar a dudas acerca de las posibilidades que ofrecen
las alternativas de comunicación a distancia. Nos han permitido saltar las
barreras impuestas por el confinamiento, seguir desarrollándonos y aprendiendo
durante la cuarentena, y suplir, en alguna medida, la ausencia de nuestros
seres queridos.
Yo no creo
que las redes y otras tecnologías separen a la gente. Al revés: las personas
siguen haciendo las mismas cosas que hacían antes, solo que a través de otros
medios. Los pequeños que se inician en la lectura encontrarán una oferta mucho
más amplia y variada en los dispositivos electrónicos que en las restringidas
bibliotecas de papel de casas y colegios, sin contar con las opciones
interactivas para el aprendizaje. La gente se sigue felicitando en las
ocasiones especiales, sin correr el riesgo de que sus mensajes se extravíen en
el correo postal y nunca lleguen a destino. Se echa de menos el calor de piel,
pero hay más personas a nuestro alcance con intereses afines a los nuestros, y
el intercambio no se enfrenta a las limitaciones derivadas de caudales, tiempos
de traslado y diferencias horarias. Y es a este último punto que quiero
referirme.
Desearía
que la gente comprendiera que el whatsapp no es un teléfono. Una de sus grandes
ventajas es el diferido. No hace falta que ambos polos de la comunicación estén
conectados simultáneamente: uno de los interlocutores envía la información
cuando puede, y está sobrentendido que el otro hará lo propio: la decodificará
cuando pueda. En lo personal, me encanta que me cuenten cosas, que escucho con
atención mientras tengo las manos ocupadas en otras cosas, como cocinar o
limpiar.
Es
repelente que alguien responda en Whatsapp que está ocupado. Creo que cualquier
persona con dos dedos de frente asume, cuando envía un mensaje, que tal vez el
otro no esté en línea. De hecho, por eso graba (si fuera algo urgente, llamaría
directamente). Simplemente, se aprovecha el minuto libre para comunicar lo que
haga falta. Allí quedan esos datos registrados, para que la otra persona acceda
a ellos cuando tenga tiempo, con la ventaja adicional de poder escucharlos las
veces que sea necesario, transcribir la información, y hasta retener la voz amada
en el mensaje. Si se requiere una respuesta inmediata, es preferible llamar por
teléfono, sin necesidad de recurrir a estos artilugios tecnológicos.
De manera análoga, sería deseable que se comprendiera que no es necesario interrumpir a alguien con una llamada para cosas básicas que pueden comunicarse brevemente por escrito, o en una nota de voz.
Finalmente,
hay que tomar en cuenta la diferencia de zona horaria. Mientras usted descansa,
en la otra mitad del mundo los demás atraviesan por su jornada laboral. Es casi
inevitable que se reciban mensajes durante las horas de la noche. Tome
previsiones: apague o silencie su teléfono y, si no puede hacerlo,
comuníqueselo anticipadamente a su interlocutor, de manera cortés.
No puedo menos que evocar la canción Telefonía, de Jorge Drexler: “Perdonen que insista en elogiar las telecomunicaciones:/Aunque todos creen que han inventado algo y siguen siendo las mismas las canciones”. Seguimos haciendo las mismas cosas, solo que a través de otros canales, que, bien usados, pueden hacer más simple nuestra vida.
Linda
D´ambrosio
linda.dambrosiom@gmail.com
@ldambrosiom
@ElUniversal
Venezuela-España
De manera análoga, sería deseable que se comprendiera que no es necesario interrumpir a alguien con una llamada para cosas básicas que pueden comunicarse brevemente por escrito, o en una nota de voz.
No puedo menos que evocar la canción Telefonía, de Jorge Drexler: “Perdonen que insista en elogiar las telecomunicaciones:/Aunque todos creen que han inventado algo y siguen siendo las mismas las canciones”. Seguimos haciendo las mismas cosas, solo que a través de otros canales, que, bien usados, pueden hacer más simple nuestra vida.
linda.dambrosiom@gmail.com
@ldambrosiom
@ElUniversal
Venezuela-España
No hay comentarios:
Publicar un comentario