¨Una fotografía, fue lo que me quedó/ de aquel bello
romance, que aún no olvido yo. Visito los lugares, donde íbamos tu y yo/ pero
nadie te ha visto, tu rostro se perdió¨.
Estas son algunas de las estrofas de la conocida
canción del dominicano Bonny Cepeda, muy citado hoy en los medios y redes
sociales, por haber ido a Venezuela a cantarle el cumpleaños a Nicolás Maduro
en Miraflores.
En entrevista realizada en su país, Cepeda bastante
descompuesto, reconoció que el pago por su participación en el cumpleaños
presidencial, fue de 60.000 dólares, lo cual para cualquier desprevenido
comporta evidentemente una alta suma para la celebración de una fiesta.
Sin embargo, lo alarmante no es –para mi- la cifra
cobrada por el artista, toda vez, que solo el puede ponerle precio a su trabajo
de músico y cantante profesional. Tampoco sería significativo el asunto de que
un presidente se gaste esa gran cantidad de dinero en su cumpleaños, si ello
fue para complacer los gustos de su esposa, siempre que ello fuera producto del
esfuerzo personal; laboral, o profesional de Maduro.
El drama es que todos sospechamos, y no nos falta
razón en ello, que ese dinero con toda seguridad no salió de los ahorros del
presidente, sino del dinero de la nación y ahí si pasa entonces a convertirse
en un asunto de carácter público.
La celebración de marras golpea la dignidad del
venezolano de a pie, porque todos sabemos que hoy en Venezuela, por ejemplo,
las pensiones de vejez del seguro social para nuestros adultos mayores,
alcanzan a dos miserables dolares. Por otra parte, se ha hecho recurrente la
depauperación del salario y pensiones de los profesores universitarios, quienes
hoy devengan la cantidad aproximada de 10 dolares en promedio para los de más
alto rango académico.
Es decir, haberle dedicado largos años de su vida a la
formación personal con la realización de especializaciones; maestrías;
doctorados, y post doctorados, y con ello contribuir a la formación de los
nuevos profesionales que el país requiere, para terminar humillados por el
gobierno nacional, y en algunos casos también por las autoridades de algunas universidades,
sin poder sufragar los gastos de salud y comida en los últimos años de vida.
Resulta pues indignante que un presidente como Maduro
se gaste esa cantidad de dinero en su cumpleaños, mientras el país se cae a
pedazos precisamente por su forma equivocada y perversa de conducir los
destinos de la nación.
Cuántas pensiones de vejez; cuánta ayuda se le puede
prestar a los trabajadores formales e informales; a los profesores
universitarios; a los enfermos; a los hospitales desvencijados, con ese dinero?
También es necesario reconocer que ese y cualquier
otro abuso de poder es posible, gracias a que Maduro no tiene contención en las
instituciones del Estado, porque gracias a la abstención promovida por los
erráticos crónicos, hoy puede controlar todo y tenerlo a su servicio.
Es culpa de su natural propensión al abuso de poder,
habida cuenta de su pretensión totalitaria, pero también eso es posible porque
no contamos con una AN que le sirva de contrapeso a sus desafueros.
Por cierto, no es la primera vez que ocurre. Ya antes
llevó a Miraflores a Juan Gabriel, con costos superiores seguramente, debido a
la jerarquía del artista mexicano.
Es repugnante semejante despropósito para celebrar el
cumpleaños de un pésimo gobernante, lo cual, revela además un narcisismo
desproporcionado, y muy especialmente si ello corre por cuenta del dinero de todos
los venezolanos, como sospechamos.
El país todo merece una
explicación; el gobierno está obligado a responder, y la oposición debe dejar
de lado la estupidez de la abstención, y unirse sinceramente para contener los
abusos de poder hasta derrotarlos. Venezuela es hoy una fotografía borrosa.
Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela
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