No recuerdo
bien si fue en el último o el penúltimo año de gobierno de Caldera II, cuando
en un cumpleaños le llevaron una torta y unos mariachis para cantarle
cumpleaños en Miraflores. No habían pasado veinticuatro horas cuando se armó la
de Dios es Cristo reclamando el dispendio. El asunto fue zanjado con la
presentación de la factura de los gastos que habían sido pagados por el
personal, con sus propios dineros, incluyendo torta, refrescos y música.
Pero eran
otros tiempos. Era otra república.
Por boca
del mismísimo Bonny Cepeda nos enteramos que acudió a "Palacio" a
cantarle al señor Maduro con ocasión de una fiestica por su cumpleaños. Cepeda
declara en una entrevista en su país - República Dominicana - que le fue pagada
la cantidad de sesenta mil dólares americanos. El vídeo de la fiestica circuló
en las redes y también el de la correspondiente entrevista.
El asunto
"Bonny Cepeda" no es menor y es un error caer en verlo como una
nimiedad, como un episodio que se suma a nuestra nutrida enciclopedia criolla
de "más de lo mismo".
Caben
varias preguntas: ¿Cómo se pagó ese monto?
¿Cómo fue el traslado del cantante a Venezuela? ¿Quien corrió con los
gastos de traslados, estada, comidas?
¿Dónde está
la declaración al Seniat, si la hubo? ¿Tuvo autorización previa para trabajar
en Venezuela?
El señor
tiene cargo público y no de baja estopa. ¿Tuvo autorización de su gobierno para
venir a cantarle al presidente de la República Bolivariana de Venezuela en el
Palacio de gobierno? ¿Estuvo acompañado por algún funcionario de su cancillería
o de su representación diplomática en Venezuela?
Esas
preguntas necesitan respuestas, incluso sin entrar en la discusión ética, que
también tiene lo suyo en incógnitas gruesas.
Supongo que
hay acuerdo sobre doble tributación entre Venezuela y República Dominicana. Eso
hace que se evite el doble pago de impuestos, pero, que quede claro, en uno de
los dos países se paga y en la mayoría
de los acuerdos de este género se marca que tiene que haber declaración en
ambos países. Es una práctica sana. Y los ciudadanos venezolanos y los
dominicanos tenemos sobrado derecho a ver esos documentos tributarios.
Alguien
puede argumentar que la Presidencia de la República está exenta de pago de
impuestos. Eso no es taxativamente así. No paga impuestos en gastos y pagos
vinculados a las razones de gobierno. Cantarle al presidente por su cumpleaños
dista mucho de ser un acto de gobierno. Pero igual la declaración es obligada,
como cualquier gasto público.
Pero
supongamos que este señor Omar (perdón,
no conozco el apellido de ese cantante)
fue quien pagó la cantada como regalo al señor Maduro. Puede ser. Si tal
fue el caso, también tiene que haber
correspondientes factura y declaración al Seniat y también el señor Cepeda
precisa autorización para trabajar en Venezuela.
Hay más.
Habría que preguntar a algún internacionalista experto (yo no lo soy), si un
funcionario público de alta investidura en una instalación de gobierno de otro
país está ahí en calidad de privado, o si dado su alto cargo en el poder
ejecutivo de su país está de alguna manera implícito que representa a su país y
a su gobierno cuando está en instalaciones oficiales y en un acto con el jefe
de Estado. A mí me luce que es un terreno gris en el que la sensatez aconseja
cuidado para evitar confusiones y malentendidos. Supongo que en la Estancia San
Gerónimo, No. 752 de la Avenida Independencia varios se hacen esas preguntas y
buscan cómo salir de lo que parece un desaguisado. En ese país tan adorador del
béisbol (como lo es el nuestro), alguien en los pasillos no sabe qué responder
cuando el reclamo superior se expresa en "¿cómo fue que nos metieron este
strike?".
Y todo lo
anterior es al margen de preguntar si es ético gastar 60 mil dólares en un show
en Miraflores en medio de la pandemia y con tanta gente en Venezuela padeciendo
todo tipo de calamidades. La cosa ciertamente no está como para este episodio
titulado "Tarde de merengues en Palacio".
Soledad Morillo Belloso
@solmorillob
Venezuela
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