miércoles, 14 de julio de 2021

ALEJANDRO MENDIBLE: BRASIL Y EL FUTURO SUDAMERICANO

La concientización convergente de la sociedad brasileña con el resto de los sudamericanos es determinante para el futuro de nuestro continente como región. Los pobladores de estos confines 1980 vivían de manera dispersos entre doce republicas diferentes cuyos proyectos nacionales eran dispares y reflejaban una mera referencia geográfica en el continente pero, todos en diferentes grados eran dependientes económicos de los Estados Unidos, la metrópoli dominante durante el siglo pasado.
 
El continente había logrado su independencia política en un 90% después, de tres siglos de colonialismo Ibérico practicado por los reinos católicos de España y Portugal cuando a principios del siglo XIX surgieron movimientos nacionalistas diferentes que en las posiciones españolas se manifestaron en los cabildos en 1810 y después se convierten en movimientos de liberación organizados en ejércitos patrióticos en los cuales destacan en el norte el general venezolano Simón Bolívar y en el sur el general argentino José de San Martin quienes finalmente convergen en la batalla de Ayacucho en 1824 para derrotar el poder español.
 
Después, se opera un proceso secesionista de los tres virreinatos existentes y aparecen varias republicas diferentes, cuestión que no ocurre en la colonia portuguesa donde se traslada el rey Joao VI en 1809 huyendo del ejército francés de Napoleón Bonaparte y posteriormente en 1822 emerge Brasil con Pedro I como un imperio conservando todo el territorio: mientras en el continente quedaban remanentes coloniales en la región de las Guayanas inglesa, holandesa y francesa. Desde entonces y hasta finales del siglo XX los sudamericanos no mostraban interés en lograr la unidad de su continente ni tenían conciencia de lo que le podría significar para su bienestar personal esa realidad política y geoeconómica hasta la década de 1980 cuando aparece un momento de inflexión creado por el cruce diacrónico de los tiempos históricos de los países del continente y el sistema dominante a escala mundial lo que determina la búsqueda de uniformar las demandas regionales con los imperativos mundiales dominantes.
 
Esto progresivamente hace surgir la creencia de una salida integral regional y la aceptación de no poder lograrse de manera aislada como país, reconociendo las limitaciones de los estados nacionales y aceptando el surgimiento de una nueva realidad sudamericana que se va abriendo paso en medio de los avatares de la globalización. En este tránsito destacan dos factores como agentes desestabilizadores de los Estados sudamericanos: el primero, se presenta en el plano económico creado por la grave crisis de la deuda externa y otro en el político originado durante el desmonte de los regímenes autoritarios militares cuando en el continente emerge la democratización empujada por el fortalecimiento de la sociedad civil.
 
Estos dos hechos se unen de tal modo creando en acondicionamiento más importante en el cambio de mentalidad presentes en las siguientes generaciones que hoy aceptan la viabilidad de Sur América como una necesidad política y económica en el consorcio de un mundo globalizado. El caso de la deuda externa se manifiesta la culminación de la errática política estatal de sustitución de importaciones, por la falta de disciplina macroeconómica y las ineficiencias del gasto público del Estado Esta situación se complica en la década de 1970 cuando, repercute en la economía regional la decisión
 
de la Administración de Richard Nixon presionado por los enormes gastos de la guerra de Vietnam toma la decisión de quitarle al dólar el respaldo al oro para dejarlo flotar en los mercados lo cual, altera los Acuerdos de Bretton Woods de 1944 cuestión que tiene graves efectos sobre todas las monedas latinoamericanas. En la América Latina la manifestación se inicia en México en 1982 cuando el gobierno de anuncia que no podía cumplir con sus pagos de deuda y rápidamente la situación de impago se manifiesta en la mayoría de los países sudamericanos resultando el caso del Brasil el más notorio por la relevancia del país.
 
Mientras en México la cercanía con los Estados Unidos actuando con su enorme peso económico como una fuerza de atracción para el viraje de orientación del país líder del nacionalismo latinoamericano hacia su inserción en Mercado del Norte. En este asunto es importante destacar como a partir de entonces en una época de apertura neoliberal de las economías en las décadas de 1980 y 1990 los gobiernos de México y de Estados Unidos influencian en mayor grado en las negociaciones financieras internacionales, también, se nota como el gobierno norteamericano influye sobre el Federal Reserve Bank y el Fondo Monetario Internacional para socorrer la economía mexicana y la gran importancia alcanza por los “Acuerdos Marcos entre Estados Unidos y México para la Estabilización de la moneda mexicana”.
 
Esta situación es acompañada después de 1994 aparece la iniciativa de la creación del Área de Libre Comercio de las Américas y creo las bases para el viraje de México al Mercado del Norte con Los estados Unidos y Canadá mientras los países sudamericanos esperaban para entrar unidos cuando en las dos primeras décadas del siglo XXI aparece una manifestación nacionalista a escala sudamericana impulsada por la convergencia de movimientos populistas inclinados hacia el socialismo (Chavismo, el Lulismo. El Kirchnerismo y otros) que en el 2005 pactan para rechazar la propuesta representada por el presidente John Bush de los Estados Unidos.
 
En esta oportunidad Brasil asume el rol protagónico de la valorización de Sur América como región cuestión que se concreta en 2008 con la creación participativa y consensuada de un espacio de dialogo supranacional, la Unasur para coordinar los grandes recursos y posibilidades del continente procurando elevar el nivel de vida de la población. Este logro histórico pudo ser posible por el proceso de democratización iniciado en Brasil en 1985 cuando es derrotada la dictadura militar y el país se abre al encuentro del resto de América Latina y aflora la nueva mentalidad sudamericana a modo de paradigma regional. Este círculo virtuoso cristaliza creando un momento esperanzador del continente sudamericano siguiendo las prácticas de la democracia liberal pero en 2016 el equilibrio y consenso regional se rompe con los eventos que acarrean la salida del gobierno del Lulismo lo que conduce al desplome de la Unasur y abre un capítulo de enfrentamiento entre las dos tendencia que se disputan el control del continente en función de la valoración ideología de la democracia: la capitalista pragmática y la socialista dogmatizada en la actualidad por algunas tendencias del socialismo del siglo XXI.
 
En este año, de 2021, el conflicto estalla con violencia en las principales calles de las ciudades de Colombia, Chile, Perú y Brasil. En éste último por sus dimensiones muestra como los resultados que surjan de las elecciones presidenciales del próximo año serán condicionantes de la suerte sudamericana. Lula aparece como el candidato del PT en representación de la posición de Foro de Sao Paulo cuyo modelo de referencia es la
 
Cuba comunista, un caso de la guerra fría e inviable para la situación actual del Brasil: no obstante, articula un importante polo nacional y según las encuestas co posibilidades de ganar en el enfrentamiento contra el gobernante ultraderechista Jair Bolsonaro aspirante a un presidencia imperial en representación del tipo de Estado más original y de mayor determinación de poder en el continente, además el primero en vacunarse contra la tentación fidelista con el golpe militar de 1964 … y esto aún gravita en el ambiente.
 
Alejandro Mendible
mendiblealejandro@gmail.com
Caracas – Venezuela
 
Enviado a nuestros correos por
Jesús Enrique Matheus Linares
jmateusli@gmail.com
@UranioMomoy
Venezuela

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