Resolver el problema económico de Venezuela será
relativamente fácil. Para ello, previamente, tenemos que resolver el problema
político.
“La política en la historia es el macho”. Así lo
expresó, con ruda contundencia castellana, el filósofo español José Ortega y
Gasset. En efecto, la política es un factor determinante para la vida social en
cualquier comunidad, local, regional, nacional o internacional.
Cuando la política anda mal, el resto de la sociedad
anda mal. Venezuela es un claro ejemplo al respecto. En Venezuela la política
anda mal, muy mal y eso explica porque todo lo demás anda tal mal. Crisis
económica, social, de servicios públicos, institucional y, fundamentalmente,
crisis moral.
El chavismo, sobre todo en los primeros años, tuvo
mucho dinero. El precio del petróleo en el mercado mundial superó la barrera de
los cien dólares por barril y eso se tradujo en un ingreso fiscal descomunal
para el gobierno venezolano. Desgraciadamente, como la política desde entonces
andaba muy mal, esa inmensa riqueza se despilfarró, se regaló a otros países y
se fue por los canales de la más grotesca corrupción que ha conocido nuestra
historia republicana.
¿Por qué decimos que la política anda mal? Porque
tenemos un gobierno autoritario y despótico que no cree en el diálogo, ni en la
alterabilidad, ni en el pluralismo, ni en el respeto a la autonomía e
independencia de las otras ramas del poder público.
Tenemos un gobierno que no respeta las reglas del
juego democrático. Que no respeta la Constitución ni los derechos humanos. Que
abusa del poder de todas las formas imaginables y que tiene la intención de
perpetuarse en el poder sin importarle para nada el sufrimiento de la gente,
del pueblo venezolano. Lo único que les interesa es mantenerse en el poder.
Más de veinte años tiene el país gobernado por gente
que no se preparó para gobernar. El comandante Chávez tenía la preparación que
podía tener un teniente coronel del ejército venezolano. El dirigente sindical Nicolás
Maduro tiene la preparación que puede tener un dirigente sindical. Ninguno de
los dos se preparó para ser jefe del estado, ni presidente de la república, ni
conductor de la hacienda pública o de las relaciones internacionales del país,
ni comandante en jefe de la fuerza armada nacional.
Frente al desastre del gobierno, desgraciadamente no
ha sido posible construir una alternativa seria y confiable. Es doloroso tener
que reconocerlo, pero así es. Resolver el problema económico de Venezuela será
relativamente fácil. Para ello, previamente, tenemos que resolver el problema
político. Lograr un buen gobierno y una buena oposición, que quieran, por
encima de todo, el bien del país.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
ifedecven@gmail.com
@EFernandezVE
@ifedecve
Venezuela
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