Es lamentable la distorsión sufrida por la política
venezolana, cuando algunos líderes opositores con poca o menor opción candidatural,
desviaron el sentimiento férreo de la mayoría de los venezolanos, hasta
hacerles creer irracionalmente, que el cambio de presidente y otros poderes,
debía surgir de una acción de fuerza emanada del exterior o generada aquí en el
propio territorio, con o sin fuerzas armadas. ¡Mayor locura imposible!
Es triste ratificarlo, pero muy bien fue explicado
cuando surgió la gran fuerza llamada UNIDAD, que se conformó con un muy marcado
sentido de racionalidad, para tratar de enmendar (a oscuras) el gran error que
nunca se ha querido reconocer: “los partidos políticos nunca han querido
reformas ni enmiendas constitucionales planteadas para evitar otro desfase,
como el que se apoderó del país con el ‘chavismo’: la doble vuelta electoral,
la disminución del período presidencial y la reelección por un solo período”.
Pero lo más triste es el autoengaño de la gente, que
sin racionalidad creyeron en el cuento de la ilegitimidad del CNE y el
“presunto” fraude electoral. Nunca se percataron de que toda esa maraña de
estupideces surgió del desacuerdo entre los partidos, que al no estar conformes
con los acuerdos para la designación de candidatos, pocos de los más fuertes o
con mayor arraigo, prefirieron promover la falsedad de la abstención.
Obvio, los resultado no son inesperados, pero sigue
siendo triste que aún siga la cantaleta contra los procesos, inculpando al
“usurpador” de ilegitimo y con él todo quien tenga que ver con elecciones. No
es un cuento de “yo se lo dije”, sino que pareciera que tuviéramos una
generación de “ciudadanos seguidores”, que nunca piensan por si solos, sino que
siguen a “los que saben”, sin percatarse de su maléfica postura interesada que
tanto daño ha hecho a la democracia.
Es un juego de tronos y de la telaraña, también
semejante al de la abeja reina, que con raciocinio se confunde con la teoría
del miedo. El primero resalta por ser la del que juega a ser electo o nominado,
pero los otros, son los del irracional que le siguen el juego para que el gane,
o sea, convencerlo de que ninguno va a ganar porque el CNE no lo va permitir.
Surge así la teoría del fraude que es lo mismo que el engaño del tonto.
Pero lo más curioso es que el que convence del fraude,
abandonó la nave por temor o por miedo presunto, algo así como que: ¡hay que
sacar al intruso usurpador, pero conmigo no cuenten!, entonces se entrometen en
lo que tenemos
que hacer, pero lo grave es que quieren que se espere
que “lo saquen”. Aquí es cuando comenzamos a clasificar los políticos,
nosotros, que no sabemos dónde ubicarnos porque nos llaman colaboracionistas,
ellos, que no sabemos quiénes son, porque aparentemente no existen, pero que
sabemos están solapados esperando que los radicales hagan su trabajo, muy
valioso por cierto, que atacan a los unos y a los otros, pero nunca sabemos que
es lo que quieren porque, si no lavan, deberían prestar l batea. Al fin de
cuenta, la ropa es de todos.
Pero este problema no sería tan serio para nosotros,
si no confundieran estos radicales a tirios y troyanos, ya que cuando quieren
imponer sus propuestas, nos culpan por querer comer, curarnos y prevenir que
nos agarre el virus. Es el cuento de las medidas, que más que cuento es una
fábula: ¡no les manden gasolina, nada de vacunas, nada de comida hasta que se
vaya Maduro! ¡Ok muy bien!, entonces no nos movemos, no comemos, no nos
medicamos y no nos vacunamos, para que ustedes hagan reventar el Whatsapp con
reclamos y estadísticas de pobreza, falta de recursos, alta inflación, la peor
de mundo, todo por culpa del régimen.
En realidad, no es una estupidez, es una ¡gran
estupidez!, que si no fuera porque conocemos a quienes integran este grupo de
radicales, diríamos que se perdió el tiempo en la democracia; ese lapso de
estúpida revolución, que se impuso por la misma terquedad de hoy, que la
llamamos anti política, y anti venezolanismo. ¡Sí!, hay muchos radicales entre
quienes piden que nos califiquen de colaboracionistas, que pescan en rio
revuelto. No quieren la paz y promueven la guerra, pero nos dejan a nosotros
para que la enfrentemos, mientras tanto, que nos muramos de hambre; así la OEA,
la ONU, la UE y todo el mundo en paz, se ponga a cualquier medida que se
intente para llegar a un acuerdo, porque para que se dialogue o se acuerde la
paz, hay que hacerlo sin Maduro. Mientras tanto, ¡no voten porque van a hacer
fraude¡ ¡Entonces!, sabemos quiénes somos nosotros, pero no nos atrevemos a
distinguir entre ellos y los radicales. ¡mutatis mutandi!
Enrique Prieto Silva
enriqueprietosilva@yahoo.com
@Enriqueprietos
Venezuela
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