1. La falta de unidad es una de las quejas más frecuentes en el campo democrático y en la comunidad internacional que lo apoya, esta tacha se tiene como fuente de desencantos y derrotas. Nada más generalizado como opinión y nada más falso como concepto. La unidad se convirtió en un balón de fútbol que todo el mundo quiere y todo el mundo patea según la posición de Mercurio y Venus.
2. La unidad emergió como pieza central de las luchas de los ciudadanos; fue un logro de la gente en la calle que, más adelante, se reflejó en acuerdos de los partidos políticos. Hubo unidad con las candidaturas presidenciales de Manuel Rosales, Henrique Capriles y los primeros meses del interinato de Juan Guaidó, también hubo unidad en la abstención de 2005, en el revocatorio de 2004, en las elecciones de Asamblea Nacional de 2015, en la consulta del 16 de julio de 2017, así como en otros eventos.
3. Esa unidad ha sido mitificada en varios casos porque, si se recuerda bien, fue manejada a trancazos por algunos de sus integrantes. La combinación de poder económico y mediático hizo que algunos “unitarios” impusieran sus puntos de vista por la vía de los hechos, con el concurso del silencio –¿ha debido ser de otra manera?– de las víctimas de esa unidad. Se produjeron también algunas alianzas de unos para aplastar a otros, pero como la demanda de unidad era tan beligerante en la opinión pública, el castigo para los rebeldes era la exclusión y el marginamiento.
4. Con las elecciones de la Asamblea Nacional de 2015 y su permanencia hasta ahora, por seis años, como referencia de la oposición se produjeron tres fenómenos: primero, fue el testimonio de una victoria contundente, lo que ha llegado a simbolizar la potencia de la unidad (aunque en la sala de máquinas haya habido las distorsiones anotadas); segundo, es el fundamento de una jugada política asombrosa que fue el interinato de Guaidó, al que varios de sus socios actuales se oponían, y que concitó el apoyo internacional sin precedentes para la lucha contra el régimen de Maduro; tercero, permitió a los jefes de la AN, en realidad los partidos del G4, confiscar el término “unidad” para sus particulares designios.
5. La unidad devino en una marca: “la unidad”. Cualquier cosa que hicieran sus dueños era unitaria, cualquier cosa que se hiciera fuera de su control era divisionista. Se convirtió en un corral con amos y burócratas que prodigaban el adjetivo con certificación y apostilla. La cuestión se les hizo fácil al comienzo porque eran tenidos como la única voz autorizada en esa especie de oficina global de patentes y registro de la propiedad intelectual en que se convirtió la MUD, sus derivados y el G4. Todo igual pero diferente.
6. El G4 se transfiguró en la mamá gallina de la política venezolana, sabaneando a sus pollitos, y con ánimo sancionatorio para los descarriados, devenidos en “los radicales” por encaminarse hacia visiones y estrategias políticas diferentes. Unitarios angélicos y radicales diabólicos, tal era el cuento7. confiscación de “la unidad”, sin embargo, tenía su propia perversión intestina, lo cual está ligado a la situación de los partidos políticos. Estos también son una ficción de sí mismos. Dejaron de ser –o no llegaron a ser– propuestas, organizaciones y redes, articuladas, para convertirse en feudos de uno, dos o tres gamonales. La marginación que los partidos del G4 hacen de los de afuera es idéntica a la que hacen hacia sus propios miembros. Por tal razón, los partidos en general se han constituido en una confederación de proyectos individuales que no tiene otra forma de realizarse más que con la obtención de recursos para llevarlos a cabo.
8. La búsqueda de recursos se ha convertido en el alfa y el omega de la acción política, lo que ha tenido como consecuencias, por una parte, la penetración de los intereses económicos y financieros del régimen; y, por otra parte, una vocación electoralista que no es por demócratas sino porque es la ocasión perfecta para reunir unos churupos hasta… la próxima campaña electoral. Dicho esto con las salvedades que siempre hay que hacer para con los que tienen posiciones altruistas.
9. “La unidad” ha producido varios tipos de divisiones. Ha expulsado del templo a dirigentes caídos en desgracia, sonsacados por el régimen o discrepantes de las líneas de los sumos sacerdotes de la logia. Al mismo tiempo, estos han perdido el apoyo de sus bases, hastiadas y alejadas o conquistadas por cada candidato o cada proyecto personal. Finalmente, han dilapidado el apoyo social que alguna vez pudieron haber tenido. Estos elementos han hecho que esa dirección del G4 haya perdido toda representatividad; así como Guaidó desperdició ese inmenso capital político de 2019, el G4 hizo lo propio con el de 2015.
10. No cabe ninguna duda de que los dineros negros hayan hecho su oficio; pero no hay que olvidar que los dineros blanqueados también hacen lo suyo: si me apoyas te doy un sueldo en dólares; si te lanzas a esta posición, vendrá el maná de allá arriba; si te sales de ese partido y te vienes a este, tus desvelos serán adecuadamente recompensados. En cierto y maligno sentido el régimen se ha reproducido en aspectos y sectores de quienes se le oponen.
11. Denominar como “alacranes” y de otras formas similares a un sector de los que desertan puede ser un método de construir un relato sobre la diferencia entre ángeles y demonios, pero no puede desatender que aquellos ponzoñosos son el más genuino producto de los unitarios: ¿entenderse con el régimen era malo en diciembre de 2020 y buenísimo hacerlo en México en septiembre de 2021?, ¿boicotear las elecciones de la Asamblea Nacional de Maduro era malo en diciembre pasado y asistir con entusiasmo a las de noviembre de 2021 es buenísimo?
12. ¿Por qué lo hacen? Puede haber muchas razones; sin duda, la más importante es que quienes así actúan piensan que no se deben a más nadie más que a sus propios intereses o ambiciones. Así proceden porque no están –o no se conciben– exigidos por los de abajo o hay atractores más fuertes en el poder establecido que les gobiernan la brújula con el magnetismo del poderoso caballero aquel, o simplemente están tan vencidos política y espiritualmente que dejan que sus cuerpos se los lleve el río en el torbellino y más abajo, cuando las aguas se aproximen al mar, quién sabe si más calmadas, puedan volver a dar unas brazadas, si no están ahogados para entonces.
13. Al final, la más importante fuente de las divisiones opositoras es “la unidad”. El último capítulo de esto es el canibalismo de las postulaciones en las elecciones, lo que se revela en que hasta los promotores de las exclusiones antiguas hoy son excluidos también. Saturno se almuerza a sus hijos y también a algunos sobrinos y cuñados. Los nobles de la comarca andan en paños menores.
Carlos Blanco
carlos.blanco@comcast.net
@carlosblancog
Venezuela – Estados Unidos
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